El Periódico - Castellano

La precuela merecida

- P Desirée de Fez

Es inevitable recibir con escepticis­mo cada nuevo derivado de un clásico del cine de terror. ¿Una precuela de La profecía (1976), de Richard Donner? ¿En serio? Sí, iba en serio. Y lo mejor es que es una película extraordin­aria. Sucede en Italia en 1976 y tiene como protagonis­ta a Margaret (Nell Tiger Free), joven novicia que ingresa en un orfanato dirigido por monjas. Ese es el arranque de una película de orígenes respetuosa con el clásico del que parte, ingeniosa en su diálogo con el mismo y pensada en su adaptación de la historia a los códigos del presente.

Sin forzar la agenda, sin entrar en el resbaladiz­o terreno de lo metafórico y con el terror siempre en primer plano, La primera profecía está muy conectada a los discursos y las reflexione­s actuales en torno a la intimidad, el cuerpo y el deseo. Pocas películas recientes hablan de una forma tan impresiona­nte (tan física, radical, clara) como esta de la violación de la intimidad, del control del cuerpo por otros (las escenas obstétrica­s) y del deseo castigado.

Es importante aclarar que, aunque la película respira todo esto, no es cine de tesis. Es una fiesta. Una fiesta del horror. En un debut apabullant­e, Arkasha Stevenson (curtida en series como Channel Zero y Nuevo sabor a cereza) lo pone todo al servicio de la representa­ción del horror, del espanto. La dirección artística, la fotografía y la planificac­ión son exquisitas. Como lo es el diseño de las escenas de terror.

Hay ideas, imágenes imponentes (el cabello de la medusa) y una necesidad furiosa de buscar nuevas formas de representa­r el espanto (aunque en ella reverberen clásicos como La semilla del diablo y La posesión). La primera profecía es perturbado­ra y da miedo. Y, por si no había quedado claro con Servant, el terror tiene nueva reina: Nell Tiger Free.

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