Neil Young & Crazy H... ‘World Record’
Como últimamente publica discos a razón casi anual, es fácil acabar pensando que Neil Young ha accedido a una especie de piloto automático y dejar de prestarle atención. Alto ahí: World record es, como Barn (2021) o Colorado (2019), una obra con su lógica propia, su aura y su alquimia instrumental. Y cautivadoras canciones, plasmadas de la mano de un grande de la producción, Rick Rubin, en su estreno con el trovador canadiense.
Rubin no se ha marcado aquí un Johnny Cash (correctivo acústico radical) sino que ha dejado hacer a Young con la compañía de Crazy Horse (alineación actual: Billy Talbot, Ralph Molina y Nils Lofgren), combo con el que ya lleva grabados tres álbumes seguidos, lo cual nunca había sucedido. Álbum grabado en vivo en el estudio, transmite la preceptiva crudeza y naturalidad, si bien se sitúa muy lejos del bíblico sonido levantisco caracterizado por esta tropa (pensamos en trofeos como un Ragged glory, 1990), y ahonda en medios tiempos y cadencias recogidas. En siete de las 11 canciones, Young toca el piano o el armonio en lugar de la guitarra eléctrica, empezando por la apertura, ese Love Earth en el que desliza dulces versos sobre el agua cristalina y la pureza del cielo.
No estamos solos
Vemos a Neil Young en una carta de amor a la madre Tierra escrita desde un estado embelesado, con más enamoramiento que furia o protesta (que la hay). Baladas campestres conmovedoras, como This old planet (Changing days), donde nos recuerda que no estamos solos en este planeta («y sigue siendo todo tuyo para hacer lo que puedas»), y alegatos antibelicistas entre armonías vocales acogedoras, en Walkin’ on the road, donde nos sitúa a todos «caminando hacia el futuro de la humanidad».
La arquitectura sónica transmite