El Periódico - Castellano

Un bar escribe su epitafio

ElJofama, regentado siempre por la misma familia, echa la persiana después de 70 años, no sin antes dejar en la fachada un mensaje manuscrito que alerta de una ciudad que se apaga.

- JORDI RIBALAYGUE

Otro establecim­iento emblemátic­o ha sucumbido en Barcelona. El bar Jofama ha servido a la clientela en la confluenci­a de la calle de Girona con la avenida Diagonal durante casi 70 años, hasta que echó el cierre para siempre el pasado sábado. La fachada del célebre local amaneció con un largo epitafio escrito a rotulador, con letra diáfana y firmado de puño y letra por Anna, tercera generación de la familia que ha regentado el negocio desde que abrió.

«El Jofama baja las persianas definitiva­mente de forma forzada», anuncia el manuscrito que, a modo de un bando pegado en la pared, se despide de los clientes. Vecinos y fieles del Jofama se acercaron ayer al chaflán donde aún permanecía el rótulo del conocido local para estampar sus mensajes de afecto en los muros que flanquean la entrada, como si se tratara de un libro de condolenci­as. Alguien pintarraje­ó una columna para proclamar su lealtad incondicio­nal en mayúsculas. «Jofama para siempre», se leía.

La compra del inmueble situado en la Dreta de l’Eixample por parte de un fondo de inversión ha acabado por condenar el establecim­iento, según se desprende del escrito de la nieta de Siscu y Antònia, los primeros dueños del bar, e hija de Carles, quien llevaba las riendas hasta el mal trance de la clausura. «Donde había familias y vida, ahora tan solo quedan apartament­os de alquiler turístico y un fondo buitre que, tristement­e, ha conseguido hacernos cerrar», acusa la pintada, que incluye un emotivo tributo a quienes se han situado tras la barra del bar y su parroquia.

«El abuelo murió sin saber qué era el descanso, y es que detrás de cualquier pequeño negocio hay mucho sudor y mucho sacrificio», plasmó Anna en la pared. También dejó patente su «enorme satisfacci­ón de ver el comedor lleno de buena gente disfrutand­o de los alimentos que has cocinado con tanto orgullo». Quienes lo frecuentar­on no olvidan el trío de ensaladill­as que allí servían.

El epílogo en tinta del Jofama lucía ayer en la fachada con la dignidad de una lápida de recuerdo a los caídos. «Este escrito es de agradecimi­ento a todos aquellos Siscus, Antònies y Carles que hay en todas partes», glosaba Anna, en alusión a sus abuelos y su padre. «Siempre seréis mi orgullo, mi brújula, un ejemplo de lucha y de esfuerzo», confesaba el mensaje.

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Zowy Woeten El bar Jofama, ya con las persianas bajadas, ayer.

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