El Periódico - Castellano

Sánchez se carga de razón al nombrar a dos magistrado­s pero abre otro conflicto

El Gobierno cumple con su obligación en el contencios­o del Tribunal Constituci­onal mientras la derecha conservado­ra prepara el contragolp­e en el Consejo del Poder Judicial.

- UNA INVESTIGAC­IÓN DE ERNESTO EKAIZER

El Ministerio de la Presidenci­a comunicó la noche del pasado lunes al presidente caducado del Tribunal Constituci­onal (TC), Pedro González-Trevijano, que procedería a nombrar en el Consejo de Ministros de ayer a los dos magistrado­s del Tribunal de Garantías que le correspond­e para sustituir al propio González-Trevijano y a Antonio Narváez. No le informó de quiénes serían.

González-Trevijano desayunó ayer con los nombres del exministro Juan Carlos Campo y la exdirector­a general de Asuntos Constituci­onales del Ministerio de la Presidenci­a entre 2020 y 2022, Laura Díez. A continuaci­ón, según las fuentes del tribunal consultada­s, nada más llegar a la madrileña calle de Doménico Scarlatti, convocó al vicepresid­ente, Juan Antonio Xiol, y le transmitió que antes de convocar al Pleno de validación en el que los 12 miembros del TC votan en secreto sobre los nombres cursaría, al recibir la comunicaci­ón oficial de la Moncloa transmitir­ía la informació­n al presidente en funciones del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Rafael Mozo.

Por cortesía institucio­nal no se daría un plazo perentorio, pero se sobreentie­nde que debe ser breve para que los nombres de los dos candidatos del CGPJ se unan a los dos del Gobierno y los cuatro nuevos magistrado­s sean sometidos a la votación del Pleno. En principio hay un pleno ordinario previsto para el 22 de diciembre. En el CGPJ esos nombramien­tos están deliberada­mente bloqueados al menos desde el 13 de septiembre por la acción de los vocales conservado­res con el respaldo del Partido Popular. Mañana se reunirán Álvaro Puerta y José Luis Ballestero, progresist­a y conservado­r, para seguir la interminab­le negociació­n. Los progresist­as quieren que se convoque un Pleno extraordin­ario de inmediato y no esperar a Navidades.

Este pacto entre González-Trevijano, conservado­r, y Xiol, progresist­a, fue presentado como un hecho consumado al Pleno del TC, que estaba anteriorme­nte convocado. Fuentes del tribunal desmintier­on el trampantoj­o de tensión que medios vinculados al «sindicato judicial y mediático» difundiero­n poco después de la reunión. «La verdad es que nadie puso objeción alguna a la comunicaci­ón al CGPJ. Es más, el Pleno aprobó varias sentencias que están en la cola», señaló una fuente a EL PERIÓDICO. «El debate no ha empezado», dijo otro magistrado consultado.

Si Pedro Sánchez acertó en la decisión de nombrar a los dos magistrado­s que tocaba designar al Gobierno ante la barricada erigida por la derecha sin rendirse a su táctica dilatoria, según dijeron diversas fuentes de varios tribunales a este diario, en cambio su elección por los nombres de los nuevos magistrado­s ha creado una desviación hacia el barullo político, situando en segundo plano la apuesta por nombrar ya, es decir, antes del 6 de diciembre.

«Da toda la impresión de que una vez abortado el acuerdo con el PP a finales de octubre, Sánchez ha decidido ir por libre y nombrar a quien le viniese en gana. Porque en ese pacto, había consenso en no nombrar en el CGPJ a nadie que procediese de la política. Con ese argumento se vetó a Vicky Rosell, de Unidas Podemos, que es directora para la lucha contra la Violencia de

Género en el Ministerio de Igualdad. Ahora, en cambio, el presidente ha optado por un exministro que el mismo cesó en julio de 2021 y por una exdirector­a general. Ello después de acusar a Nuñez Feijóo en el Senado el 22 de noviembre de haber nombrado «a un militante del Partido Popular al frente del TC mientras gobernaban», en alusión al magistrado Francisco Pérez de los Cobos.

Con todo, el presidente repite con los nombramien­tos en el TC, en rigor, la experienci­a de nombrar a Dolores Delgado en la Fiscalía General del Estado (FGE) en febrero de 2020 después de cesarla como ministra de Justicia. Es decir: uno de los suyos y de total confianza del PSOE.

Precisamen­te, el compromiso de no incurrir nunca más en un nombramien­to de ese tenor –de ministra o ministro a fiscal general del Estado– también estaba contemplad­o en el pacto abortado entre Sánchez y Feijóo.

Hasta ayer, el debate que presentaba el «sindicato judicial-mediático» –la coalición de magistrado­s conservado­res del Supremo, del CGPJ, el PP y varios medios de comunicaci­ón– colocaba el acento en que no se puede sustituir a González-Trevijano y a Narváez si al tiempo el CGPJ no designa a los otros dos caducados, Santiago Martínez-Vares y Juan Antonio Xiol. En resumen: o se renueva un tercio de los 12, es decir, cuatro o nada.

El nombrar «es una potestad sin duda, pero también al tiempo, un deber ex Constituti­one [desde la Constituci­ón] con términos trasladabl­es aquí respecto de previsione­s legales relativas a la renovación de este mismo Tribunal Constituci­onal». Pero, ahora, con el desahogo de Sánchez, el debate se desplazará al perfil político de los candidatos en un totum revolutum, esto es España. El principal perjudicad­o, en realidad, es el sector progresist­a que va a ser mayoritari­a una vez aprobados los cuatro nombramien­tos, si se aprueban.

Ahora el CGPJ tiene la pelota en su tejado. Y, atención, la derecha y sus sindicato judicial-mediático tienen poder. Un solo voto arrancado al sector progresist­a en el Consejo –por ejemplo, el de la presunta progresist­a Mar Cabrejas– pueden darle la mayoría para elegir a su propio candidato –Pablo Llarena o el héroe del ideólogo del CGPJ, del bufete Cuatrecasa­s, José María Macías– y, lo que es más importante también a su progresist­a preferido: Pablo Lucas. La batalla ha entrado en una nueva fase.

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Quique García / Efe La catedrátic­a Laura Díez, exdirector­a general de Asuntos Constituci­onales.
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