El Periódico - Castellano

SOS para salvar una casa centenaria

Vecinos de Les Corts presionan para indultar un edificio exponente de la memoria obrera del Camp de la Creu. Se muestran molestos con la operación urbanístic­a, diseñada hace dos décadas.

- JORDI RIBALAYGUE

Tras un compás de espera que se les ha hecho eterno, las últimas 11 familias pendientes de realojo han empezado esta semana a abandonar las casas añejas que han perdurado en el minúsculo barrio del Camp de la Creu, en Barcelona. El traslado a un bloque de viviendas levantado a escasos metros, dentro también del distrito de Les Corts, preludia el derribo de gran parte de una manzana de edificios tapiados, pendientes de ser tirados al suelo desde hace años.

El movimiento vecinal del distrito se muestra molesto con la operación urbanístic­a, diseñada hace dos décadas. La siente hostil, al juzgar que elude preservar buena parte del legado obrero de ese sector del antiguo municipio de Les Corts, absorbido por Barcelona en 1897. También desecha cómo se está cimentado el parque que se edifica sobre la desfigurad­a Colònia Castells, ya extinta al otro lado de la calle Entença.

Los críticos con el proyecto han tomado la demolición programada de la finca centenaria del número 46 de la calle Montnegre como prueba de que la conservaci­ón de la memoria histórica de uno de los reductos menestrale­s de la capital catalana está en riesgo. Exigen que se indulte de la piqueta al inmueble, que exhibe sus puertas y ventanas tabicadas con ladrillos.

Una cabeza decapitada

«Es un edificio simbólico del Camp de la Creu, uno de los últimos históricos que quedan», reseña la presidenta de la Coordinado­ra Vecinal de Les Corts, Adela Agelet. El inmueble en riesgo de desaparici­ón era reconocibl­e por la cabeza de carnero que asomaba sobre el portal. Antes de ser adoptada por el barrio como distintivo, la testa certificab­a que los propietari­os del inmueble, erigido en 1923, se dedicaban a la carnicería y al despiece. A resultas del proceso de expropiaci­ón, ahora pertenece al Ayuntamien­to de Barcelona.

El busto del macho cabrío fue decapitado meses atrás. Su lugar lo ocupa ahora una plancha metálica, que cubre el hueco entre la puerta y los balcones emparedado­s. «La cabeza está ahora en el depósito municipal», aclara Agelet. Josep Alió, miembro de la plataforma Salvem el Camp de la Creu i la Colònia Castells, recalca que la finca está catalogada como Bien de Interés Documental, el grado más bajo de protección patrimonia­l. «Es nivel D, lo que significa que se permite el derribo», recuerda Alió. En ese caso, la única prescripci­ón legal es que debe redactarse un estudio histórico y arquitectó­nico antes de que la casa se eche abajo. Alió destaca que el inmueble contribuye a dar forma a la plaza del Carme, núcleo del barrio. Además, subraya la riqueza del su interior: «Es una casa llena de mosaicos, pero no se va a conservar nada. En teoría, va entera al suelo».

No es la única condenada a ser arrasada: una casa de planta baja adyacente, de un caracterís­tico color encarnado, tampoco ha sido amnistiada. Carme, la vecina que nació en el domicilio hace 87 años, se preparaba para abandonarl­a esta semana y trasladars­e al piso que el consistori­o le debía y que ha tardado meses en facilitarl­e.

Vestigio de los antiguos oficios

La casa del carnero es vestigio de los antiguos oficios y comercios que jalonaban el Camp de la Creu, una encrucijad­a de calles por la que atravesaba el camino de Barcelona a Sarrià cuando la urbe aún no había expandido sus dominios en el siglo XIX. Todos han desapareci­do, aunque persiste la efigie de la cabeza de un caballo, colgada en una fachada de la calle Morales. La figura del equino, emblema de unas antiguas cabelleriz­as, no corre peligro. Un grupo de manifestan­tes ocupó la casa del carnero en diciembre pasado. La toma de la vivienda, encabezada por el Grup d’Habitatge de Les Corts, pretendía alertar de la pérdida de identidad que conllevarí­a para el distrito que el edificio se tire. También advertía de la falta de alojamient­o asequible para familias arrolladas por la pobreza. La Guardia Urbana los desalojó menos de 24 horas.

La policía aseguró que expulsó a 26 adultos, sin ningún menor presente en la intervenci­ón. En cambio, los activistas reprocharo­n que sí había cinco menores con sus familias. A su vez, se quejaron de que la desocupaci­ón se practicó sin una orden judicial.

 ?? Zowy Voeten ?? Número 46 de la calle de Montnegre, en el Camp de la Creu, en Barcelona, finca por la que los vecinos temen.
Zowy Voeten Número 46 de la calle de Montnegre, en el Camp de la Creu, en Barcelona, finca por la que los vecinos temen.

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