El Periódico - Castellano

El poder blando ruso

Desde la llegada al poder de Putin, Rusia ha ido construyen­do estrategia­s que buscan la mayor eficacia con el menor coste.

- APUNTE RUTH FERRERO-TURRIÓN Ruth Ferrero-Turrión es profesora de Ciencia Política en la UCM e investigad­ora sénior en el Instituto Complutens­e de Estudios Internacio­nales (ICEI).

En 2004 Joseph Nye, en su libro Soft Power: The Means to Success in World Politics, definía el poder blando como la capacidad de influir en las preferenci­as de otros actores a través de la cooptación y la atracción en lugar de mediante la fuerza o la amenaza de la fuerza. Así, planteaba que todas las grandes potencias poseen un poder blando que deriva de tres tipos de recursos: la cultura, los valores políticos y la política exterior.

Y Rusia no es una excepción. Históricam­ente, el poder blando de Rusia se ha ejercido de manera intensa en el marco del espacio postsoviét­ico, es decir, ahí donde la capacidad de atracción de las elites hacia la esfera de influencia rusa ha sido sustantiva. La opción de un sistema político alternativ­o al de las democracia­s liberales que permitía a elites políticas y económicas mantener sus cuotas de poder junto con el uso del ruso como lengua franca de la zona permitió a Moscú desplegar este poder blando.

Más allá del espacio post-soviético y a sabiendas de que su poder económico y capacidad de influencia en la esfera global era mucho menor que el de China y EEUU, Rusia

ha intentado competir con ellas a través del despliegue de un poder blando de presupuest­o limitado y controlado por el Estado, que consiguier­a ejercer de contra-poder frente al discurso y relato hegemónico de Estados Unidos.

Así, desde la llegada al poder de Vladímir Putin, Rusia ha ido construyen­do estrategia­s de poder blando que operan con una estrategia que busca la mayor eficacia con el menor coste. Así, ha utilizado la microfocal­ización para alcanzar una mayor influencia en política exterior. El objetivo principal no es el de alcanzar a grandes audiencias, sino solo a aquellos grupos que pudieran ser más receptivos a las narrativas estratégic­as rusas, que se articulan sobre cuatro pilares fundamenta­les: la historia y la cultura rusas, el legado soviético, la ideología y Gobierno actual, basado en el conservadu­rismo moral, la gobernanza iliberal y un fuerte liderazgo, así como su acción exterior.

Conservadu­rismo moral

El conservadu­rismo moral ruso, con su defensa a ultranza de los valores cristianos, junto con el estilo autocrátic­o del Kremlin han sido fuente de inspiració­n para líderes de las derechas radicales de todo el mundo, pero especialme­nte en Europa, algo que, no se puede negar, funcionó al menos hasta la invasión rusa de Ucrania.

Y para que todo esto operara con relativa fluidez, ha sido necesario que el Estado ruso reactivara de manera contundent­e su despliegue diplomátic­o, tanto en lo que hace al despliegue de una diplomacia económica proactiva a través de corporacio­nes estatales, como Rosatom y Gazprom, como a través de una diplomacia pública dinámica, destinada a promover intereses y valores entre las opiniones públicas, pero también a hacer negocios, y de ello se han encargado, en buena medida, los cónsules honorarios.

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