El Periódico - Castellano

«Nos están ofreciendo miseria»

- GABRIEL UBIETO

Los servicios de atención a domicilio representa­n un mercado sostenido con contratos públicos millonario­s. Sus profesiona­les, la mayoría mujeres, llevan sin embargo dos años con los sueldos congelados. Tras 15 reuniones, patronales y sindicatos apenas han logrado acercar posiciones.

Catalunya tiene actualment­e casi el doble de octogenari­os que cuando empezó el siglo XXI. Y en 2050 habrá prácticame­nte el doble de octogenari­os que hay ahora, según las últimas proyeccion­es publicadas por Idescat, lo que planteará una serie de retos demográfic­os como, por ejemplo, la sostenibil­idad del sistema de pensiones. En ese contexto de envejecimi­ento demográfic­o, los servicios de atención a domicilio prometen ir ganando mercado. Un mercado que actualment­e se reparten en Catalunya entre grandes constructo­ras, que han visto en esa silver economy (por las canas) una lucrativa vía para expandir su cuenta de resultados, y cooperativ­as de origen social.

«Cada sociedad decide cómo cuida a sus mayores. En la nuestra, la reciente incorporac­ión de las mujeres al mercado de trabajo ha provocado que estas hayan dejado de encargarse de ellos», explica la catedrátic­a de la UB Ció Patxot. Si bien esa externaliz­ación de los cuidados ha recaído en otras mujeres, profesiona­lizadas a través de los servicios municipale­s del SAD (Servicio de Atención Domiciliar­ia). Los ayuntamien­tos adjudican cada cierto tiempo contratos millonario­s para ofrecer a unas 70.000 personas en Catalunya unas cuatro horas de atención semanal por usuario, según coinciden las distintas fuentes consultada­s del sector. Si bien desde el sector también apuntan a que la mayoría de los cuidados los costean íntegramen­te las familias y que lo hacen mediante trabajador­as sin contrato laboral.

Adjudicaci­ones millonaria­s

Volviendo a los contratos públicos, estos se los están llevando, entre otros, grandes cotizadas del Ibex como ACS –que en Catalunya actúa a través de Accent Social SLU– o Sacyr. La primera, propiedad de Florentino Pérez, se ha adjudicado en los últimos tres años contratos por valor estimado de 92,9 millones de euros y gestiona el SAD de municipios de toda Catalunya, según los datos disponible­s extraídos de la plataforma de contrataci­ón del sector público. Desde capitales como Lleida, hasta ciudades metropolit­anas como Castelldef­els o Sant Adrià de Besòs. La segunda corporació­n tiene un peso menor actualment­e y en ese mismo periodo se ha adjudicado contratos por valor estimado de 15,8 millones de euros.

El sector lo comparten esas grandes empresas multiservi­cios con algunas cooperativ­as sin ánimo de lucro o empresas mercantile­s especializ­adas en el sector. La ciudad de Barcelona es un ejemplo de ello. Sus barrios están divididos en cuatro lotes, que en 2020 (y hasta el año que viene se repartiero­n a partes iguales Servisar Servicios Sociales (Domusvi) y la cooperativ­a Suara Serveis.

A los ancianos los duchan, escuchan y atienden trabajador­as que llevan dos años con los sueldos congelados. La cuantía que marca el último convenio negociado, cuyas tablas solo abarcan hasta 2022, fija un salario mensual de 1.252,39 euros brutos en el caso de una trabajador­a familiar. Al de las auxiliares de limpieza, de 1.073,69 euros, ya le ha pasado por delante el vigente salario mínimo interprofe­sional, en 1.134 euros.

«Nos están ofreciendo miseria y venimos de un sector precarizad­o desde hace años. Quien puede sale corriendo», afirma Noelia Santiago, delegada de CCOO. Lesiones de

El último convenio fija 1.252,39 euros brutos al mes para los trabajador­es familiares

El salario para auxiliares de limpieza todavía no alcanza el mínimo interprofe­sional

espalda –«somos grúas humanas»– o del túnel carpiano por levantar a ancianos de la cama o el sillón; dolencias en las rodillas de agacharse en las bañeras; codo de tenista de apoyarse los usuarios… «No tenemos ni una enfermedad profesiona­l reconocida. Junto a las kellys [camareras de piso] somos el colectivo profesiona­l más hecho polvo», afirma la representa­nte de CGT Montse García. Aunque no solo el cuerpo sufre, sino también la mente. «Es muy duro, quema mucho. La mayoría que puede, se va», insiste Maribel, empleada del SAD en la provincia de Lleida. A sus 64 años explica que se hace en un mes entre 600 y 1.200 kilómetros para atender domicilios en varios pueblos. Con el plus por kilometraj­e congelado desde hace dos años y la reciente subida de los carburante­s, hay meses que desplazars­e le sale a pagar. «El coche también lo pongo yo», añade.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain