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¿Por qué matan a los líderes sociales en Colombia?

- MAURICIO BERNAL

Día: 26 de noviembre. Lugar: Dibulla, departamen­to de la Guajira. Nombre: Nicodemos Luna Mosquera, líder de la Unión Sindical Obrera de Tibú. Día: 14 de marzo. Lugar: Popayán, departamen­to del Cauca. Nombre: Miller Corea, líder social de las comunidade­s indígenas del Cauca. Día: 21 de septiembre. Lugar: vereda Nueva América, norte de Colombia. Nombre: Frai David Torres Marroquín, tesorero de la Junta de Acción Comunal. Día: 19 de febrero. Lugar: Guachucal, departamen­to de Nariño. Nombre: Saulo Moreno, líder indígena. Día: 15 de mayo. Lugar: Santander de Quilichao, departamen­to del Cauca. Nombre: Édgar Quintero, líder social. Estaba comprometi­do con la restitució­n de tierras a las víctimas del conflicto armado.

La lista completa consta de 162 nombres, que es el número de líderes sociales y defensores de los derechos humanos asesinados en Colombia en lo que va de año. En el registro que lleva a cabo el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), los últimos de la lista son Francisco Sarco y Carlitos Urágama, integrante­s de la Guardia Indígena de la comunidad Emberá Playa Bonita y de la Asociación de Víctimas del departamen­to del Chocó. Hombres armados irrumpiero­n en sus viviendas el 11 de noviembre y los mataron frente a sus familias. La noticia de la muerte violenta de un líder social forma parte del día a día colombiano y es una de sus peores vergüenzas: casi 1.400 han caído desde la firma de la paz entre el Gobierno y las FARC, en 2016.

El pecado de reivindica­r

¿Por qué los matan? Porque reivindica­n algo. Que nos los echen de sus tierras. Que les devuelvan sus tierras. Que no se plante coca en sus tierras. Que por sus tierras no pase el narcotráfi­co. «En Colombia, la disputa del territorio, por las razones que sean, económicas, agrarias o relacionad­as con el narcotráfi­co, siempre ha tenido como trasfondo el exterminio de quien defiende una determinad­a reivindica­ción», explica Jorge Ernesto Roa, profesor de Derecho Constituci­onal de la Universida­d Externado de Colom

Cerca de 1.400 líderes sociales y defensores de los derechos humanos han sido asesinados en Colombia desde la firma de la paz en 2016. La imposición de la violencia como herramient­a para zanjar las disputas por el territorio así como el estigma que en este país persigue al colectivo están en la base de la tragedia.

bia. En un país tan rico en iniciativa­s ilegales, con tantos actores armados intentando imponer su ley, esto tiene diversas aplicacion­es en la realidad. Roa explica, por ejemplo, que un buen número de asesinatos cometidos en su día por las FARC hoy serían contabiliz­ados como asesinatos de líderes sociales –entonces muertos en combate, o víctimas del conflicto–, y recuerda que «la primera salida del narcotráfi­co frente a cualquier obstáculo es la eliminació­n de ese obstáculo». «El narcotráfi­co implica una ocupación del territorio más fértil para el cultivo de la base de coca y más apto para las rutas, y en esos territorio­s cualquier tipo de oposición es atacada de la misma forma».

«Son mafias muy poderosas que aprovechan la ausencia de las FARC en los territorio­s que quedaron despejados tras los acuerdos de paz», dice Piedad Bonnett, escritora y columnista del diario El Espectador. Bonnett llama la atención sobre el hecho de que entre los líderes asesinados figuran ecologista­s cuyo pecado ha sido defender los ecosistema­s, justamente, que la retirada de la guerrilla ha dejado desprotegi­dos, y mineros que defienden el ejercicio de la minería artesanal frente a la implantaci­ón de las grandes multinacio­nales. «La corrupción de los poderes locales», avisa, aumenta la desprotecc­ión de los amenazados.

A razón de un muerto cada dos días, cualquiera imagina grandes manifestac­iones exigiendo al Estado la debida protección de los líderes, pero no es así como ocurre, pues esos líderes, desde siempre, han sido objeto de señalamien­tos: han sido estigmatiz­ados. «Tradiciona­lmente –dice Roa–, el Estado se ha preocupado poco por darle valor a la función de lo que en España llaman agentes sociales: sindicatos, oenegés, asociacion­es comunales… Estos han permanecid­o siempre en la periferia del Estado, y cuando han entrado en el espectro estatal ha sido de manera negativa, tachados de ser aliados de la guerrilla, conspirado­res o cómplices de fenómenos de delincuenc­ia. Buena parte de la sociedad comprende que el hecho de que haya 1.300 muertos por dedicarse a reclamar sus tierras, o a pedir la protección de los campesinos, habla muy mal de nosotros como sociedad, pero no genera el nivel de rechazo que genera en una sociedad donde esos agentes son valorados como agentes sociales que hablan en nombre de todos».

La lista de líderes sociales no es la única que ha aumentado dramáticam­ente en los últimos años: también la de excombatie­ntes de las FARC asesinados. Acaso no es casualidad que todo ello haya ocurrido en unos años marcados por el Gobierno de Iván Duque, el presidente que renegaba de los acuerdos de paz. Pues, como dice Roa, «la existencia de un discurso oficial en contra de los acuerdos, y en contra de los actores de los acuerdos, es sin duda un mensaje para la sociedad que crea un caldo de cultivo para la impunidad». «Pues claro», añade Bonnett, «que ha tenido mucho que ver que Duque no implementa­ra realmente los acuerdos de paz, o que los implementa­ra muy deficiente­mente. Eso fue una especie de freno que dejó desprotegi­dos a muchos de los excombatie­ntes».

Carencias estructura­les

El Ejecutivo de Duque fue repetidame­nte interpelad­o al respecto por la oficina de la Alta Comisionad­a de la ONU para los Derechos Humanos y por la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, pero la falta de garantías por parte del Gobierno propició la entrada en escena de las instancias judiciales. Así, el pasado mes de enero, la Corte Constituci­onal declaró el Estado de Cosas Inconstitu­cional en relación con la protección de la vida de los excombatie­ntes, y actualment­e, en el marco de otro proceso, está estudiando la posibilida­d de ampliarlo a los líderes sociales. Debería ayudar a subsanar las carencias estructura­les que están en la base de su desprotecc­ión.

Nombre: Deisy Sotelo, líder comunal. Día: 29 de enero. Lugar: Argelia, departamen­to del Cauca. Nombre: Efrén Ramos, líder comunal. Día: 2 de febrero. Lugar: Puerto Leguízamo, departamen­to del Putumayo. Nombre: Gustavo Torres, líder campesino. Día: 26 de febrero. Lugar: Tibú, departamen­to de Norte de Santander. Nombre: María José Arciniegas, líder indígena. Día: 30 de abril. Lugar: Puerto Leguízamo. Tenía 27 años. Según informó el Diario Putumayo, «fue extraída a la fuerza del resguardo por hombres armados que se la llevaron con rumbo desconocid­o. Su cuerpo fue encontrado en las afueras del poblado con impactos de arma de fuego».

 ?? Ernesto Guzmán Jr / Efe ?? Varias personas despiden a tres indígenas asesinados en el departamen­to de Cauca (Colombia).
Ernesto Guzmán Jr / Efe Varias personas despiden a tres indígenas asesinados en el departamen­to de Cauca (Colombia).

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