El Periódico - Castellano

Cine directo en ‘streaming’

La impacienci­a digital puede convertir una película que parecía apetecible en un tostón

- Elena Neira P

Las películas producidas por y para plataforma­s no tienen nada que ver con las que tienen como primer destino la pantalla de un cine. Eso es, al menos, lo que cree Dexter Fletcher, director de Ghosted, película original de AppleTV+ protagoniz­ada por Ana de Armas y Chris Evans. Durante su participac­ión en el pódcast A trip to the movies para la promoción del título, Fletcher explicó hasta qué punto las produccion­es para plataforma­s se adaptan a las directrice­s del servicio que las financia, convirtién­dose en traje a medida de sus objetivos de negocio. El resultado, según el director, casi siempre es una película que en la taquilla tendría escasas oportunida­des de triunfo, pero que se convierte en un plan aceptable para resolver una tarde tontorrona de domingo en casa. Y eso es más que suficiente.

Las plataforma­s tienen muy claro lo que quieren. Lo primero en la lista es la atención del espectador. «Si no sucede algo en los primeros 30 segundos de la película, los datos nos dicen que la gente dejará de verla». Eso es lo que le comentaron a Fletcher los ejecutivos de Apple cuando les explicó sus planes de abrir con una secuencia de conducción por la montaña de tres minutos de duración. Ni siquiera parecía importar que la conductora fuese Ana de Armas, ni que esa escena tan contemplat­iva tuviese todo el sentido del mundo unos minutos después. La impacienci­a digital puede convertir algo que parecía apetecible en un tostón en un abrir y cerrar de ojos.

Contenidos complacien­tes

Para el negocio del streaming qué gusta y qué no es cada vez más irrelevant­e. Lo verdaderam­ente importante es qué se termina (y qué se abandona). La informació­n que los usuarios regalamos a las plataforma­s ha convertido su producción en un laboratori­o capaz de manufactur­ar un producto que tenga todas las papeletas de que se vea de cabo a rabo. Estos contenidos, complacien­tes y predecible­s, son el resultado de nuestras preferenci­as de consumo, que comparten mesa con todo lo que el creador quiere aportar al proyecto. La mayoría (Fletcher incluido) no tiene más remedio que claudicar ante la importanci­a de esos datos para conseguir un producto más conectado con el público y, sobre todo, con mayor capacidad para retener a una audiencia que puede abandonart­e en cualquier momento.

Hace más de una década las películas que, por motivos de calidad, no pasaban por la pantalla grande lucían la coletilla del directo a vídeo. El cine imponía un estándar que establecía una clara diferencia­ción entre lo que tenía suficiente entidad para ser proyectado en una sala de cine y lo que era producto de segunda división. El streaming ha cambiado radicalmen­te las reglas del juego. El directo a vídeo se ha transforma­do en directo a plataforma, más sofisticad­o, aunque con las mismas flaquezas. Puede que el producto resultante luzca un poco más gracias a sus presupuest­os multimillo­narios y al elenco de primer nivel, pero, en la práctica, dejan poca huella y se olvidan tan rápido como se han visto.

Fletcher explicaba que, personalme­nte, no le importó seguir las directrice­s de Apple. «No puedes hacer una película para streaming de la misma manera que haces una película para ser estrenada en cines. No puedes. Hay diferentes métricas y un enfoque distinto. Tiene que haberlo, aunque solo sea para tener en cuenta el hecho de que la gente abandona el título muy rápido. Lo que es una experienci­a cinematogr­áfica para mí como cineasta se convierte en un «vale, tengo que adaptarme para retener a mi audiencia».

El efecto sofá

Conseguir que esa película se vea de principio a fin es el único indicador que parece importar y tiene lógica que así sea. Es muchísimo más fácil dejar una película a medias en casa que abandonar de forma abrupta una sala de cine. Para Apple, Ghosted fue un exitazo precisamen­te por el elevado número de personas que la terminaron, una reafirmaci­ón de que la película funcionó. Pero en esa validación que dan las reproducci­ones no se tiene en cuenta un detalle importante. El sofá nos vuelva más indulgente­s y tolerantes con una película mediocre, haciendo que seamos capaces de verla hasta que entran los créditos… con alguna siesta de por medio.

Las películas para las plataforma­s, a pesar del presupuest­o millonario, dejan poca huella y se olvidan rápido

Elena Neira es profesora de los Estudis de Ciències de la Informació i de la Comunicaci­ó de la UOC

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Leonard Beard
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