El Periódico - Castellano

El partido de los hijos de...

Giovanni Reyna y Amir Abedzadeh repiten en Catar el histórico EEUU-Irán que disputaron sus padres en el Mundial de 1998. El once asiático tiene una oportunida­d de oro para pasar a octavos.

- JOAN DOMÈNECH

El debut con gol del estadounid­ense Timothy Weah afloró el apellido de uno de los grandes nombres del fútbol. Su padre, George Weah, fue Balón de Oro en 1995, es liberiano y el actual presidente del Gobierno. Al día siguiente aparecía en el campo Marcus Thuram con Francia, hijo de Lilian, defensa campeón del mundo en 1998.

Simple introducci­ón para tratar del Estados Unidos-Irán, un partido que la política convierte en relevante más de lo estrictame­nte futbolísti­co. Será un encuentro que jugarán dos hijos, de apellidos menos ilustres, pero cuyos padres participar­on en el histórico duelo del Mundial-98.

Giovanni Alejandro Reyna es hijo de Claudio Reyna, vieja leyenda internacio­nal estadounid­ense y participan­te en cuatro Mundiales (de 1990 a 2002). Nació en Sunderland y, como su padre, tiene suficiente calidad como para jugar en Europa. Gio, de 20 años, lo hace en el Borussia Dortmund.

El otro padre es Ahmad Reza Abedzadeh,de 56 años. Era el portero y capitán de Irán. Su hijo es

Amir Abedzadeh, nació en Teherán hace 29 años y defiende la portería de la Ponferradi­na, de Segunda División. Jugó 11 partidos antes de incorporar­se a la selección, donde es el tercer portero.

Los hijos afrontan un partido de mayor interés deportivo. Irán disfruta en su quinto Mundial de una ocasión única para acceder a los octavos. Pasará si gana a EEUU y también si empata y Gales no golea a Inglaterra en el triple empate que se produciría.

Carlos Queiroz, el entrenador portugués que dirige al conjunto asiático, admitió que se trata de un partido especial, pero restó la sobreexcit­ación que palpaba.

Hacer feliz a la gente

«Nuestra misión es crear entretenim­iento y hacer feliz a gente durante 90 minutos», afirmó, como si fuera un propósito menor. Queiroz, exseleccio­nador de Portugal, Irán (nueve años, de 2011 a 2019), Colombia y Egipto antes de volver a Teherán, expuso su tesis a continuaci­ón: «Nací en Mozambique y cuando solía ir a trabajar no sabéis el efecto que puede tener una pelota en niños que llevan uno o dos días sin comer y que no tienen para vestirse. Cuando parábamos los coches y les poníamos una pelota en el parque, no podéis imaginar la magia del momento: sus caras de tristeza cambiaban en una sonrisa al instante», afirmó.

Gregg Berhalter, su colega en el banquillo norteameri­cano, se mostró menos prosaico. Debería presentar resultados para mantenerse en el cargo y continuar hasta el Mundial 2026 que coorganiza­rán EEUU, Canadá y México. Intuyó el cariz político de las preguntas y cortó por lo sano: «El partido será muy disputado por el hecho de que ambos equipos quieren pasar a la siguiente ronda, no por la política de nuestros países.

Somos futbolista­s, vamos a competir y ya está».

Aquel duelo del 21 de junio de 1998 en el estadio Gerland de Lyon no se parece al de esta noche en el estadio Al Thumama, en Catar. Era la primera vez que coincidían sobre un terreno de juego minado por un conflicto político que había empezado 20 años antes.

Desde que se conoció en el sorteo que habían quedado emparejado­s en el mismo grupo, empezaron los preparativ­os. Lejos del césped. En los despachos, y en las estancias políticas, donde tantas veces se enmaraña el fútbol. La foto de los 22 futbolista­s juntos retrató el clima de concordia y paz. Los estadounid­enses fueron a saludar a los futbolista­s iranís y estos les obsequiaro­n con una flor.

Fue un acontecimi­ento mayor en Irán que en Estados Unidos, donde el fútbol carece de arraigo pese a que se había disputado el Mundial de 1994 en sus ciudades. Y fue un acontecimi­ento mayor también después. Por el resultado. Irán ganó (2-1). Marcaron Hamid Estili y Mehdi Mahdavikia antes de que MacBride recortara. Ambas quedaron eliminadas en un grupo que compartier­on con Alemania y Yugoslavia, muy superiores.

El padre de Reyna es una leyenda, con cuatro Mundiales; el de Abedzadeh fue el meta titular iraní

 ?? Al Rayyan / Reuters ?? Amir Abedzadeh abraza a un compañero de equipo.
Al Rayyan / Reuters Amir Abedzadeh abraza a un compañero de equipo.

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