Fuera de la zona de confort
Cuando la vida nos va más o menos bien en los ámbitos del trabajo, la salud, la familia, la economía y las relaciones sociales, los seres humanos nos ubicamos en lo que podríamos llamar la zona de confort y deseamos que nada cambie porque así nos sentimos cómodos y seguros.
Nuestra existencia se proyecta mayormente hacia afuera, para atender las obligaciones y disfrutar de las distracciones cotidianas, con poco tiempo para nosotros mismos y sin atisbar siquiera que hay otra realidad interior. Pero la vida es un camino incierto que puede hacer que ese castillo de comodidades y seguridades tan valoradas se desmorone en cualquier momento. Un trágico accidente nos puede arrebatar a un ser querido, una enfermedad puede invalidarnos durante meses o dejarnos secuelas desesperantes, un despido del trabajo o una quiebra financiera nos harán tambalear económicamente.
¿Estamos preparados para afrontar acontecimientos de este calibre? ¿Cómo vamos a gestionar