De Bette Davis en ‘Perry Mason’ a Hulka
Según los datos de la American Bar Association, las mujeres ocupaban un 20% de los puestos legales en 1991, en contraste con el 8% de 1980 o el 3% de 1971. Eso explicaría, aunque no justificaría, que cuando a principios de los 60 Raymond Burr tuvo que ausentarse del rodaje de Perry Mason por cuestiones de salud, de los cuatro intérpretes elegidos para sustituirlo en episodios especiales, solo uno fuera mujer: la mismísima Bette Davis, en la entrega de la serie emitida el 31 de enero de 1963.
Hay que saltar un par de décadas para encontrar abogadas televisivas que no fueran una curiosidad aislada y visitaran nuestro salón semana a semana. Dos en concreto se instalaron con fuerza en el imaginario colectivo: la defensora pública Joyce Davenport (Veronica Hamel), novia secreta del capitán Furillo en Canción triste de Hill Street,y Grace van Owen (Susan Dey) de La ley de Los Ángeles, fiscal de distrito convertida en abogada corporativa de solo aparente gelidez.
La explosión de los 90
Pero fue en la década posterior cuando, por fin, encontrar a abogadas y juezas en las series pasó de ser lo inspirador a lo natural. Podemos hablar de Melissa Gilbert y Cecily Tyson como socias de un pequeño bufete en Dulce justicia. O de La juez Amy, con Amy Brenneman, hija ella misma de jueza y abogado, como jueza de un tribunal de menores. Pero, sobre todo, debemos volver a La ley de Los Ángeles para sacar a relucir la figura
Los bufetes televisivos fueron creciendo en presencia femenina paralelamente al aumento del porcentaje de abogadas y juezas en EEUU. Los 90 fueron una década de explosión (‘Ally McBeal’, ‘El abogado’) y a partir de la primera década de los 2000 llegaron algunos de los mejores.
de David E. Kelley, guionista curtido en ese clásico moderno que después creó por su cuenta títulos populares sobre las grietas del sistema legal y las personas falibles detrás de su maquinaria.
En 1997, Kelley nos presentó a Ally McBeal (Calista Flockhart), personaje tan popular como puesto en cuestión por el feminismo, que consideraba a esta abogada fantasiosa e insegura todo un peligro para la causa. Una famosa portada de la revista Time se preguntaba si McBeal había arruinado los logros de Susan B. Anthony, Betty Friedan y Gloria Steinem. Algo parece bastante claro: probablemente ninguno de sus 112 episodios habría superado con éxito el hoy famoso test de Bechdel. Quizá en el intento de redimirse proponiendo otras variantes, Kelley surtió después El abogado de (a pesar de lo que pueda sugerir ese título español) abogadas muy diferentes entre sí. Y lo mismo ha estado haciendo hasta la reciente Goliat.
la primera década del siglo XXI suele recordarse como la era de los antihéroes masculinos, aquellos hombres difíciles a los que se admiraba no a pesar, sino debido a sus peores defectos. Pero alguna mujer complicada también hubo: recordemos a la Patty Hewes (Glenn Close) de Daños y perjuicios, abogada de litigio a la que mejor tener de tu parte, como descubre su protegida Ellen Parsons (Rose Byrne).
El personaje de Julianna Margulies en The good wife también es multidimensional. Si en la coetánea Suits se mostraba a la líder de bufete Jessica Pearson (Gina Torres) casi como una persona sin vida fuera del trabajo, la Alicia Florrick de Margulies se podía permitir más de un propósito y de una faceta: volvía a trabajar como abogada tras una década dedicada a criar a sus hijos, pero ni se olvidaba entonces de esos hijos ni acababa haciendo su trabajo solo para mantenerlos, sino también por el gusto de ganar casos.
Un cuarto de siglo antes del triunfal regreso de Florrick al trabajo, otra abogada había vuelto exitosamente de la crianza de vástagos a la vida profesional: la escrita y encarnada por Ana Diosdado en Anillos de oro, asociada con el abogado interpretado por Imanol Arias en un despacho especializado en causas matrimoniales. Como hace poco se había aprobado la ley que volvía a permitir el divorcio, a Lola y Ramón no les faltó trabajo, más bien al contrario.
Durante los últimos 10 años, la abogada exhortativa pero humana se ha asentado como heroína televisiva. Traten de nombrar a un abogado ficcional de referencia de los últimos años y se equivocarán: la verdadera heroína de Better call Saul es, todo el mundo lo sabe, la abogada Kim Wexler (Rhea Seehorn), lo más parecido a un centro moral en la serie de Vince Gilligan y Peter Gould.
Otro gran spin-off, The good fight, cedió protagonismo entre 2017 y este mismo año a la abogada liberal Diane Lockhart (Christine Baranski) de The good wife,
acompañada en sus asuntos profesionales y también personales por otras mujeres, como su ahijada Maia Rindell (Rose Leslie) o la favorita de fans Lucca Quinn (Cush Jumbo). Era imposible apartar la mirada de Baranski, igual que de Viola Davis en Cómo defender a un asesino, traducción tímida y engañosa de un título más parecido a Cómo salirte con la tuya en un asesinato. El personaje de Davis era una profesora de Introducción al Derecho Penal que reclutaba a un puñado de alumnos para que le ayudaran en casos reales, incluyendo quizá el de su propio crimen.
En el caso de She-Hulk: Abogada Hulka, hablamos menos de un personaje con claroscuros que de una heroína de verdor cegador. La abogada criminalista Jennifer Walters (Tatiana Maslany) se convierte en versión femenina de su primo Hulk (Mark Ruffalo) por accidente, pero al contrario que aquel no pierde facultades intelectuales cuando se transforma.
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Una de las series de mayor éxito con una abogada como protagonista fue ‘Ally McBeal’, en 1997