El frustrado plan de Rusia en Ucrania
El Kremlin ideó en un principio invadir el país eslavo en 10 días, matar a sus líderes y consumar la anexión en agosto, según un informe del British Royal Defense Research Institute.
Rusia planeó invadir Ucrania en el curso de 10 días con la intención de tomar el Parlamento y eliminar a sus principales líderes, el paso previo a la ocupación progresiva del país, que debería haber culminado con su anexión en agosto de 2022. Esas habrían sido las líneas maestras del plan elaborado por el Kremlin para hacerse con el control de Ucrania, según un informe publicado por el British Royal Defense Research Institute (RUSI), un instituto británico de análisis militar cercano a su Ministerio de Defensa y la OTAN. El informe hace una disección de los primeros meses de la guerra, su planificación y desempeño sobre el terreno. Y deja muchas conclusiones. «La principal deficiencia del plan ruso fue su falta de acción para corregir el rumbo», dice en una de ellas.
La invasión empezó a tomar forma en marzo de 2021 –casi un año antes de su inicio formal– con la acumulación de tropas rusas junto a las fronteras ucranianas. Un órdago cuyas verdaderas intenciones pocos conocían en Moscú, según el RUSI, que bebe de la información recogida por el Estado
Mayor ucraniano y otras fuentes «sensibles» cuya identidad no desvela, por lo que se deduce que podría tratarse de distintos servicios de inteligencia. La preparación del plan corrió a cargo de «los servicios especiales rusos y un grupo reducido en el seno de la Administración presidencial, apoyados por altos mandos de Defensa», asegura el informe.
Servicios especiales como el FSB (Servicio Federal de Seguridad), el antiguo KGB, al que se habría encomendado planificar la ocupación tras la sorpresa inicial de una invasión «rápida» que buscaba «confundir» a las fuerzas ucranianas para mantenerlas alejadas de Kiev y poder así tomar la capital en la fase inicial de la guerra. En sus preparativos, el FSB se apoyó en distintos sondeos de opinión que describían a la sociedad ucraniana como «políticamente apática» y propensa a la «desconfianza hacia sus líderes», según el instituto británico.
El 24 de febrero el pandemonio tomó los cielos ucranianos. Comenzó con masivos bombardeos aéreos que trataron de neutralizar sus defensas antiaéreas, centros de mando, aeródromos y depósitos de armas. Un shock inicial seguido por la entrada de la infantería desde cuatro ejes (norte-noreste-este-sur), con los que Rusia pretendía apoderarse de todos los centros administrativos y nudos logísticos al este del río Dniéper. La conquista se completaría con la toma de la capital y el posterior desembarco anfibio en el sur para bloquear completamente la salida ucraniana al mar Negro con la ocupación de las provincias de Odesa, Mikolaiv y Jersón.
Pero como saben los mandos militares, los planes coherentes sobre el papel no siempre funcionan sobre el terreno. O como dijo hace dos siglos el célebre mariscal de campo prusiano Helmut von Melke, el Viejo, «ningún plan sobrevive al primer contacto con el enemigo». Y las cosas no tardaron en torcerse para el Kremlin. Ucrania «logró en gran medida evadir los ataques iniciales rusos dispersando sus arsenales, aviación y defensas» en las jornadas previas a la invasión. Y paralelamente logró frenar el avance ruso hacia Kiev emboscando sus columnas blindadas con dos brigadas de artillería.
■