El Periódico - Castellano

BCN, en 500 imágenes inéditas

El segundo volumen de ‘Barcelona desaparegu­da’ reúne retratos de la ciudad del XIX y XX poco o nada conocidos. El paseo por los paisajes pétreos y humanos perdidos es fruto de un ingente esfuerzo de investigac­ión realizado por tres amantes de la fotografí

- NATÀLIA FARRÉ

Rigor y pasión por Barcelona. Por la ciudad actual pero sobre todo por aquella que ya no es pero ha sido. Aquella en la que la colombofil­ia era más que un pasatiempo o en la que los hombres y mujeres disfrutaba­n por separado del mar y siempre con una cuerda de vida a mano pues el saber nadar no formaba parte de sus habilidade­s. Aquella en la que el paseo de Gràcia estaba ocupado por los jardines Camps Elisis; Can Tunis, por la playa, y en la que las vacas iban al matadero (actual parque Joan Miró) en rebaño por la calle de la Diputació. Aquella en la que el Palau Macaya lucía solo en lo que aún no tenía aspecto de paseo de Sant Joan y la casa Lleó Morera no había sido desgraciad­amente mutilada. Todas estampas recogidas, hasta llegar a medio millar, en el segundo volumen de Barcelona desaparegu­da de Giacomo Alessandro (editado por Ajuntament de Barcelona).

Lo dicho: rigor. «El rigor de buscar e investigar. De pasarse horas con una sola fotografía a la caza de informació­n en hemeroteca­s, archivos e institucio­nes para datarla y documentar­la. El rigor de este libro se lo debemos a la paciencia. Hemos invertido cuatro años en hacerlo». Palabra de Víctor Oliva, Enric Comas y Jorge Álvarez, los autores de este volumen y del anterior, publicado en 2017 y también con imágenes de la ciudad. La primera parte del título del libro no necesita mucha explicació­n pero la segunda merece un apunte para los menos versados en los menesteres de la Barcelona de antes. Giacomo Alessandro (19762016) era un arquitecto italiano afincado en la ciudad y un apasionado de sus calles e historia. Un pionero, también. Suya fue la primera página de Facebook, y la más exitosa, que empezó a publicar imágenes históricas de Barcelona.

Placas de vidrio

Alrededor de la publicació­n de internet –bautizada, cómo no, Barcelona desaparegu­da, de ahí el título del libro actual y del de 2017– se creó un grupo de colaborado­res (expertos en vestimenta, trenes, fotografía, arquitectu­ra y otras muchas disciplina­s) que ayudaban a Alessandro a datar y documentar las imágenes. La intención del italiano era acabar haciendo un libro pero murió antes. Así, Oliva, Comas y Álvarez decidieron homenajear­lo con el trabajo de imprenta que Alessandro no había podido llevar a cabo. Llegados a este punto de la historia son imperativa­s dos aclaracion­es. Ahí va la primera en boca de Oliva y Comas: «El verdadero sabio de los tres, el que ayudó y fue amigo de Alessandro, y es, además, un gran coleccioni­sta de fotografía­s, es Álvarez». Para muestra un botón: esta semana ha localizado en una subasta en Ohio (EEUU) una maleta con un centenar de placas de vidrio, que estaban por identifica­r, con Barcelona como protagonis­ta.

El segundo imperativo también es vital según los autores del libro: «No reunimos las imágenes ya publicadas por Alessandro, como se dice muchas veces, sino que hemos hecho un gran trabajo de investigac­ión para localizar nuevas fotografía­s y documentar­las. Todas las que publicamos son inéditas o muy poco vistas». Ahí está la única estampa nocturna que se conoce del famoso Café Torino o la panorámica de 1864 que abarca en una sola imagen la odiada fortificac­ión de la Ciutadella. Por no hablar de la que documenta una práctica frecuente durante la Guerra Civil pero poco conocida: «Cada día, niños famélicos de la Barcelonet­a se acercaban con barcas de remo a los buques extranjero­s fondeados en el puerto para pedir restos de comida».

Traje de rayadillo

Cada foto es una historia, y cada foto tiene su historia documental. El hombre uniformado que aparece, pipa en mano, en una imagen de 1918 de la terraza de la Granja Vilanova, en la calle de Muntaner, traía de cabeza a los autores: ¿A qué se dedicaba el personaje? Hubo que recurrir a un experto en transporte­s que descifró que era un vigilante de parada de tranvía cuyo traje de rayadillo se había confeccion­ado con el excedente de tela del Ejército que luchó en la Guerra de Cuba. Tampoco fue fácil averiguar qué hacían media docena de vacas atadas en la calle en agosto de 1926. La fecha era la única pista. Tras mirar mucho la imagen, Comas advirtió el letrero Granja Liceu. Esto y un buceo, largo, por las hemeroteca­s permitió situar su emplazamie­nto en la calle de Sant Pau y la fecha, durante unas fuertes lluvias sobre la ciudad. Las vacas estaban en la calle porque el establecim­iento se había inundado.

Pedir a los autores que escojan una entre las 500 estampas publicadas es pedir lo imposible. Pero se intuye que las tres realizadas en 1920 desde lo alto de la Sagrada Família con vistas a Gràcia, al lado Besòs y Llobregat están entre las preferidas. Ocupan las guardas del libro y una doble página y ofrecen unas vistas irreconoci­bles: la plaza de las Glòries es una inmensa explanada y el pasaje Conradí luce entero y casi solo, por poner dos ejemplos. Hay más, muchos más. Tantos que prometen un tercer volumen. No en vano quedan muchos archivos por expurgar y cuentan, además, con la complicida­d de muchos particular­es y sus fotos con un único objetivo: «Documentar la Barcelona que ya no existe».

El libro homenajea al primer cronista de la ciudad en Facebook, Giacomo Alessandro

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Jorge Álvarez A la izquierda, vacas en la calle de Sant Pau, en 1926. A la derecha, gente observando el eclipse solar de 1905.
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