El Periódico - Castellano

Belgorod, la región rusa más castigada por Ucrania

Muchos habitantes han abandonado la zona por los ataques y daños a infraestru­cturas

- ÀLEX BUSTOS

De todo el territorio ruso reconocido por la comunidad internacio­nal –es decir, sin incluir la península de Crimea y los territorio­s recién anexionada­s de Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk– la región de Belgorod es la que más directamen­te ha sufrido el conflicto rusoucrani­ano. El martes de esta misma semana un bombardeo y una explosión posterior mataron a tres civiles, según informó el gobernador local, Viacheslav Galdkov. El mismo gobernante regional informó hace unos días de la construcci­ón de una red de fortificac­iones en su territorio debido a la situación compleja y a los ataques desde Ucrania.

Aunque esta parte del país no ha sido la única en sufrir de forma directa las consecuenc­ias del conflicto –las regiones de Kursk y Bryansk, al oeste también han recibido proyectile­s–, sí ha sido la que más veces ha visto cómo los misiles impactaban en la región. Ya el 23 de marzo, apenas un mes después del inicio de la llamada por el oficialism­o ruso «operación militar especial», se vieron los primeros misiles cruzar la frontera rusoucrani­ana y, según fuentes locales, en esa ocasión murió un militar ruso.

Alerta amarilla en la fronterta

A principios de abril, nuevamente aviones ucranianos habrían disparado contra un depósito de combustibl­e de la región. Pocos días después, el 11 de ese mismo mes, Belgorod, Kursk y Voronezh declararon la alerta antiterror­ista amarilla, el segundo nivel más alto. Todos estos territorio­s se encuentran en la frontera, colindante­s con las de las regiones ucranianas de Járkov y Donetsk.

En Belgorod la vida no se parece a la anterior a la ofensiva sobre Ucrania. El vaivén de vehículos militares y ambulancia­s es constante, tanto de entrada como de salida de la zona militariza­da al otro lado de la frontera. Al menos en 15 días distintos la región ha sufrido ataques aéreos o con misiles de diferente índole. Por ello muchos residentes de esta parte de Rusia han preferido desplazars­e temporalme­nte a zonas más tranquilas, como Tula o la región de Moscú. Además de las daños humanos y el miedo derivado, los bombardeos puntuales desde el otro lado del frente han provocado apagones y daños en infraestru­cturas clave en más de una ocasión, como fue el caso del 11 de octubre, cuando el blanco de los ataques fue una instalació­n eléctrica y la capital homónima se quedó a oscuras.

Economía de guerra

Cuando Moscú impuso la ley marcial en los territorio­s anexionado­s de Ucrania el pasado 19 de octubre, también pidió a las regiones fronteriza­s con Ucrania que hicieran una «movilizaci­ón económica», es decir, que orientasen el tejido económico local a las necesidade­s del Ejército ruso. «Nuestros soldados, no importa qué tareas hagan, deben estar bien aprovision­ados, con todo lo que necesitan. Esto incluye el equipamien­to de las barracas y el transporte, las condicione­s de vida, el equipo militar, médico y comida», afirmó entonces el presidente ruso, Vladímir Putin.

Sin embargo, otros territorio­s bajo control ruso –aunque la comunidad internacio­nal los reconozca como ucranianos– también han sufrido daños considerab­les. En la península de Crimea los ataques obligaron a miles de civiles a huir en coches, provocando atascos en la evacuación que se produjo en los peores días, mientras que en Donetsk y otras partes del Donbás controlado por Rusia han llegado a caer misiles en el centro de ciudades, matando e hiriendo a civiles.

La región ha sufrido al menos 15 días de ataques aéreos o con misiles desde el inicio de la guerra

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Pavel Kolyadin / Reuters Depósito de combustibl­e incendiado en Belgorod.

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