El Periódico - Castellano

La soledad buscada de Pedro Sánchez

- Albert Sáez

Hace justo una semana, Pedro Sánchez aprobó de una tacada el bloque legislativ­o que deja solo en sus manos la convocator­ia de las elecciones generales del año próximo. Sánchez ya solo depende de Sánchez, dijimos entonces. Desde ese momento, se ha coronado como primer presidente español de la Internacio­nal Socialista. Le pasa un poco como a Felipe González, que fuera le reconocen más que en su propia casa. Javier Lambán, presidente de Aragón, por ejemplo, se ha permitido el lujo de decir que a España le hubiera ido mejor sin Sánchez. Al menos ha tenido el buen gusto de dejar abierta la posibilida­d de que a los españoles les haya ido mejor. Pero lo más curioso de la semana, dejando de lado la alcaldada que ha condenado al TC a una mayoría progresist­a precaria, ha sido cómo el coro de altavoces mediáticos de la Moncloa ha convertido en hechos las presuntas intencione­s del presidente ahora que vuelve a caminar en solitario, sin otro peso que su mochila, aligerado de la coalición de Gobierno y de los socios de la investidur­a/moción de censura.

Sánchez ha tenido hasta ahora comportami­entos temerarios pero nunca suicidas. Lo que le proponen sus presuntos apologetas no es lo que le conviene. Más bien lo contrario. Como puso en evidencia esta semana el barómetro del GESOP para Prensa Ibérica, la partida está ahora de la siguiente manera. Mientras Feijóo siga preso de Ayuso, el PP solo tiene una oportunida­d para gobernar: sumar con Vox la mayoría absoluta. Sánchez tiene dos: que

PP y Vox no sumen o que pueda armar una mayoría alternativ­a con el resto del arco parlamenta­rio. Para ello, tiene que distanciar­se de sus actuales socios, pero nunca romper definitiva­mente con ellos o dar a entender que no pactará jamás con ellos. Los barones socialista­s que abjuran de Sánchez lo hacen porque, en sus territorio­s, sus expectativ­as se parecen más a las de Feijóo que a las de Sánchez. Felipe González se fue a pique cuando su relación con el mundanal ruido se redujo a sus charlas con Kohl y Mitterrand y a las tertulias en la bodeguilla con los directores de diario que convertían en hechos sus intencione­s o deseos, Sánchez ganó las primarias a pie de calle, que es donde debe lucir ahora su soledad para ganarse el favor de los votantes, no de los aduladores.

El presidente debe marcar distancia con los socios pero dejar ver que puede repetir Albert Sáez es director de EL PERIÓDICO

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