Los grandes escenarios se abonan a los conciertos de bandas sonoras
Las tres sesiones dedicadas a ‘El señor de los anillos’, con orquesta, coros y pantalla gigante, que se verán en abril en el Palau Sant Jordi, y los recitales de autores como Ennio Morricone y Hans Zimmer reformulan el ritual asociado al cine.
Las aventuras del hobbit Frodo Bolsón en la Tierra Media de El señor de los anillos bien se pueden revivir cuando a uno le apetezca en la quietud hogareña, a base de sofá y manta, pero el ritual colectivo asociado al cine plantea nuevas vías: atención a la ola de conciertos de bandas sonoras legendarias que arrecia en nuestras carteleras. Sesiones de scores con empaque orquestal, donde la inmersión sonora y la evocación del filme confluyen en una experiencia, esa palabra fetiche. Y en comunidad, compartiendo peripecias, liturgias y hasta, a veces, disfraces y maquillajes.
Escenarios como el Palau de la Música Catalana, el Gran Teatre del Liceu y el Auditori llevan un tiempo acusando ese goteo de conciertos con música de cine: ahí señorean Ennio Morricone, John Williams y Hans Zimmer, el trío de oro. Es una tendencia que «ha ganado terreno, al igual que en otros países como Estados Unidos o el Reino Unido», explica Javier Martí, presidente de la Fundación Excelentia, programadora de este tipo de espectáculos. «El público revive aquella experiencia de la que disfrutó y puede escuchar la banda sonora interpretada por una orquesta sinfónica en directo», precisa, apuntando a cintas como La misión, Cinema Paradiso (ambas, con partitura de Morricone) y La lista de Schindler (Williams) como «ejemplos perfectos de la unión de grandes películas con una buena música».
Difícil pero emocionante
Los scores pueden ir acompañados de la proyección de fragmentos de las películas, o de la cinta entera, y ahí la apuesta más grandiosa es la de El señor de los anillos en concierto: tres sesiones, el 14, 15 y 16 de abril de 2023, en el Palau Sant Jordi (y otras tres en el madrileño Wizink Center), cada una dedicada a una parte de la trilogía. Se proyectarán en una pantalla gigante las sucesivas entregas cinematográficas, una cada noche, y, simultáneamente, la Orquestra Simfònica del Vallès, asistida por tres coros, dos adultos y uno infantil, interpretará las partituras creadas por Howard Shore. Más de 200 músicos en escena. «Es una partitura compleja, con un lenguaje propio, y una notable dificultad organizativa, pero muy emocionante», confiesa Martín Pérez, director de Concert Studio. Hay unas 40.000 entradas a la venta, con la opción del abono para las tres películas, la modalidad preferida, asegura el promotor, de «la mitad del público».
Juega con un as en la manga: la comunidad internacional de forofos de El señor de los anillos, «con unos 80.000 fans solo en Barcelona» y otros que, estima Pérez, vendrán de otros países para participar del evento. «Vemos mucho movimiento en las redes sociales de gente que acudirá disfrazada, luciendo anillos y colgantes, y participando de un rito colectivo». No tan lejos del fútbol, desliza, «donde la gente sigue reuniéndose en el estadio con sus camisetas y bufandas, aun pudiendo ver el partido por televisión».
Así, ante la crisis de las salas de cine, ¿la música recupera la inmersión colectiva? «La gente cada vez tiene en casa mejores pantallas, pero esta es una experiencia para sumergirte al máximo», razona Martín Pérez, que ve potencial en otras películas clásicas, como El Padrino y La guerra de las galaxias, si bien sospecha que «es difícil que tengan la fuerza movilizadora de El señor de los anillos».
Pero la programación de conciertos en Barcelona está salpicada por esta oferta de bandas sonoras en directo, y a bote pronto, asoman, para las próximas semanas, citas con las músicas de Morricone y Nino Rota (con la Simfònica del Vallès, 3 de diciembre, Palau de la música), Williams y Zimmer (Hollywood Symphony Orchestra, 15 de enero, Gran Teatre del Liceu), y el concierto Zimmer i el millor cinema d’acció (Royal Film Concert Orchestra, 7 de febrero, Palau de la Música). Y otras muchas. Con proyecciones o sin ellas, confiando en el poder evocador de la música. En estos conciertos «se logra recuperar el ritual colectivo de la experiencia y del recuerdo, independientemente de si el público ha visto la película en el cine o en una plataforma online», argumenta Natallia Kafionava, directora de la promotora NK Prodarte.
También alguna pieza clásica
Lo saben también los miembros de la joven y paritaria Original Soundtrack Orchestra, creada hace un año en Vic y que integran, en su mayoría, estudiantes de música, de 16 a 26 años. Esta orquesta surgió «para dar oportunidades a los músicos jóvenes», dado que «la gente piensa que no tienen experiencia, pero son los que están más en forma, tocando ocho horas cada día», razona su codirectora Belén Clemente.
Las bandas sonoras son el grueso de su repertorio, si bien les gusta aprovechar para colar algunas piezas de música clásica. Y aventurarse en scores poco transitados, caso de Cómo entrenar a tu dragón, de John Powell. Tratan de mantener a raya los precios («nunca hemos superado los 15 euros») para atraer a los aficionados más jóvenes. Constatan que las músicas de cine «mueven público», y ahí están ellos para sacar partido de la tendencia. «Ir al cine ha sido siempre un hecho muy social –medita Clemente– Y ahora, este tipo de conciertos, a los que vas en familia o con amigos, representan igualmente experiencias únicas».
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El Palau, el Liceu y el Auditori llevan ya algún tiempo ofreciendo sesiones de música de cine Los expertos lo definen como un rescate de la liturgia colectiva de la gran pantalla