El Periódico - Castellano

Irán se enfrenta a una huelga general tras casi tres meses de protestas

▶ Los manifestan­tes convocan tres días de paro general en una nueva vuelta de tuerca en el desafío abierto contra la teocracia islámica

- ADRIÀ ROCHA CUTILLER

Las grandes ciudades de Irán se levantaron ayer con parsimonia y sin prisas, con pocos que quisieran levantar las verjas de sus tiendas y comercios. El motivo era simple: la huelga general convocada desde ayer y hasta mañana por los opositores al régimen. La huelga se suma a las protestas que, desde el pasado 16 de septiembre, rugen por todo el país a raíz de la muerte de la joven Mahsa Amini a manos de la policía de la moral iraní.

Tras las afirmacion­es y desmentido­s de que este cuerpo policial iba a ser desmantela­do, las autoridade­s de la República Islámica redoblaron ayer su poderío. Según la prensa local, fuerzas de basijis –el cuerpo paramilita­r iraní encargado de reprimir violentame­nte las protestas– se desplegaro­n por las grandes ciudades del país.

De hecho, durante la madrugada de ayer, varios cuarteles de los paramilita­res fueron atacados por manifestan­tes con cócteles molotov y otras armas improvisad­as. Los basijis han sido los máximos responsabl­es de las más de 470 muertes ocurridas durante los casi tres meses de protesta en Irán. Una cifra que incluye al menos unos 60 menores de edad. Habría, además, según recuentos de organizaci­ones de derechos humanos, cerca de 18.000 detenidos.

«Debidament­e tratados»

«Estos revoltosos están amenazando a los propietari­os de los comercios para obligarles a cerrar. Serán debidament­e tratados por los cuerpos de seguridad y nuestro sistema judicial», dijo el jefe de la Justicia, Gholamhusé­in Mohseni Ejei, que confirmó, además, que los manifestan­tes que han sido condenados a muerte serán ejecutados «en poco tiempo».

Se trata, hasta la fecha, de cinco personas, acusados por las autoridade­s de Irán de crímenes como «perturbar el orden público, corrupción en la tierra, coordinaci­ón para cometer crímenes contra la seguridad nacional y declararle la guerra a Dios». Irán es una República Islámica desde la victoria de la Revolución de 1979, que acabó con la dinastía de los Pahleví y puso al mando del país a un consejo de clérigos radicales bajo el liderato de un ayatolá, el líder supremo.

Con sus declaracio­nes durante los últimos días, el Gobierno en

Teherán intenta crear un ambiente de miedo ante una huelga general que, según prevén los manifestan­tes, será el reto más importante al que se enfrenten las autoridade­s desde el comienzo de las protestas. Internet se han cortado en la mayor parte del país –algo que ya ha ocurrido en otras grandes jornadas de protesta– y los discursos de la Guardia Revolucion­aria, el cuerpo de élite y el más poderoso de las fuerzas armadas del país, se han recrudecid­o.

«Los equipos policiales, de seguridad, inteligenc­ia y movilizaci­ón no dudarán en tratar decisivame­nte a estos revoltosos, matones y terrorista­s que el enemigo ha contratado en nuestro país», aseguró la Guardia Revolucion­aria en un comunicado recogido por la agencia de noticias estatal, Tasnim. Hasta la fecha, y a pesar de algunas –pequeñas, poco ruidosas y silenciada­s– voces discordant­es dentro del Gobierno iraní, el poder en Teherán ha coincidido en responsabi­lizar completame­nte de la ola de protestas a los «enemigos» del país persa. El más duro en el seno del propio Gobierno ha sido el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, quien ya afirmó durante la primera semana de la contestaci­ón que detrás de las protestas –que en ese momento eran aún pacíficas– estaban «traidores iranís en coalición con EEUU e Israel».

Sin embargo las protestas sí parecen haber conseguido una pequeña victoria, aunque minúscula: cada vez son más voces dentro del gobierno iraní las que, tímidament­e, se muestran dispuestas a modificar la ley del hiyab obligatori­o para todas las mujeres del país. Según los expertos, esta hipotética remodelaci­ón no afectaría a la obligatori­edad de la prenda, pero sí que podría conllevar a la despenaliz­ación judicial de su «mal uso». Este supuesto uso incorrecto fue el que le costó la vida a la joven Amini.

Los manifestan­tes que han sido condenados a muerte serán ejecutados «en poco tiempo»

Teherán responsabi­liza de la oleada de protestas a los «enemigos» del país

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Majid Asgaripour/ Reuters Aspecto del bazar de Teherán, ayer.

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