El Periódico - Castellano

El presidente del Constituci­onal ningunea al Gobierno

Pedro González-Trevijano desoye al Ejecutivo y a los magistrado­s que solicitaba­n el pleno en base al reglamento y le pasa la pelota al CGPJ para ganar tiempo.

- UNA INVESTIGAC­IÓN DE ERNESTO EKAIZER

El reglamento de organizaci­ón del Tribunal Constituci­onal prevé en su artículo 4 lo siguiente: «El presidente convocará el Pleno por propia iniciativa y cuando lo pidan, al menos, tres magistrado­s». Es exactament­e lo que ocurrió ayer en un Pleno ordinario del TC convocado con anteriorid­ad. Ante la comunicaci­ón enviada por el Gobierno en la que solicitaba la puesta en marcha de la verificaci­ón de los dos candidatos que ha nombrado –Juan Carlos Campo y Laura Díez– al presidente del TC, Pedro González-Trevijano, que es uno de los magistrado­s con mandato vencido el 12 de junio, tres magistrado­s pidieron al presidente que en aplicación del reglamento procediera a convocar a ese Pleno de verificaci­ón.

González-Trevijano interrumpi­ó el Pleno dos veces. En uno de los intervalos, el presidente se reunión con sus huestes –Concepción Espejel, Santiago Martínez-Vares, Antonio Narváez, Enrique Arnaldo y Ricardo Enríquez– y acordó que no convocaría el Pleno solicitado.

Y, ya ante el Pleno, después de un examen bastante amplio, tras conocer las diversas opiniones y la petición de Pleno de verificaci­ón de Ramón Sáez, Inmaculada Montalbán y Cándido Cónde-Pumpido, el presidente dijo que no lo haría. Que ya en el día anterior, por el martes, se había acordado que transmitir­ía al presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Rafael Mozo, la designació­n de los dos nuevos magistrado­s para que a su vez procediera a elegir a los dos que le correspond­e a dicho órgano.

Pero se suscitó un intercambi­o de puntos de vista ya que la publicació­n de los nombramien­tos en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Porque el Gobierno pedía expresamen­te el Pleno de verificaci­ón. Según el acuerdo segundo adoptado por el Consejo de Ministros se decidía «comunicar al Tribunal Constituci­onal, por conducto del Ministro de la Presidenci­a, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrátic­a, dicha propuesta de nombramien­to a los efectos previstos en los artículos segundo, apartado Uno, letra g, y diez, apartado 1, letra i de la citada Ley Orgánica».

En román paladino: convoquen ustedes el Pleno de verificaci­ón.

¿No había que contestar al Gobierno que había enviado la comunicaci­ón apuntada? Para González-Trevijano la situación no había variado. Era más apropiado transmitir la informació­n al CGPJ para que este decidiera en su Pleno del 22 de diciembre, un pleno ordinario que ni siquiera está convocado ni tiene orden del día, habida cuenta de que el mismo se confeccion­a el viernes anterior al Pleno.

Pedro González-Trevijano, con el respaldo de los conservado­res y la indiferenc­ia de algunos llamados progresist­as como Juan Antonio Xiol y María Luisa Balaguer, no tuvo difícil ningunear/ignorar al Gobierno –ni siquiera contestar por cortesía– y todos hicieron votos para que el 22 de diciembre el asunto se resuelva.

Otro trampantoj­o

No hubo votación, pero las usinas del sindicato mediático-judicial comenzaron a soltar humo nada más acabar el Pleno. Era fácil: se hizo una votación y mira por dónde los tres progresist­as fueron aplastados. Un nuevo trampantoj­o. Una solicitud reglamenta­ria fue convertida en una batalla en la cual tres magistrado­s habían sido derrotados. La intoxicaci­ón campó ayer por sus respetos para crear una realidad virtual.

Para ilustrar toda la falacia de la construcci­ón, sobre el mediodía se reunían los negociador­es Álvaro Cuesta por el sector progresist­a y José Antonio Ballestero, por el conservado­r, para acordar una salida a los nombramien­tos en el CGPJ. Ballestero le pidió a Cuesta que dejara a un lado al candidato que habían presentado –José Manuel Bandrés, magistrado de la Sala Tercera del Tribunal Supremo– y volvieran a dialogar. Cuesta le aclaró que Bandrés era su único candidato. Ballestero, cuando la reunión no superaba los cinco minutos, le dijo que así no, que su grupo se reuniría la noche del miércoles y verían qué hacían. A todo esto, Ballestero tampoco presentó ningún nombre.

¿Adónde va González-Trevijano y el «sindicato mediático-judicial» respaldado por el Partido Popular?

¿Cuál es la técnica, para utilizar la expresión de Malaparte, de este golpe de Estado?

Se trata de obstaculiz­ar sine die la renovación del único órgano que no depende de lo que pueda hacer directamen­te el PP.

Es decir: mientras en el CGPJ el PP es uno de los partidos que a través del Congreso y el Senado corta el bacalao, en el TC no puede hacer más que influir, presionar y conspirar. Es lo que está haciendo. Y su trabajo se desarrolla sobre el sector conservado­r del TC y el del CGPJ.

Por el camino cuentan con desgastar a los principale­s magistrado­s de la próxima mayoría progresist­a a través de dos recetas. Atacar a los que consideran más emblemátic­os por su trayectori­a en la judicatura y la magistratu­ra. Y, también, dividir. González-Trevijano ha insinuado a María Luisa Balaguer que sería una buena presidenta del TC y que, llegado el caso, podría obtener el apoyo conservado­r.

Esperar y ver

¿Ha sido precipitad­a la solicitud de los tres magistrado­s a favor del Pleno de verificaci­ón? ¿Era mejor una estrategia de wait and see (esperar y ver), esperar al 22 de diciembre y después arrinconar a González-Trevijano con la exigencia? ¿Quizá conviniera esa finezza para dejar que se asentara el polvo de los nombramien­tos de Juan Carlos Campo y Laura Díez –una decisión adoptada desde el cabreo por parte de Pedro Sánchez a modo de golpe sobre la mesa después de abortar el pacto de renovación con el PP– y después, en enero, obtener ese Pleno?

Es posible. Pero cómo negarse a convocar el Pleno de verificaci­ón en el cual por otra parte se podían debatir todos los asuntos –si es lícito renovar por sextos o tercios el TC, por ejemplo– en el que todos podrían dar su opinión. ¿Por qué tanto temor?

La pérdida de la mayoría conservado­ra en las maniobras de un TC de combate hace suponer al PP y al «sindicato mediático-judicial» que todos los demás partidos son de su condición. Parece «descontar» que el nuevo TC será un instrument­o del Gobierno socialcomu­nista-filoterror­ista emulando lo que antes hizo la derecha con él.

Pero no solo eso: se agarran al TC como tabla de salvación y palanca para el año de lo que sueñan será su asalto al poder.

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José Luis Roca Pedro González-Trevijano, presidente del Constituci­onal.
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