Cuatro días claves para salvar un Giro horroroso
Toma de posesión de Joan Vehils en ‘Sport’
La dureza final de la carrera, que acaba el domingo en Roma, ha apagado el fuego de los favoritos con un Primoz Roglic afectado por su caída e igual de conservador que Geraint Thomas. La prueba llega a los Dolomitas, duros como rocas, después de 15 días de aburrimiento extremo y preocupante.
El Giro entra hoy con la durísima ascensión final al monte Bondone, testimonio de viejas gestas de Miguel Induráin, en la semana decisiva. Lo hace falto de emoción después de que apenas haya ocurrido nada en los primeros 15 días de competición salvo las victorias de Remco Evenepoel conseguidas en las dos contrarrelojes, antes de su abandono por covid, que dejó a la carrera huérfana y sin su principal favorito, y solo unos pequeños fuegos artificiales lanzados por Primoz Roglic en el segundo sábado de carrera. Nada más, salvo tristeza, aburrimiento y lluvia.
La carrera lleva unos años acostumbrada a centralizar la montaña en los últimos días. La convierte así en la más dura de las tres grandes rondas. Pero ello no significa sinónimo de emoción puesto que los favoritos están dejando pasar la mayor parte de jornadas con la sensación de que están asustados ante lo que falta por venir. Repartir más las etapas claves, como hacen Tour y Vuelta, sería una solución ya que no es la primera vez que sucede. Ocurrió igual en 2020 y se repitió el año pasado. Sólo la presencia de Egan Bernal, en 2021, con su furia desde la primera oportunidad, salvó un estilo que está condenando cada vez más a la ronda italiana.
La fórmula del doblete GiroTour ya está desfasada. Nadie más ha vuelto a ganar las rondas italiana y francesa desde que lo hizo Marco Pantani en 1998. Y la verdad poco hay que alabar de su victoria en una Grande Boucle marcada por el mayor escándalo por dopaje de la historia del ciclismo. Más que por el triunfo de El Pirata se recuerda aquel Tour por las detenciones, las guardias en comisaría y las persecuciones de periodistas a corredores que abandonaban.
Los corredores que dan espectáculo de verdad –Tadej Pogacar (antes de su caída en Lieja que le habría privado de acudir a Italia), Jonas Vingegaard, Mathieu van der Poel y Wout van Aert– se han reservado para el Tour.
Primoz Roglic siempre ha sido un ciclista ofensivo, pero ahora está corriendo con perfil bajo. Quedó afectado por la caída del abandono de Tao Geoghegan Hart. Tácticamente ya le ha ido bien que el Ineos de Geraint Thomas haya cogido el timón de la carrera en una segunda semana para olvidar. Solo tiene dos segundos de desventaja sobre el ciclista galés, no necesita atacar a lo loco, o como habría hecho con Evenepoel. Bonificando en los Dolomitas y superando a Thomas en la cronoescalada del sábado tiene suficiente para imponerse en el Giro. Falto de un recorrido más atractivo, con problemas físicos por la caída, es comprensible que ahorre fuerzas.
Esperando algo que contar
Thomas, pese a su victoria en el Tour de 2018, nunca se ha distinguido por ser un corredor que ataque desde lejos y argumenta unas condiciones para ganar parecidas a las de Roglic: bonificar y jugárselo todo en la crono final.
Con ataques de los primeros de la general (no hay que olvidar al portugués Joâo Almeida y al italiano Damiano Caruso) en las tres etapas de montaña en línea de hoy, jueves y viernes (las Tres Cimas de Lavaredo) hay suficientes cumbres para poner el Giro patas arriba y escribir algo que recordar.
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▶ El presidente del Grupo Prensa Ibérica, Javier Moll, presidió ayer el acto de toma de posesión de Joan Vehils como director de Sport, así como de Lluís Mascaró como director de Información Deportiva del grupo. «Estamos en una época de construcción de un nuevo proyecto. Hay los mimbres para llegar a la excelencia en la información deportiva», dijo Javier Moll.