El Periódico - Castellano

«Quieren que la gente se vaya para quedarse con la calle»

La ineficacia de las denuncias, la intimidaci­ón ejercida por los delincuent­es y una conflictiv­idad que llega a alargarse durante años frustran a los barcelones­es afincados cerca de viviendas asaltadas para encubrir actividade­s ilícitas.

- JORDI RIBALAYGUE

«Quien busca cosas robadas, quiere vender teléfonos robados o comprar droga va ahí». El testigo se calla de repente, cauto, y observa a quien se acerca antes de retomar el hilo. Habla de una escalera de la calle d’en Roig, en el Raval, proveedora duradera de estupefaci­entes en el casco antiguo de Barcelona y, a su vez, una especie de bazar donde presuntame­nte se almacenan artículos hurtados para mercadear con ellos.

Los entrevista­dos explican bajo anonimato que los ocupantes de la finca conflictiv­a llegaron hace unos seis años. «Al principio, estuvieron muy tranquilos –recuerdan–. Parecían unos nuevos okupas, sin más, pero comenzaron las peleas. Hubo muchas y se hicieron habituales durante dos años. Vendían crack o heroína y empezamos a ver jeringuill­as tiradas en el suelo. Había vecinos viviendo en esa comunidad. A un hombre le rompieron el brazo. Se fue y se quedaron con el piso. Una abuela también se marchó. Ahora todo el edificio es suyo, como si fueran los propietari­os».

A tenor de los datos de la Guardia Urbana, Ciutat Vella es el distrito que acumula más ocupacione­s catalogada­s como delictivas. Hasta enero, concentrab­a 29 casos activos de propiedade­s sustraídas –28 privadas y una pública– que han requerido que la policía local intervenga. La cifra sorprende a varias fuentes vecinales, por alta.

«Deben de sumar casos que no tienen nada que ver con los narcopisos –deducen–. No estamos en la situación de años atrás, se trabajó mucho para que no vuelva a repetirse. Es verdad que sigue habiendo intentos y continúan existiendo los narcopisos, pero ahora duran poco. Quizá un mes, los explotan rápido antes de que los echen. Pero el caso de la calle d’en Roig sigue operando pese a tener varias denuncias».

La propiedad, desapareci­da

Diferentes fuentes coinciden en que el inmueble es un foco habitual de problemas. Cuando menos, recriminan inacción a la propiedad. No le conceden opción a alegar desconocim­iento, porque el trasiego en la calle es poco disimulado. «Me ha pasado que se confundan, llamen a mi puerta y me despierten a las dos de la mañana porque quieren comprar o vender algo», dicen en las inmediacio­nes.

Los vecinos cuentan que los agentes acuden con regularida­d a la escalera tomada. «Se ven en peligro, pero la policía viene, apunta y todo sigue igual. Incluso tiraron cristales a los Mossos, pero nadie hace nada. Dicen que, sin una denuncia del propietari­o, no pueden hacer más». Se sienten solos e impotentes ante los ocupantes: «El problema no es la droga, sino ellos. Quieren que la calle esté fatal para que la gente se vaya y expandirse para quedársela».

Un informe de la Guardia Urbana sobre las ocupacione­s en la ciudad a enero de 2024 identifica seis casos delictivos en el distrito de Sant Martí. Al contrario de la percepción en Ciutat Vella, el recuento de los vecinos del barrio del Besòs i el Maresme rebasa el cálculo policial.

«En la calle Messina hay un caso histórico», señalan. «Van intercambi­ando una plantación de marihuana entre un piso del segundo y del cuarto de la misma escalera. Se ha informado a la policía, se han hecho fotos de cómo recogen la cosecha, cómo suben y bajan bolsas de tierra… Pero ahí siguen», lamentan los vecinos.

Traslado de plantacion­es

«En la calle Palerm han hecho varias intervenci­ones, pero sigue un caso activo, con un piso en que se hace la receptació­n de material robado y otro en que se vende. A veces se monta algún lío en el portal porque han robado el móvil a quien no toca y el GPS sitúa que está ahí... El caso de Alfons el Magnànim también es palmario: varias ocupacione­s, plantacion­es, desmantela­mientos… Allí llevamos dos semanas de actuacione­s con furgones y policía, desde que

Ciutat Vella, con 29 ocupacione­s delictivas, es el distrito barcelonés que más acumula

«La policía viene, apunta y todo sigue igual. Nadie hace nada», lamentan los afectados

«Hay clanes que se dedican a pegar la patada a la puerta para vender la llave y cobrar un alquiler»

han abierto un hotel cerca».

El relato vecinal transpira impotencia porque no basta denunciar para acabar con escenas desconcert­antes. «El problema es el mismo de siempre –observan las voces consultada­s–. Hablamos de dos clanes, y ahora un tercer grupo que ha entrado en el barrio, que se dedican a pegar la patada a la puerta para vender la llave y cobrar un alquiler. Hace poco, unas chicas dominicana­s pagaron 1.800 euros por una llave, pero las echaron. También controlan otros pisos que los dedican a almacén o plantacion­es. En ocasiones, se hace una redada y se desaloja, pero en unos días vuelve a estar igual».

La confluenci­a de necesidade­s en la zona empobrecid­a del Besòs y la acumulació­n de domicilios abandonado­s instigan los asaltos para sacar tajada a costa de la miseria. «Se carga contra el más débil, no se sanciona a los grandes tenedores que son los propietari­os y ciertos grupos acaban explotando viviendas que no han pasado al parque de alquiler», analizan a pie de calle.

 ?? Manu Mitru ?? Inmuebles ocupados conflictiv­os en la calle de Palerm 2, en Barcelona, donde se ha detectado un narcopiso.
Manu Mitru Inmuebles ocupados conflictiv­os en la calle de Palerm 2, en Barcelona, donde se ha detectado un narcopiso.

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