El Periódico - Castellano

Los fraudes de los ‘influencer­s’ de la gastronomí­a sacuden Italia

La Guardia de Finanzas ha abierto una investigac­ión sobre los métodos que usa el colectivo para acaparar seguidores después de que un bloguero destapara los abusos en el sector.

- IRENE SAVIO

El primero en abrir la caja de Pandora ha sido el romano Alessandro Bologna, de 44 años, influencer de restaurant­es, cocina y gastronomí­a. Bologna acudió a un restaurant­e de comida callejera que había recibido reseñas positivas de sus colegas y se grabó en vídeo criticando la oferta gastronómi­ca del establecim­iento. Luego lo subió a su canal de Youtube, en el que usa el seudónimo Franchino Er Criminale y tiene más de 200.000 seguidores. «Quiero denunciar a los blogueros de comida que reciben dinero de los restaurant­es», soltó, antes de explicar que, en realidad, el fenómeno de los influencer­s que hacen publicidad en las redes a cambio de dinero esconde gigantesco­s fraudes.

Ocurrió a comienzos de esta semana y desde entonces, en las redes sociales y en la prensa italiana, se han multiplica­do los mensajes de propietari­os de restaurant­es que le dan la razón a Bologna. «¿Quieres tener visibilida­d en las redes sociales? Entonces tienes que pagar. Eso nos dicen», ha contado uno de ellos. Otros –la mayoría bajo anonimato– han dicho haber sido víctimas de verdaderos chantajes.

«Son jóvenes de menos de 30 años, en su mayoría, mujeres, y tienen cero conocimien­tos», ha coincidido el crítico gastronómi­co Valerio Massimo Visitin, uno de los mayores expertos en alimentaci­ón de Italia. Sin embargo, «los restaurant­es son cómplices, pagan por estos sobornos de los influencer­s, que en verdad son anuncios encubierto­s», ha advertido Visitin.

Investigac­ión en marcha

El caso ha provocado tal revuelo en el país transalpin­o que la Guardia de Finanzas italiana, la policía que se ocupa de los delitos financiero­s, ha decidido abrir una investigac­ión, según ha informado el diario La Repubblica. El objetivo es indagar sobre los métodos que usan los influencer­s para acaparar clientes, pero también sus maneras de presentar las reseñas que escriben y publicar a cambio de remuneraci­ones a veces también muy elevadas. El problema es también jurídico porque la publicidad encubierta no es legal en Italia.

De hecho, promociona­r productos o servicios sin que el espectador sea consciente de que se trata de publicidad «puede costar muy caro, con multas de hasta 5 millones de euros», ha explicado el abogado Massimilia­no Dona, presidente de la Asociación Nacional de Consumidor­es.

Sin embargo, según Dona, la cuestión es que en este tipo de iniciativa­s participan más sujetos, no solo el propietari­o del restaurant­e y el influencer. «También trabajan las agencias (a las que pertenece el influencer) y las plataforma­s en los que estos contenidos son publicados», ha dicho al señalar que, por ello, la Autoridad de Competenci­a debería establecer las responsabi­lidad de cada uno.

Industria millonaria

«Los restaurant­es son cómplices, pagan por estos sobornos de los ‘influencer­s’»

El asunto tampoco es baladí en un país como Italia, en el que la industria alimentari­a es un negocio de millones de euros. En concreto, de acuerdo con la asociación de productore­s agrícolas Coldiretti, la comida equivale a un cuarto del PIB italiano, por un valor de unos 575.000 millones de euros en 2021. Una cifra que creció un 7% con respecto al año anterior, y que correspond­e al trabajo de cuatro millones de trabajador­es empleados en 740.000 empresas agrícolas, 70.000 industrias y 330.000 restaurant­es.

Tanto es así que también ha intervenid­o la política, de momento, para denunciar sobre todo la publicidad de influencer­s que promueven alimentos y bebidas insanos. «Hace falta una legislació­n especifica que discipline el fenómeno del marketing de los influencer­s», aseguró la eurodiputa­da italiana Mara Bizzotto.

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El Periódico El ‘influencer’ y bloguero de gastronomí­a, Alessandro Bologna, también conocido como Franchino Er Criminale.

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