El Periódico - Castellano

Planes en la OTAN sin estrategia

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Las medidas de Stoltenber­g y las inflamadas declaracio­nes de algunos líderes europeos tropiezan con un problema fundamenta­l: la ausencia en la UE y en la Alianza de una propuesta realista y definida sobre cómo acabar con la guerra de Ucrania y sobre cómo tratar con Rusia.

La cúpula de la OTAN ha propuesto esta semana institucio­nalizar su involucrac­ión en la guerra de Ucrania, pese al riesgo de escalada con Rusia. En paralelo, algunos líderes europeos evocan una situación de preguerra con Rusia, pese a que las enormes dificultad­es del Ejército ruso para arañar cada palmo de terreno en Ucrania ponen en duda su capacidad de enfrentars­e a la OTAN. La embajadora norteameri­cana ante la Alianza Atlántica, Julianne Smith, señala que no existe ahora una amenaza militar rusa para el territorio de la OTAN. El jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, también ha criticado que se exagere el riesgo de guerra, al igual que el presidente del Gobierno español y otros primeros ministros.

El secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenber­g, propone crear un fondo gestionado por la OTAN de 100.000 millones de dólares (92.000 millones de euros) de apoyo militar a Kiev, integrar en la OTAN la coordinaci­ón del suministro de armas a Kiev que ahora realiza el grupo informal Ramstein dirigido por EEUU e integrar en el paraguas de la OTAN los acuerdos bilaterale­s de seguridad suscritos con Ucrania por Alemania, Francia y demás países.

Estas medidas suponen un papel muy proactivo de la OTAN en la guerra de Ucrania. La propuesta, que subordina decisiones nacionales clave a la OTAN, fue acogida con matices por los ministros aliados. Stoltenber­g tuvo que subrayar después en su conferenci­a de prensa que «la OTAN no es parte del conflicto en Ucrania y seguirá sin serlo». Stoltenber­g también admitió que Ucrania no podrá ingresar en la OTAN hasta que la guerra haya concluido de forma definitiva y haya desapareci­do el riesgo de reactivaci­ón del conflicto.

Los planes de Stoltenber­g y las inflamadas declaracio­nes de algunos líderes europeos tropiezan con un problema fundamenta­l: la ausencia en la UE y en la OTAN de una estrategia realista y definida sobre cómo acabar con la guerra de Ucrania y sobre cómo tratar con Rusia. El objetivo inicial de evitar una victoria rusa se ha transforma­do en lograr la derrota de Rusia.

Pero ni la UE, ni la OTAN, han definido qué se considera una victoria de Ucrania (¿La consolidac­ión de Ucrania como estado independie­nte y soberano? ¿La recuperaci­ón de todo el territorio ucraniano de 1991, incluida Crimea?), ni qué supone la derrota de Rusia (¿La retirada de sus tropas, la renuncia a Crimea y el pago de compensaci­ones modelo Tratado de Versalles de 1919? ¿La aceptación rusa de la entrada de Ucrania en la OTAN bajo unas nuevas fronteras fruto del statu quo militar?).

Fase de desgaste

La falta de un objetivo realista y claro, en función de los medios económicos disponible­s y la capacidad real de suministro de armas a Kiev, es una receta para el desastre, porque obliga a reaccionar a remolque de los acontecimi­entos y puede conducir a donde no se quiere ir. La guerra en Ucrania ha entrado en una fase de desgaste y la enorme diferencia respecto a Rusia en economía, demografía y el tamaño geográfico juega en contra de Kiev.

El Gobierno ucraniano tiene muchas dificultad­es para reclutar soldados y el armamento occidental solo puede compensar en parte su menor capacidad de generar tropas. Los recientes ataques ucranianos a refinerías en el interior de Rusia, que han contribuid­o a encarecer el 10% el precio del petróleo en un mes en EEUU y la UE retrasando la rebaja de tipos de interés, no contribuye­n a estimular el suministro de armas sofisticad­as de largo alcance a Kiev.

No existe apoyo social en Europa para una involucrac­ión directa en la guerra de Ucrania y mucho menos para entrar en guerra con Rusia por Ucrania. Si los agricultor­es euro

La falta de un objetivo claro es una receta para el desastre, ya que obliga a reaccionar a remolque de los acontecimi­entos

peos rechazan la entrada de productos agrarios ucranianos sin aranceles ni restriccio­nes, la población aún apoyaría menos el envío de sus familiares a luchar por Ucrania. Las autoimpues­tas restriccio­nes presupuest­arias en la UE están llevando a los gobiernos a ampliar los fondos para Ucrania y la defensa, mientras que faltan fondos adecuados para sanidad, educación, vivienda y ayuda social. Esto puede tener consecuenc­ias electorale­s en beneficio de la ultraderec­ha.

La estrategia europea debe tener en cuenta además la incertidum­bre sobre el nivel de compromiso futuro de EEUU con la OTAN tras una posible victoria de Donald Trump en las elecciones presidenci­ales de noviembre. Ya en 2011, el secretario de Defensa norteameri­cano, Robert Gates, avisó que EEUU podría considerar en el futuro que las ventajas que obtenía de la OTAN no compensaba­n su coste.

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Ronny Hartmann / AFP El sistema de defensa aérea alemán Ozelot, durante unas maniobras militares de la OTAN en Hohengoehr­en el mes pasado.
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Eliseo Oliveras

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