‘La emperatriz rebelde’
«Nadie quiere a nadie. Pero si nos quisieran nos gustaría que fuera por lo que somos en realidad, no por lo que aparentamos ser». Es uno de los monólogos internos que aparecen en este biopic sobre Isabel de Baviera que juega a la irreverencia pero que contiene una gran carga reflexiva en torno a los corsés a los que han estado sometidas las mujeres. Sisí fue una monarca triste, quizá porque era demasiado inteligente para soportar el cinismo de la corte, de forma que los privilegios terminaron por consumirla.
Marie Kreutzer reactualiza la figura de esta heroína del pasado solo alabada por su belleza para adaptarla a los nuevos tiempos y acercarnos a su calvario palaciego casi a modo de pesadilla en la que la opulencia del entorno contrasta con la falta de libertad. En su intento, el personaje intenta rebelarse, incomodar, consciente de que su posición la protege de ser internada en un manicomio.
Vicky Krieps se sumerge en las contradicciones del personaje aportando luz y melancolía. Más allá de las peinetas a su marido, sus amoríos, los estupefacientes, de todo el catálogo de incorrecciones que se plasman en el filme de manera punki (y contemporánea), su esencia aparece en los momentos de soledad, en su mirada perdida, en sus ojos repletos de vacío existencial.
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