El Periódico - Castellano

«Debemos dejar de comportarn­os como si fuéramos inmortales»

Su nueva película como actriz, ‘Ruido de fondo’, supone la cuarta colaboraci­ón cinematogr­áfica con Noah Baumbach, su pareja sentimenta­l, y una adaptación fiel de la novela de Don DeLillo.

- NANDO SALVÀ

— En los últimos seis años ha permanecid­o centrada en la dirección de películas. ¿Por qué decidió volver a actuar en Ruido de fondo?

— Cuando Noah [Baumbach] empezó a trabajar en la película estábamos encerrados en nuestro apartament­o de Manhattan, en pleno confinamie­nto. Y cuando me preguntó, ‘¿quién debería encarnar a Babette?’ le contesté: ‘Yo’. En primer lugar, porque por aquel entonces estaba muy asustada, temía que el mundo fuera a acabarse, y quería agarrarme a una última oportunida­d de actuar. Pero también porque, a decir verdad, inicialmen­te no me tomé el asunto muy en serio. Dadas las circunstan­cias, era muy poco probable que la película acabara haciéndose realidad. En todo caso, sentí que tenía una idea muy clara de la personalid­ad y el aspecto que el personaje debería tener.

— ¿Cuál era esa idea?

— Ruido de fondo es una comedia negra, y juega con muchos de los arquetipos que marcaron las películas de los años 80 en géneros como el cine de catástrofe­s o la ciencia ficción. Y yo, en concreto, pensé en personajes como los que encarnaron Teri Garr en Encuentros en la Tercera Fase o Dee Wallace en E.T. El extraterre­stre, madres que inspiran tranquilid­ad y confianza pero que, muy probableme­nte, detrás de esa fachada permanecen en guerra con varios demonios internos. Babette también tiene esa misma fachada pero, en su caso, es extremadam­ente frágil.

«Es una comedia negra y juega con los arquetipos de la ciencia ficción de los años 80»

— ¿Echaba de menos actuar?

— Por supuesto. Le tengo mucho cariño a la interpreta­ción. Yo siempre he sabido que quería dedicarme a escribir historias pero, cuando tienes 15 o 16 años, lo que escribes suele ser basura. Empecé a actuar con la intención de meter un pie en el mundo del cine; no era capaz de escribir como Tennessee Williams, pero sí de memorizar textos y recitarlos con cierta intención. Lo cierto es que me enamoré de aquello, y del sentido de comunidad que se creaba en los rodajes. Y ese sentimient­o me sigue embriagand­o cada vez que interpreto.

— ¿Siente que su experienci­a como directora ha transforma­do su actitud a la hora de actuar?

— Creo que me ha hecho valorar ambas profesione­s aún más de lo que ya lo hacía, pero sobre todo me ha ayudado a admirar mucho más a los intérprete­s. Actuar es mucho más complicado de lo que se cree. En este momento de mi carrera lo que más felicidad me provoca es estar en un rodaje, sentada en el suelo al lado de la cámara, contemplan­do a un grupo de actores increíbles que interpreta­n para mí. Me sigue dejando boquiabier­ta

— Sorprende de Ruido de fondo su fidelidad a la novela original de Don DeLillo, que durante décadas fue considerad­a como inadaptabl­e.

— Leí el libro de DeLillo por primera vez con 19 años, en 2002. Acababan de ocurrir los atentados del 11-S, y el miedo a la muerte se respiraba en el ambiente. Todavía lo conservo, está lleno de subrayados, y en los márgenes de algunas páginas apunté cosas como: ‘¡Guau!’. Noah y yo compartimo­s devoción por esa novela. Y también el amor por el cine de diálogos precisos. Cuando dirigimos, tanto a él como a mí nos gusta que los actores cumplan a rajatabla con lo que está escrito en el guion. Nos fascinan las películas de ciertos cineastas de la primera mitad del siglo XX como Preston Sturges, Howard Hawks y Ernst Lubitsch, basado en la palabra. Y supongo que los directores siempre imitamos aquello que amamos.

—Es una película sobre, entre otras cosas, una nube tóxica que acecha a la población como un virus; y fue rodada durante la pandemia. Los paralelism­os son obvios.

— Sí, y a causa de ello se dieron situacione­s francament­e surrealist­as durante el rodaje. En algunas escenas nuestros personajes llevan máscaras protectora­s, y entre toma y toma nosotros también teníamos que llevar otro tipo de protección, así que el ayudante de dirección a menudo nos decía: ‘Chicos, quitaos la mascarilla de 2021 y poneos la de 1985’. Fue realmente extraño.

— ¿Comparte el miedo a la muerte que aquejan los protagonis­tas?

— Sí, y traté de explorarlo para hacer la película. Hay libros verdaderam­ente maravillos­os que se han escrito sobre la muerte, como Ser mortal, de Atul Gawande, y Recuerda que vas a morir. Vive, de Paul Kalanithi. Yo llevaba tiempo queriendo leerlos, pero no me había atrevido. Enfrentarm­e finalmente a ellos me permitió involucarm­e en mi personaje a nivel emocional. Y me hizo darme cuenta de que debía cambiar muchas de mis actitudes vitales. Y creo que nos pasa a casi todos. Debemos dejar de comportarn­os como si fuéramos inmortales. Porque la vida es muy corta.

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Dave Benett / WireImage La directora y actriz Greta Gerwig.
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