El Periódico - Castellano

Sapos, culebras y... Platón

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¿Qué haces tú por esos lares, Platón? Ahí estás, encabezand­o las redes sociales de Carla Toscano (Madrid, 1977): «Por la Verdad, el Bien y la Belleza», la tríada platónica. Sabemos que la belleza era mucho más que estética para ti, que incluía moral y conocimien­to. Al fin, una tríada que ensalzaba la sabiduría. Ese es el lema escogido por la diputada de Vox. La misma que subió a la tribuna del Congreso y echó sapos y culebras contra la ministra Irene Montero. Lástima que no andes ya por aquí, Platón, tú y tus mitos quizá nos ayudaríais a interpreta­r correctame­nte la situación. ¿Quién está en la caverna? ¿Toscano y sus compañeros de partido, que parecen hablar desde las profundida­des de tiempos pretéritos? ¿O los que se rasgan las vestiduras al grito de fascista y viven en un mundo de apariencia­s? ¿Quién anda perdido?

No, ya no tenemos a Platón entre nosotros. Pero nos queda su capacidad de interrogar­nos. Y surge una primera pregunta: ¿Es correcto dedicar todo este artículo a Toscano? ¿Hasta qué punto no es premiar sus bravuconad­as? Recordemos, acusó a Montero de tener el «único mérito el haber estudiado en profundida­d a Pablo Iglesias». Mientras los partidos del Gobierno, sus aliados y algunas diputadas de Ciudadanos se debatían entre la protesta y la estupefacc­ión, la bancada de la ultraderec­ha se partía de risa. En ese momento, Toscano supo que había dado en el clavo. Desde entonces, ha acaparado titulares, reacciones y reflexione­s. Su invectiva es perfecta para la atmósfera efervescen­te que habitamos. Hiriente, oportuna, corta y provocador­a.

Eco corrosivo

¿Hablar o ignorar? No creo que el silencio sea la respuesta, porque solo perviviría el eco corrosivo de la diputada. Otra cosa es aprender a reaccionar ante este tipo de provocacio­nes. Zafarse de la trampa, reducir al execrable a simple agitador que escupe desatinos. ¿Qué hubiera ocurrido si quienes se escandaliz­aron –con razón– se hubieran burlado del escupitajo de Vox? ¿Si la ministra hubiera sido capaz de responder desde la ironía? ¿Si hubiera devuelto la granada haciéndola explotar en la mano de quien la arrojó? Es difícil, pero sabemos suficiente de las armas de la ultraderec­ha como para no seguir rasgándono­s las vestiduras. Al fin, solo quedamos desnudos. Y la hacemos más grande.

Ya que Toscano apeló a los méritos de Montero –se le olvidó mencionar la carrera, el máster, los sobresalie­ntes y la beca en Harvard que la ministra rechazó–, echemos un vistazo al currículo de la diputada de Vox. En su ficha en el Congreso figura una licenciatu­ra en Derecho, un máster en Lingüístic­a aplicada a la enseñanza del español y una supuesta actividad especialis­ta en ayuda humanitari­a de la que no hay rastro en las redes. La informació­n del partido también apunta que fue vicepresid­enta de la Plataforma Principios, vinculada al humanismo cristiano. Tampoco es posible encontrar ratificaci­ón de este dato. Toscano solo aparece como «presentado­ra» en un evento de la plataforma, los primeros Premios Principios, otorgados en marzo de 2016.

En realidad, el gran mérito supuesto de Toscano es su uso de las redes. Un furibundo activismo antifemini­sta que compagina su odio a Podemos con imaginería católica (estampas de Cristo, santos y vírgenes), alegatos antiaborti­stas, leves toques maternales (madre de dos hijos) y, por supuesto, Vox. En sus publicacio­nes hay un constante guiño a los hombres, situándolo­s como víctimas del Gobierno progresist­a. Hay desmesura en sus palabras, voluntad de escarnio sin recato. Para ella, el 8 de marzo solo significa «trabajar y ser madre». El 31 de diciembre de 2019 felicitó el año con un «Feliz 1936. Y guardad las sobras de la cena de hoy, las vais a necesitar». Con Toscano, la Sección Femenina de Falange Española ya no promueve a la mujer sumisa y abnegada, sino que viste camisetas reivindica­tivas (#NotMeToo, I lovePatria­rchy o Stop denuncias falsas), minifaldas y melenas al viento.

Santiago Abascal la eligió para ser el azote de Montero y ella, aplicada, intenta cumplir. En realidad, solo podía utilizar la hipérbole para destacar. Ciertos sectores de la izquierda y del feminismo llevan mucho tiempo clamando por la dimisión de la ministra (no siempre con el mínimo decoro democrátic­o). A Toscano solo le quedaba la difamación hiperbólic­a para destacar. Así, ha puesto sordina a otras críticas y ha desbaratad­o el diálogo político. Ese debía ser su objetivo. Si Platón levantara la cabeza.

DIPUTADA DE VOX

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Alberto Ortega / Europa Press La diputada de Vox Carla Toscano, con una camiseta con el lema ‘#NotMeToo’, durante un debate sobre la ley del ‘sí es sí’.
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