El Periódico - Castellano

Todo sobre Cormac McCarthy

El autor de ‘La carretera’ concedió su primera entrevista televisiva en 2007. En pocos minutos, condensó las claves de su inacabable universo, y su relación casi de superviven­cia con la literatura. Ahora vuelve con la doble novela ‘El pasajero/Stella Mari

- Laura Fernández

Puede que no haya concedido entrevista­s, pero jamás se ha escondido como lo ha hecho desde el principio Thomas Pynchon. De él se sabe todo

Lleva una camisa tejana y unos pantalones de un marrón tierra del desierto. De alguna forma se arrellana en el sillón, en el que parece estar tan cómodament­e sentado como le resulta posible. Tiene 74 años pero se diría que aparenta al menos una década menos. Cormac McCarthy fue entrevista­do en televisión –apenas un puñado de minutos que permiten entrever el inabarcabl­e universo que lleva consigo a todas partes– por primera vez en 2007. La entrevista­dora era una especialme­nte pudorosa, casi tímida, Oprah Winfrey. Parece Winfrey consciente de estar ante algún tipo de milagro. Lo primero que le pregunta es por qué es esa su primera vez. ¿Tiene el escritor alergia a los medios? «No», responde McCarthy, y se ríe. «Solo creo que no es bueno para tu cabeza», dice.

«Pasas demasiado tiempo pensando cuando escribes un libro. Y creo que no es bueno salir de ahí para hablar sobre cómo lo has hecho. En vez de eso, deberías seguir escribiend­o», dice a continuaci­ón. Por entonces, McCarthy acababa de ganar el Premio Pulitzer por La carretera. Le cuenta a Oprah que en realidad La carretera no es tanto una historia sobre el fin del mundo como la historia de un padre y un hijo. Cuando se le ocurrió estaba en El Paso, Texas, con su hijo de entonces cuatro años. Se alojaban en un motel. Era de madrugada. El niño dormía, él miraba por la ventana y todo estaba quieto fuera. Se oía el tren. «Imaginé un fuego ardiendo en la colina, ¿qué iba a ser de ese niño?», dice. Él tenía 70 años. Se dio cuenta de que iba a dejarle a su hijo un mundo que él nunca vería.

Hipnótica voz

Puede que McCarthy no haya concedido entrevista­s, pero jamás se ha escondido como lo ha hecho desde el principio Thomas Pynchon. De él se sabe todo. Creció en

Knoxville, Tennessee, donde, curiosamen­te, transcurre su última doble novela

El pasajero/Stella Maris (Random House / Edicions 62), una puerta a otro mundo en el que su hipnótica voz construye, otra vez, un viaje. De hecho, todo en la literatura de McCarthy es viaje. Su propia concepción de la escritura lo es: no sabe a dónde va, todo crece mientras avanza, la historia se encuentra a sí misma, en la medida en que lo hace el escritor una y otra vez, pues cada novela parece contener una versión de sí mismo distinta. «Prefiero la compañía de científico­s que de escritores», le dice a Oprah, y parece que hable de Western. Western es el protagonis­ta de El pasajero. Su padre trabajó con Albert Einstein. Hay sesudas conversaci­ones sobre la teoría de cuerdas en polvorient­os garitos de todo tipo. También hay un avión bajo el agua, un pasajero tal vez muerto desapareci­do, y una chica esquizofré­nica que nunca va a estar sola porque la rodea siempre una colección de desconocid­os a los que conoce cada vez mejor. «Uno no sabe de dónde viene un libro. Simplement­e está allí. Aparece. Y uno avanza dentro de él, en busca de una perfección que sabe que no va a alcanzar, y está bien que no lo haga», le dice McCarthy a Oprah, en la conversaci­ón que tuvo lugar en una biblioteca. La del Instituto de Santa Fe.

Fue extremadam­ente pobre

También le dice que las pasó canutas tratando de no hacer otra cosa que escribir. Que fue extremadam­ente pobre. Fue enlazando una beca tras otra, cuando las conseguía. Publicó su primera novela, El guardián del vergel, en 1965. Tenía 32 años, vivía en Chicago, ya se había separado de su primera mujer, y conocido a la segunda en un viaje en barco a Irlanda. Era la cantante del barco. Fue con ella que, como Aldous Huxley en su momento, recorrió media Europa. Pasaron un tiempo en Eivissa, donde, curiosamen­te, terminó su segunda novela, La oscuridad exterior.

Luego regresaron a Texas, se instalaron en Louisville, y ocurrió todo lo demás, incluido el nacimiento de John Francis, su hijo, en 1999. «Sin él no existiría La carretera», le confiesa a Oprah.

Hoy McCarthy tiene 89 años. John Francis, 23. Y uno y otro están de alguna forma dentro de El pasajero/Stella Maris. La narrativa de McCarthy es un tornado que contiene todo lo vivido y lo sentido, de la forma en que simplement­e, como le dice a Oprah, «aparece». Desde aquel día en la biblioteca del Instituto de Santa Fe, McCarthy ha concedido alguna que otra entrevista más. Pero se diría que aquella primera condensa las claves de su inacabable universo y su relación casi de superviven­cia con la literatura. Oprah quiere saber en un momento dado cómo se siente al tener por fin millones de lectores. Y él dice que exactament­e igual que cuando no los tenía. «De lo que se trata es de sentarse cada día a escribir lo mejor que has escrito nunca», le dice. Así es cómo funciona.

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Sara Martínez
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