La contracrónica: Simeone-0, João Félix, 2
Un gol en Montjuïc y un gol en el Metropolitano permiten al delantero portugués reivindicar su calidad ante el equipo y el entrenador que le repudian. Habló donde tienen que hablar los futbolistas. Se esperaba lo peor y les ofreció lo peor: dos derrotas p
Resuelto el misterio de conocerse que João Félix sería titular en el regreso al Metropolitano, quedaba por comprobar si el portugués sucumbiría a la presión del ambiente que le aguardaba o si se expresaría como en cualquier campo, sin ser él, precisamente, un futbolista vehemente de gestos y maneras.
Aterrizó João Félix tratando de refugiarse en la discreción. Aseguraba que le complacían los partidos «picantes» y que regresaba «extramotivado», sabiendo que se enfrentaba a una noche complicada para sus compañeros y «peor» para él. Trataba, así, de despojarse de una personalidad aparentemente pusilánime, cobarde a juicio de algunos, indolente para otros.
Vio el Metropolitano al João Félix que conocía y al que repudiaba por la falta de espíritu guerrero que tanto promueve Diego Simeone con sus ideas y sus aspavientos. Aspavientos que tanto condenan a Xavi, por cierto, y por los que fue expulsado. Tras ser amonestado con una amarilla, vio una roja al cabo de un minuto.
Un pase a la red
Andaba de puntillas
João Félix por el partido pero no le hizo ascos a un maravilloso centro de Lewandowski para dar un pase a la red. No fue ni un disparo, solo un suave y delicado toque. Había marcado el 1-0 de Montjuïc, motivo por el que se le esperaba de uñas. Pitado en cada intervención, la hinchada coreó el nombre Simeone cuando fue sustituido.
En la placa de homenaje que tiene en el exterior del estadio se cometieron una serie de ultrajes de los aficionados rojiblancos. No pudo verlos ni supo de ellos, por supuesto, pero contestó de la mejor manera que puede hacerlo un futbolista: dando lo mejor de sí en la platea verde. Con el gol de la ida y el gol de la vuelta, mientras Simeone completaba el segundo cero y el quinto partido frente a Xavi perdiendo.
Decían del Atlético que había perdido solvencia defensiva porque a Simeone le había dado por involucrarse en el juego de ataque, un déficit que se le achacaba. El aumento de los goles marcados no es tan relevante como el de los goles encajados. Hace semanas que Jan Oblak se ha despedido de obtener el sexto Zamora. Justo cuando cargó el ataque con Griezmann y Memphis aparecía Lewandowski. No es menos cierto que Ter Stegen hizo dos excelentes paradas a tiro de Llorente y Memphis para evitar que el Atleti recortara distancias. Fermín, el abroncado Fermín –Xavi le reclamaba que atacara el espacio en profundidad– conectó un gran cabezazo que puso a salvo el triunfo.
Cambio en la pizarra
En la pizarra del vestuario era suplente. Al empezar el partido, era titular. El Barça, que había perdida a João Cancelo antes de tomar el avión, perdió a Andreas Christensen en el calentamiento. El plan para que el danés fuera el mediocentro, con la novedad de Sergi Roberto a su vera, saltó por los aires y obligó a retrasar a Gündogan. El elegido fue Fermín, el centrocampista que mejor llega del equipo. Lo que perdía el Barça en equilibrio defensivo, lo ganaba en las apariciones ofensivas que garantiza Fermín, el hermano mayor de los menores que pueblan el equipo: el inamovible Pau Cubarsí, internacional a partir de este lunes cuando vaya con la selección, Héctor Fort, el relevo de Cancelo, y Lamine Yamal, emplazado a descansar un rato.
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