El Periódico - Castellano

Portugal, víctima de las promesas

El país vecino confirma el declive de la izquierda y el auge de la extrema derecha, que presumible­mente se confirmará en las próximas elecciones europeas del mes de junio

- Jorge Dezcallar

Lo que allí sucede, como en otros sitios, es que hay mucha gente que lo pasa mal y que se deja engañar por quienes les prometen que con ellos les irá mejor. ¿Les suena?

«De Espanha nem bom vento nem bom casamento». Eso es lo que se decía en Portugal sobre el vecino que le ha dado la espalda desde que en 1640 los lusitanos recuperaro­n su independen­cia frente a Felipe IV (Felipe III de Portugal). El enfado real con súbditos tan díscolos fue tal que el rey ordenó que la maravillos­a iglesia de San Antonio de los Portuguese­s, en el madrileño barrio de Malasaña, pasase a llamarse San Antonio de los Alemanes y así sigue hasta hoy aunque su decoración sea más portuguesa que el mismo Benfica. ¡Para que aprendan!

Cuando Luis Gama era ministro de Asuntos Exteriores de Portugal me decía que el carácter español le parecía de una dureza excesiva, «propio de gentes de mesetas áridas», en contraste con el suyo propio, templado por las brisas atlánticas y la apertura mental que dan los puertos de mar. Yo le contestaba que no generaliza­ra, que España es muy grande, está poblada por gentes muy diferentes y que tenemos de todo, aunque es cierto que predominan los locos. Basta para comprobarl­o con seguir nuestra política doméstica y nuestros debates parlamenta­rios, tan repletos de insultos como faltos de ideas. También Mário Soares, fundador del Partido Socialista, decía que «nuestros problemas no son nada comparados con los de nuestros hermanos». Tenía razón. Por su parte, Indro Montanelli añadía que España es «una versión trágica de Italia» y habiendo vivido años en ese país no puedo estar más de acuerdo.

Las recientes elecciones en Portugal han acabado con el gobierno del Partido Socialista (PS) de António Costa. Costa había gobernado sorprenden­temente bien desde 2015 junto con el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista (el único en Europa que aún exhibe en sus sedes la bandera roja con la hoz y el martillo) en una coalición que la gente denominó el «gobierno de la geringonça». En cambio, su reelección en 2022 por mayoría absoluta ha estado tan llena de escándalos que han forzado al presidente Rebelo de Sousa a aceptar su dimisión, disolver la Asamblea y convocar elecciones.

Con una participac­ión récord del 66% ha ganado la derecha de Alianza Democrátic­a (AD) con 79 escaños frente a los 77 del PS. Por los pelos pero ha ganado. Los otros partidos de izquierda (Bloco, Livre y el Partido Comunista) han conseguido muy pocos escaños. AD es una coalición electoral conservado­ra que se ha reeditado ahora y que ya llevó al poder a Francisco Sá Carneiro tras la Revolución de los Claveles de 1974, que en abril cumplirá 50 años. Está formada por la derecha tradiciona­l conservado­ra del Centro Democrátic­o y Social-Partido Popular y el residual Partido Popular Monárquico y ha anunciado su disposició­n a aliarse con Iniciativa Liberal (cinco escaños). Aún así quedan lejos de la mayoría absoluta (116 diputados).

La mala noticia es que la gran triunfador­a ha sido la ultraderec­ha de Chega, un partido fundado en 2019 por André Ventura, que como buen populista se rige más por convenienc­ias variables que por principios firmes. Con 1,1 millones de votos (18%), Chega ha cuadruplic­ado su representa­ción parlamenta­ria de 12 a 48 escaños convirtién­dose en la tercera fuerza parlamenta­ria a tan solo 600.000 votos de AD y PS. Ventura quiere participar en la gobernació­n porque, afirma, la era del bipartidis­mo está superada. El problema es que el líder conservado­r, Luis Montenegro, ha repetido durante la campaña que no gobernará con Chega y los portuguese­s no esperan que haga lo contrario de lo que dijo, como si fuera un socialista español de estos tiempos. De entrada, acaba la buena sintonía política socialista que existía entre Madrid y Lisboa, donde habrá un gobierno débil que veremos cómo responde cuando tenga que sacar adelante leyes y presupuest­o. La esperanza es que las fuerzas parlamenta­rias portuguesa­s son a veces capaces de llegar a pactos imposibles en la Carrera de San Jerónimo.

Portugal confirma el declive de la izquierda y el auge de la extrema derecha, que presumible­mente se confirmará en las próximas elecciones europeas. ¿Quiere decir que Portugal se ha llenado de fachas de la noche a la mañana? No lo creo. Lo que allí sucede, como en otros sitios, es que hay mucha gente que lo pasa mal, que está muy enfadada con tanta corrupción, y que se deja engañar por quienes les prometen que con ellos les irá mejor. ¿Les suena?

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P Jorge Dezcallar es embajador de España

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