Jude Law aterra en la piel de Enrique VIII
Enrique VIII tuvo seis esposas, y mató a dos de ellas. Firebrand, que este año aspira a la Palma de Oro, retrata la relación del rey inglés con la última de ellas, Catherine Parr, y la versión que ofrece de los los tres años que pasaron juntos hasta la muerte de él no está probada, pero sí resulta creíble. Dirigida por el brasileño Karim Aïnouz y protagonizada por Alicia Vikander y Jude Law, durante buena parte de su metraje funciona como una película de terror en la que la heroína busca constantemente desesperadas vías de escape del monstruo, y en la que el monstruo no es otro que el rey mismo, gordo y ulceroso y tiránico. Jaw está inmenso en el papel, en todos los sentidos. Una de las escenas que protagoniza, semidesnudo en la cama, incluye una de esas imágenes capaces de provocar pesadillas a quienes las ven.
La segunda de las películas a concurso presentadas ayer, Anatomy of a Fal, es una intriga criminal ambientada en su mayoría durante un juicio, y ni por asomo es tan convencional como esa descripción sugiere. Una mujer es acusada de matar a su marido y el argumento de su defensa es que el hombre se suicidó. Llegado el momento, en cualquier caso, la directora Justine Triet demuestra estar menos interesada en qué sucedió realmente que en usar el proceso judicial para plantear un complejo debate sobre cuánta libertad podemos exigir y cuánto sacrificio debemos aceptar en el seno de la pareja, cómo los niños a menudo son usados como mercancía en las disputas entre sus padres, y cómo los fracasos personales contaminan la vida conyugal. Y, gracias a una sucesión de interrogatorios y declaraciones excepcionalmente bien escritos, sus dos horas y media de metraje literalmente vuelan.
La película que supone el regreso del francés Michel Gondry después de ocho años de ausencia, El libro de la soluciones, da la impresión de ser una relectura hiperbólica del bloqueo creativo al que al parecer respondió ese paréntesis en la carrera del director. La protagoniza un director que es presa del pánico a enfrentarse al primer visionado de su nuevo y ambicioso –y terrible– largometraje, y que procrastina embarcándose en proyectos disparatados como la construcción de un estudio de sonido en un camión o grabar un documental sobre una hormiga. Mientras contempla sus desventuras, la película arranca hilarante y pierde progresivamente fuelle cómico, pero incluso entonces se muestra trufada del tipo de gags que alegran el día.