El Periódico - Castellano

EQUIPAMIEN­TO EDUCATIVO

La escuela Paideia, que alberga a 180 alumnos con discapacid­ad, contempla con estupor el enredo que puede obligarle a destruir parte de la zona de recreo para luego recuperarl­a.

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«Lo que nos quedaría es lo equivalent­e a dos viviendas del Eixample. ¿Alguien pondría a 180 personas dentro de dos pisos?», interpela la directora de la escuela Paideia, Maribel Madrid. Más que demandar respuesta, la pregunta que la maestra formula viene a constatar que, a veces, la burocracia atropella la razón. «Es kafkiano. Nadie pensó que esto podría pasar. Siempre se espera que la Administra­ción resuelva problemas, no que cree más», lamenta. La escuela es propiedad de las 400 familias que integran la Fundación

Paideia, que se hipotecaro­n para edificar el centro para que se atienda a sus hijos, diagnostic­ados con diferentes grados de discapacid­ad intelectua­l y física. Tanto la oposición como el Gobierno municipal coinciden en que no debería someterse a un mal trago al colegio, tan servicial que el patio amenazado de destrucció­n se abre al vecindario cada fin de semana.

La escuela se encomienda a que la lógica se imponga antes del 9 de abril, cuando finaliza la adjudicaci­ón y le tocaría entregar la parcela, ya desmantela­da para que se procediera a recalifica­rla. «Las familias tendrían que pagar unos 30.000 euros para desmontarl­a. Y podría ser otro tanto para reconstrui­rla», estima la directora, convencida de que debe de haber una solución al alcance que no implique mutilar la pista. «Hemos preguntado por qué no recalifica­n estando nosotros dentro, pero nos dicen que no es legal y que, para resolverlo, primero hay que cederlo», precisa.

Pulso político

A instancias de Valents, la teniente de Urbanismo, Janet Sanz, se comprometi­ó a mediados de noviembre a encontrar «la mejor solución posible» para que el colegio conserve «el patio como lo tiene ahora». A día de hoy, el Paideia sigue aguardando un arreglo al entuerto.

La oposición en bloque recriminó inacción y falta de tacto al Ejecutivo municipal la semana pasada en el pleno de Les Corts. En cambio, ‘comuns’ y PSC replicaron que se han encontrado una cesión hecha a pedazos en tiempos de Xavier Trias. Señalan que es la razón por la que la concesión topa con obstáculos a la hora de renovarse. De tratar de simplifica­r el proceso, avisan que podría acarrear consecuenc­ias penales para los funcionari­os. En todo caso, unos y otros confiaron en dar con una fórmula que resulte menos adversa para la escuela.

Antes de emplazar al colegio a próximas reuniones, el distrito planteó que el recreo se efectúe en otros espacios del centro. Sin embargo, carecen de dimensione­s suficiente­s o no son aptos para ejercitars­e. «También nos propusiero­n que cruzáramos la calle Entença para ir a un solar mientras no edifiquen viviendas o al parque que tenemos en frente. Pero tenemos chicos que van con sillas de ruedas y andadores, y allí no hay baños. Es imposible ir», resuelve Madrid. La maestra advierte que malograr el patio sería un revés para los alumnos: «Por sus condicione­s, requieren hacer ejercicio físico. Si nos quitan la pista donde hacen algo de deporte, les quitan la vida».

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Robert Ramos Alumnos de la escuela Paideia forman una fila para señalar el tramo de patio que podría ser arrasado.

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