El espionaje sacude la política griega
Periodistas griegos revelan que los servicios secretos espiaron sistemáticamente a políticos, empresarios y reporteros durante los últimos años, en algunos casos usando sistemas ilegales.
Stavros se enteró de casualidad, en noviembre pasado, al abrir un periódico. Su nombre, Stavros Malichudis, no estaba en el texto ni en los documentos filtrados, pero los detalles eran claros: según Efsyn, un periodista que investigaba la historia de un menor refugiado encarcelado en una isla griega estaba siendo espiado por los servicios secretos griegos, el EYP. La historia era suya. «Contacté con el periódico y ellos me confirmaron que era yo, que mi nombre había sido tachado, pero que el espiado era yo, y que investigaban con quién había hablado, qué me habían comentado», explica Malichudis, y que en ese momento todo se le complicó. «Fueron unos meses muy difíciles, porque me daba miedo llamar a alguien, contactar a una fuente. No podía trabajar, porque pensaba que estaba poniendo en peligro a la persona con quien hablaba. No sabía exactamente qué estaba pasando, qué sabían ellos de mí, qué querían. Pero ahora, sabiendo todo lo que sabemos ahora, estaría más tranquilo», dice el periodista.
Lo que se sabe ahora es mucho. Durante los últimos meses, reporteros independientes griegos han revelado que el Gobierno heleno ha estado espiando a discreción en los últimos daños. Pocos se salvan: a parte de periodistas, entre los espiados hay líderes de la oposición, empresarios, abogados de derechos humanos, activistas antivacunas y hasta ministros y miembros del Ejecutivo del primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis. Según la prensa griega, el anterior primer ministro, Alexis Tsipras, fue espiado durante su mandato; como también lo fue el año pasado el líder del tercer partido del país, el PASOK, Nikos Andrulakis, y los ministros actuales de Exteriores y Finanzas, Nikos Dendias y Jristos Staikuras, entre un larguísimo etcétera. Grecia celebrará elecciones parlamentarias en primavera del año que viene.
El epicentro de la tormenta
Desde la revelación del espionaje a Andrulakis –realizado primero con medios tradicionales y después con el software israelí Predator–, los dedos han apuntado en todas direcciones, pero sobre todo hacia el propio Mitsotakis y su sobrino, Grigoris Dimitriadis. Hasta agosto, Dimitriadis era el jefe de la oficina de su tío y era él quien fue puesto al mando de los servicios secretos griegos. «Después de las revelaciones que nosotros empezamos a hacer, Mitsotakis aseguró que no sabía nada. Sigue diciéndolo: ‘no tenemos nada que ver ni con Predator, y yo no sabía nada de la vigilancia de Andrulakis’», explica el reportero de investigación Thodoris Chondrogiannos, miembro de la red de Reporters United, quien ha estado al frente de las revelaciones. «Es imposible que no supiese lo que ocurría. Que su sobrino y secretario pudiese realizar algo a tan gran escala y que el primer ministro no lo supiese. Mitsotakis dice literalmente que no sabía lo que ocurría al otro lado de la pared de su despacho. Me parece imposible. Parece, más que nada, que juegan la carta de ‘somos estúpidos’ en vez de decir ‘somos malos’, porque entonces se verían obligados a dimitir», continúa Chondrogiannos. Este otoño, el Parlamento griego ha lanzado una comisión de investigación de lo sucedido –que ha sido bloqueada sistemáticamente por la mayoría del partido de Gobierno, Nueva Democracia–. Hay, además, una investigación judicial abierta, y dos casos judiciales activos: uno, para esclarecer cómo se han producido las revelaciones a la prensa; el segundo es una demanda por difamación de Dimitriadis —el sobrino de Mitsotakis— contra Chondrogiannos y varios reporteros más.
En todos los casos de los espiados que han sido aceptados –son una minoría–, los servicios secretos han asegurado que las escuchas fueron hechas por motivos de «seguridad nacional». Para Chondrogiannos,
el nulo resultado de todas las escuchas demuestra su naturaleza. «De los espionajes no ha salido ningún procedimiento judicial en contra de nadie. Y esto muestra que la seguridad nacional fue usada como excusa. Si hubiesen habido motivos reales, habría salido algo. Pero no», dice el periodista.
«Lo único que sabemos es que después de las revelaciones de los escándalos, los servicios secretos destruyeron sus documentos sobre Andrulakis y Thanasis Kukakis [otro periodista espiado]. Soy pesimista; no creo que se haga justicia. El Gobierno ha tenido todo el tiempo del mundo, después de la dimisión de Dimitriadis, [el sobrino del primer ministro], de destruir todas las pruebas necesarias», continúa Chondrogiannos.
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Los servicios secretos han asegurado que las escuchas fueron por seguridad nacional»