Irán se enfrenta a una huelga general tras casi tres meses de protestas
▶ Los manifestantes convocan tres días de paro general en una nueva vuelta de tuerca en el desafío abierto contra la teocracia islámica
Las grandes ciudades de Irán se levantaron ayer con parsimonia y sin prisas, con pocos que quisieran levantar las verjas de sus tiendas y comercios. El motivo era simple: la huelga general convocada desde ayer y hasta mañana por los opositores al régimen. La huelga se suma a las protestas que, desde el pasado 16 de septiembre, rugen por todo el país a raíz de la muerte de la joven Mahsa Amini a manos de la policía de la moral iraní.
Tras las afirmaciones y desmentidos de que este cuerpo policial iba a ser desmantelado, las autoridades de la República Islámica redoblaron ayer su poderío. Según la prensa local, fuerzas de basijis –el cuerpo paramilitar iraní encargado de reprimir violentamente las protestas– se desplegaron por las grandes ciudades del país.
De hecho, durante la madrugada de ayer, varios cuarteles de los paramilitares fueron atacados por manifestantes con cócteles molotov y otras armas improvisadas. Los basijis han sido los máximos responsables de las más de 470 muertes ocurridas durante los casi tres meses de protesta en Irán. Una cifra que incluye al menos unos 60 menores de edad. Habría, además, según recuentos de organizaciones de derechos humanos, cerca de 18.000 detenidos.
«Debidamente tratados»
«Estos revoltosos están amenazando a los propietarios de los comercios para obligarles a cerrar. Serán debidamente tratados por los cuerpos de seguridad y nuestro sistema judicial», dijo el jefe de la Justicia, Gholamhuséin Mohseni Ejei, que confirmó, además, que los manifestantes que han sido condenados a muerte serán ejecutados «en poco tiempo».
Se trata, hasta la fecha, de cinco personas, acusados por las autoridades de Irán de crímenes como «perturbar el orden público, corrupción en la tierra, coordinación para cometer crímenes contra la seguridad nacional y declararle la guerra a Dios». Irán es una República Islámica desde la victoria de la Revolución de 1979, que acabó con la dinastía de los Pahleví y puso al mando del país a un consejo de clérigos radicales bajo el liderato de un ayatolá, el líder supremo.
Con sus declaraciones durante los últimos días, el Gobierno en
Teherán intenta crear un ambiente de miedo ante una huelga general que, según prevén los manifestantes, será el reto más importante al que se enfrenten las autoridades desde el comienzo de las protestas. Internet se han cortado en la mayor parte del país –algo que ya ha ocurrido en otras grandes jornadas de protesta– y los discursos de la Guardia Revolucionaria, el cuerpo de élite y el más poderoso de las fuerzas armadas del país, se han recrudecido.
«Los equipos policiales, de seguridad, inteligencia y movilización no dudarán en tratar decisivamente a estos revoltosos, matones y terroristas que el enemigo ha contratado en nuestro país», aseguró la Guardia Revolucionaria en un comunicado recogido por la agencia de noticias estatal, Tasnim. Hasta la fecha, y a pesar de algunas –pequeñas, poco ruidosas y silenciadas– voces discordantes dentro del Gobierno iraní, el poder en Teherán ha coincidido en responsabilizar completamente de la ola de protestas a los «enemigos» del país persa. El más duro en el seno del propio Gobierno ha sido el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, quien ya afirmó durante la primera semana de la contestación que detrás de las protestas –que en ese momento eran aún pacíficas– estaban «traidores iranís en coalición con EEUU e Israel».
Sin embargo las protestas sí parecen haber conseguido una pequeña victoria, aunque minúscula: cada vez son más voces dentro del gobierno iraní las que, tímidamente, se muestran dispuestas a modificar la ley del hiyab obligatorio para todas las mujeres del país. Según los expertos, esta hipotética remodelación no afectaría a la obligatoriedad de la prenda, pero sí que podría conllevar a la despenalización judicial de su «mal uso». Este supuesto uso incorrecto fue el que le costó la vida a la joven Amini.
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Los manifestantes que han sido condenados a muerte serán ejecutados «en poco tiempo»
Teherán responsabiliza de la oleada de protestas a los «enemigos» del país