Los mercenarios de Wagner
La milicia privada, dirigida por uno de los allegados de Putin, se curtió en África, Siria y Venezuela antes de participar en la guerra de Ucrania.
La respuesta del grupo Wagner, liderado por Yevgeny Prigozhin, a la declaración del Parlamento Europeo de Rusia como estado patrocinador del terrorismo no se ha hecho esperar: la Eurocámara recibió el jueves una maza ensangrentada dentro de una funda de violín. La herramienta cuenta con símbolos de Wagner y una montaña de calaveras grabadas y manda una señal muy clara, ya que es un guiño a la última ejecución de un desertor, Yevgeny Nuzhin.
El mismo Prigozhin, también apodado el cocinero de Putin por su proximidad al presidente ruso y su anterior trabajo como proveedor del Kremlin, celebró su ejecución a golpes y dijo que «Nuzhin traicionó a sus camaradas y a su pueblo». A pesar de ello, responsabiliza a los servicios secretos de Estados Unidos del asesinato, sin aportar pruebas. El fallecido era un prisionero de una cárcel rusa y fue reclutado para ir al frente ucraniano, aunque optó por escapar y vivió un tiempo en la capital ucraniana hasta que lo encontraron y mataron. Hay numerosos vídeos en los que se ve a líderes de Wagner, entre ellos uno parecido al propio Prigozhin, reclutando a reos en las prisiones de diferentes partes de Rusia prometiendoles la libertad tras seis meses en el frente mientras reciben un salario por encima de la media nacional.
«Grupo de patriotas»
Hasta hace poco, el cocinero de Putin negaba formar parte o haber participado en la creación de Wagner, también conocido como «la orquesta» o «los músicos». A finales de septiembre de este año no solo reconoció formar parte de él, también haber sido un actor importante en su creación. «Limpié las viejas armas yo mismo, busqué los chalecos antibalas y empecé a juntar a especialistas que me pudieran ayudar con esto. Desde el 1 de mayo de 2014, un grupo de patriotas había nacido, que más tarde se llamarían el grupo Wagner».
La elección del nombre no es casual, el compositor alemán Richard Wagner era uno de los favoritos de Adolf Hitler y algunos miembros de este grupo han expresado abiertamente su adherencia al imaginario ultra luciendo esvásticas, soles negros y otros símbolos nazis. Uno de los cabecillas, Dmitri Utkin, luce tatuajes como un águila o el símbolo de las SS. Moscú ha negado en repetidas ocasiones la existencia de este grupo, aunque ha llegado incluso a promocionarse en las calles de Rusia para incrementar sus filas.
De la misma forma que Academi –antes conocida como Blackwater– actúa para Estados Unidos, Wagner lo hace para Rusia. Se ha
confirmado su presencia en diferentes países, entre ellos Mali, Sudán, Madagascar, Libia, Venezuela, Mozambique y Ucrania, mientras que otros países como Burkina Faso se muestran receptivos a trabajar con el grupo para combatir a militantes islamistas. Se les acusa de numerosos delitos contra la humanidad y de guerra. En Siria, entre otros, de decapitar a un civil. En República Centroafricana, periodistas rusos que investigaban sus posibles crímenes fueron asesinados antes de poder acabar su trabajo. En Ucrania, la inteligencia alemana les señala como responsables de las muertes de Bucha.
A pesar de ello, han gozado de películas propagandísticas benevolentes con ellos, como es el caso del filme Turista (2021), en el que se cuenta una «misión épica» en República Centroafricana o el caso más reciente, el documental de RT Grupo Wagner, contrato con la patria, del que la propia cadena destaca: «Acaso la única certeza unánimemente admitida sobre el Grupo Wagner es su eficacia en el combate».
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