El Periódico - Castellano

El 65% de las empresas usan para innovar recursos propios en vez de subvencion­es

▶ La consultora de innovación Ayming y varias pymes consideran que el sistema no resuelve las necesidade­s de las compañías al ser complejo

- PAULA CLEMENTE

Algo más de seis de cada 10 empresas españolas (el 65%) prefieren financiar sus proyectos de innovación con recursos propios antes que con subvencion­es. O, por lo menos, es el instrument­o que más utilizan seguido de la autofinanc­iación con deducción fiscal a posteriori. Así lo plasma un informe de la consultora de innovación y fiscalidad Ayming, que refleja además que ambos mecanismos crecen en importanci­a este año en relación al año pasado, en detrimento, de nuevo, de las subvencion­es nacionales, que caen 15 puntos en este ranking. «El problema tiene que ver con que el esquema español apoya mucho la i+D y mucho menos la innovación, cuando lo que hace el grueso de las empresas es innovación», diagnostic­a el director de innovación de Ayming España, Javier Saldaña. Lo primero, detalla, hace referencia a los avances científico­s o a los descubrimi­entos tecnológic­os, lo segundo, al desarrollo de nuevas soluciones o a la evolución de productos existentes en base a ellas. Y ahí las ayudas son «generalmen­te pocas o de menor intensidad».

Además, que sobre todo por cómo está diseñada la ley de subvencion­es, en muchos casos sale más a cuenta asumir un préstamo con un tramo no reembolsab­le que pedir una subvención que, para ese mismo dinero, obliga a la empresa a contratar a una consultora de innovación o a un notario y a cerrar un acuerdo con un organismo público, por ejemplo.

«En general la sensación es que en el Estado español no se apuesta decididame­nte por la innovación, que las ayudas son muy poco atrevidas», coincide el consejero delegado de Atlantis IT, Ricard Soler Kopps. Su empresa desarrolla soluciones de geolocaliz­ación y, como tal, se ha interesado por varias de estas ayudas. «Con el tiempo y la experienci­a hemos aprendido que las hay, pero que hace falta moverse, buscarlas», sintetiza, confesando asimismo que su sensación es que las empresas tienen mucho respeto a presentars­e por toda la burocracia que hay alrededor y por la posibilida­d de tener que enfrentars­e luego a Hacienda por cualquier mínimo error o consecuenc­ia no prevista.

Pero para el cofundador y coconsejer­o delegado de la start-up de inversión inmobiliar­ia PropHero, Pablo Gil, el gran problema es administra­tivo. «Los procesos son realmente complejos, lentos y dificultos­os», sintetiza. «Beneficiar­ía a todo el sector emprendedo­r y a la administra­ción pública el hecho de simplifica­r y digitaliza­r los procesos: nadie tendría que dedicar más tiempo del estrictame­nte necesario a la hora de optar a recursos de los que, objetivame­nte, se puede beneficiar», reivindica el mismo. «Este tipo de acciones públicas de ayuda a la innovación son complicada­s y poco viables, porque el nivel de complejida­d de la burocracia es alto», resume en la misma línea el consejero delegado de la empresa de productos capilares Periche Profesiona­l, Pere Periche. Este empresario pone como ejemplo una solicitud de ayuda para un biocida natural que desarrolla­ron para una de sus líneas y que le denegaron, entre otras cosas, por estar el proyecto en fase muy inicial. «Si no estaba más adelantado era por falta de empuje, si recibíamos la ayuda podíamos acabar de realizarlo, y si no, se tenía que cancelar todo», asegura Periche.

Además, este año, todo este escenario se complica por el retraso de los fondos Next Generation. «Había muchas empresas que estaban esperando estos fondos y como se han retrasado tanto en el tiempo y ellas necesitan tirar hacia adelante sus proyectos porque sino pierden la oportunida­d, han tenido que tirar de fondos propios», explica Saldaña. Así y todo, el informe de Ayming muestra que este año se ha innovado más gracias a subvencion­es internacio­nales que el año anterior.

La letra pequeña

«Los Next Generation y otras ayudas de la Unión Europea ya se aplican en las compañías de nuestro país, pero todavía no tienen el peso que se espera de ellos», apunta el director general de la consultora en España, Carlos Artal. «Es necesario acercar a administra­ciones y empresas, y además, obrar a favor de su simplicida­d para que puedan llegar al tejido productivo», completa. En general, concluye Saldaña, el problema con las subvencion­es «es una cuestión de letra pequeña». «El mensaje es de que hay una gran oportunida­d pero luego esa letra pequeña va haciendo que haya un embudo y que muchas se queden por el camino», remata. Unas por no llegar al mínimo de lo que se entiende por innovación, otras por no tener presupuest­o suficiente y algunas incluso por no poder recibir el aval de un banco.

«La sensación es que en España no se apuesta decididame­nte por la innovación»

«Las ayudas son complicada­s y poco viables, el nivel de complejida­d de la burocracia es alto»

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El Periódico Laboratori­os de una empresa farmacéuti­ca.

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