Irán ejecuta al primer condenado a muerte por las protestas
Mohsen Shekari fue sentenciado a la pena capital por cortar una calle y herir con un cuchillo a un policía en una manifestación
Han trascendido pocos detalles del caso. Un día de finales de septiembre, el iraní Mohsen Shekari salió a unirse a las protestas que desde el día 16 de ese mismo mes rugen por todo Irán; que en esa protesta, Shekari, supuestamente, quiso cortar una calle para que pudiese realizarse la manifestación; que llevaba un cuchillo y que, con él, hirió a un miliciano basiji, el cuerpo paramilitar que el Gobierno usa para reprimir a los manifestantes.
Shekari, de quien se desconocen más detalles, fue detenido y condenado a pena de muerte el 29 de noviembre. Ayer por la mañana fue ejecutado. Es el primer manifestante en esta ola de protestas a quien se ha aplicado la pena capital. A parte de él, hay otras 10 personas condenadas a muerte. Otra docena se enfrenta a procesos judiciales por unos supuestos crímenes que podrían acarrear la misma sentencia.
«Declarar la guerra a Dios»
Los cargos que el Gobierno imputa a los manifestantes son «perturbar el orden público, corrupción en la tierra, coordinación para cometer crímenes contra la seguridad nacional y declararle la guerra a Dios». En Irán, desde la Revolución del año 1979, impera la sharía, la ley islámica. Desde ese año, Irán es una República Islámica cuyo líder es la máxima autoridad religiosa, el ayatolá Alí Jameneí.
«Estos juicios falsos han sido diseñados para intimidar a aquellos que participan en el levantamiento popular que se está llevando a cabo en todo Irán», ha manifestado esta semana Amnistía Internacional (AI). «Las autoridades iranís deben acabar inmediatamente con todas las condenas a muerte, dejar de buscar la imposición de este tipo de penas y retirar todos los cargos contra aquellos que hayan sido detenidos por haber participado pacíficamente en las protestas», añade la organización en un comunicado.
Menores muertos
Dejando las condenas de lado, los números asustan. Según la organización de Derechos Humanos iraní HRANA –con sede en el extranjero–, hay cerca de 18.000 detenidos y más de 475 manifestantes muertos. De ellos, más de 50 serían menores de edad.
La organización también asegura que cerca de 60 agentes habrían muerto intentando reprimir las protestas, que ante la brutalidad policial y de los basijis se convirtieron en violentas el pasado mes de noviembre.
Esta ola de protestas, la tercera desde el año 2018 pero la más potente y extendida, empezó hace casi cuatro meses, con la muerte de la joven de 22 años Mahsa Aminí a manos de la policía de la moral.
Golpeada mortalmente
Aminí fue detenida en Teherán por este cuerpo policial por llevar su velo «incorrectamente» en la cabeza. Los agentes, según explicó la familia de la joven, agredieron y pegaron a Aminí en el coche patrulla y en comisaría. En pocas horas, la chica entró en coma cerebral y murió tres días después.
Su fallecimiento hizo levantar a las mujeres por todo el país, que primero salieron a protestar en contra del velo obligatorio, pero que después impusieron una enmienda a la totalidad de la República Islámica. Ahora, los manifestantes claman por el fin del régimen de los ayatolás. Durante esta semana, Irán entera ha estado parada por una huelga general en las grandes ciudades del país. Este tipo de jornadas fueron habituales en el país persa durante la Revolución de 1979.
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