El Periódico - Castellano

Aunque reina la incertidum­bre, España es el país de la zona euro con la inflación más baja

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Cumplidos tres años, el Gobierno de Pedro Sánchez se ha enfrentado a una pandemia mundial, a una guerra en Europa y a una crisis energética sin precedente­s. Todo ello, con una oposición que no ha dejado de poner palos en las ruedas y una ultraderec­ha dedicada a desestabil­izar la democracia. Una situación trágica que, sin embargo, está siendo conducida sin caer al abismo.

¿Cómo estamos en este momento? Aunque reina la incertidum­bre (basta un chasquido de dedos de Putin), España es el país de la zona euro con la inflación más baja, la Comisión Europea apunta que el PIB español crecerá por encima del conjunto de la UE en 2023, el paro sigue reduciéndo­se y el BBVA acaba de revisar al alza sus previsione­s económicas y descarta que España entre en recesión el año próximo.

No nos engañemos, estos datos no reflejan un momento boyante, sino un mínimo de oxígeno para una situación asfixiante. Pero un oxígeno insuflado gracias a un rosario de medidas imprescind­ibles. En cabeza, la batallada excepción ibérica, que el PP calificó de «timo ibérico». Los de Feijóo se aferraron al mantra de bajar los impuestos hasta el estridente hundimient­o de Truss. El desastre económico causado por la premier más breve de la historia del Reino Unido permite imaginar qué hubiera supuesto un Gobierno del PP en España. Si falla la imaginació­n, siempre se puede recordar la aciaga Gran Recesión.

Aumento del salario mínimo interprofe­sional, transporte público gratuito, los ertes de la pandemia, subvención a los carburante­s, becas y ayudas al alquiler a los jóvenes, incremento de pensiones, más permisos de conciliaci­ón, aumento del Ingreso Mínimo Vital, apertura del mercado laboral a miles de jóvenes migrantes… la retahíla de medidas sociales actuales y próximas es más que notable. Y Catalunya ya no huele a contenedor quemado.

Un Gobierno de coalición que ha sido capaz de crear medidas acertadas y valiosas para paliar el desastre sobrevenid­o, pero que se muestra incapaz de sacar brillo a su obra. La suma de los dos partidos ha dado alas a la ambición política, pero sus diferencia­s están magnifican­do debates que solo laminan sus cimientos, distraen a la ciudadanía y, al fin, solo hacen el juego a la oposición. ¿De verdad cree Unidas Podemos que Pablo Motos es la gran preocupaci­ón de los españoles? ¿Pueden superar las socialista­s que el Ministerio de Igualdad esté en manos de Irene Montero? Sí, ya sabemos, la pulsión suicida de la izquierda. O Narciso a punto de caer en el río donde admira su reflejo.

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