Dos ‘falsos pingüinos’ pasan el invierno en el Port Olímpic
Avistada una pareja de alcas, un ave del norte de Europa que migra al Mediterráneo cuando llega el frío, pero que no suele entrar en puertos.
El Port Olímpic de Barcelona puede presumir de una nueva medalla en biodiversidad. No la otorga ningún comité ni institución, sino dos curiosos expertos en aguas apetecibles, buen comer y tranquilidad invernal. Se trata de dos ejemplares de alca –en catalán gavot–, un ave propia del norte de Europa que cada invierno migra hacia el sur en busca de temperaturas más cálidas. Se la conoce en especial por su aspecto engañoso, ya que su color negro y blanco y la morfología recuerdan a un pingüino. No lo son, claro está, porque además de ser de familias diferentes, las alcas vuelan y los pingüinos no. En Barcelona y Catalunya se cuentan a miles los avistamientos acumulados, pero no es nada habitual que entren en un recinto portuario. «Es la primera vez que se detectan alcas en el Port Olímpic», confirmó Sito Alarcón, el director del Zoo de Barcelona. «Se encuentran bien aparentemente y han entrado aquí por azar», asume. «Aquí tienen agua limpia, protección frente a temporales, peces de los que alimentarse… ¡a bodas me convidas!», reía.
Biodiversidad urbana
Las alcas son originarias del hemisferio norte, por ejemplo las costas de Escocia e Irlanda o las islas Feroe danesas. «Es una especie muy común y cada año llegan al Mediterráneo muchos individuos, por lo que no es ninguna rareza verlos en Barcelona”, contextualiza. Sin embargo, los entornos humanizados no son su preferencia. «Nos lo tomamos como que las condiciones ambientales del Port Olímpic no están nada mal, porque si no estuvieran a gusto no se habrían quedado aquí», celebró. Llegaron hace una semana y por ahora no muestran señales de querer irse, aunque como máximo pueden llegar a permanecer hasta el inicio de primavera. Su presencia permite concienciar sobre la biodiversidad pero también expone a estas dos aves a visitas demasiado intrusivas. «La gente tiene que dejarlos tranquilos, como a cualquier animal que encuentren en el mar o en el bosque», advierte el director del Zoo.
■