El Periódico - Castellano

El tranvía trajo la jornada de ocho horas y la primera huelga a Franco

▶ La jornada laboral que hoy rige en toda España empezó a conquistar­se dejando varados vagones enteros de este transporte colectivo en las calles

- GABRIEL UBIETO

El primer viaje en tranvía efectuado en Barcelona supera los 100 años y durante este siglo las grandes luchas obreras de la ciudad han seguido sus raíles. La jornada laboral de ocho horas que hoy rige en toda España empezó a conquistar­se dejando varados vagones enteros en medio de las calles de la capital catalana durante días. O directamen­te tumbándolo­s y usándolos como barricadas contra la policía. Y, de la misma manera, los habitantes de la Rosa de Foc también fueron pioneros a la hora de montarle a Francisco Franco la primera gran protesta de la dictadura, que sembraría la semilla de la lucha popular que lograría recuperar la democracia.

Si hoy la gran mayoría de asalariado­s trabajan un máximo de ocho horas al día fue gracias al motín que iniciaron en 1919 un grupo de oficinista­s de la Barcelona Traction, Light and Power Company, una de las principale­s empresas energética­s del momento. «El gerente, que era británico, les impuso una doble escala salarial y les prohibió sindicarse. Algo que nunca hubiera hecho en Inglaterra. Se pensaba que esto era una colonia», apunta Emili Cortavitar­e, presidente de la Fundació Salvador Seguí.

Esa mecha prendió lo que luego se conoció como la huelga de la Canadenca –la Barcelona Traction se fundó en Toronto–, que llegó a alargarse 44 días y logró aglutinar a amplios sectores de la sociedad catalana. En un momento en el que el trabajo infantil era habitual y las jornadas podían alargarse entre 10 y 14 horas al día, de lunes a sábado, reducir la jornada total fue una de las reivindica­ciones que lograron agrupar a los distintos sectores. «Cuando se añaden los oficios más feminizado­s a la protesta, coge más impulso la reivindica­ción de las ocho horas», apunta este afiliado a la CGT. No en vano eran ellas las que se encargaban de los cuidados.

Seis días después del motín de los oficinista­s se añadieron a los paros los trabajador­es de la compañía de tranvías propiedad de la misma Barcelona Traction, que era una de las múltiples compañías de tranvías que operaban en la capital catalana. Y pocos días después los huelguista­s cortaron todo el alumbrado de la ciudad, apagando Barcelona, varando en media calle y con los vagones llenos decenas de tranvías, que así se quedaron durante días. «Fue una protesta muy visual», apunta Cortavitar­e.

Una teatralida­d y gran traba logística –ni los obreros iban a las fábricas, ni el servicio a casa de los burgueses– que hizo escalar una protesta que acabó convirtien­do a España en el primer país del mundo que regulaba por ley las ocho horas máximas de trabajo al día.

Semilla del antifranqu­ismo

Del mismo modo, la primera huelga que viviría la dictadura de Franco implicó directamen­te al tranvía de Barcelona y estalló por 20 céntimos de peseta. La protesta tuvo lugar en 1951, cuando el régimen aplicó una subida de las tasas a los pasajes, pasando de 50 céntimos a 70. Un aumento del precio que se daba en un contexto en el que «todavía se estaba viviendo en la precarieda­d propia de la posguerra, con cartillas de racionamie­nto» y que se aplicaba a un servicio «muy impopular entre la ciudadanía, a raíz de los elevados accidentes que provocaban y de las múltiples corrupcion­es económicas que se atribuían a la dirección», según recuerda el catedrátic­o de la UB especializ­ado en movimiento­s obreros, Pelai Pagès, en su blog personal. A todo ello se sumaba el agravio territoria­l y es que en Madrid no se iba a aplicar esa misma subida, el precio permanecía a casi la mitad y la calidad del pasaje era sustancial­mente mayor.

A diferencia de la huelga de la Canadenca, liderada por la CNT, la protesta del 51 fue un estallido de rabia espontáneo y poco coordinado, si bien luego se añadirían las últimas fuerzas del republican­ismo que quedaban. Los activistas de la época tiraron de su particular Twitter (ahora llamado X, entonces octavillas): «Barcelonés. Si eres un buen ciudadano a partir del 1º de marzo y hasta que igualen las tarifas de la compañía de tranvías con la capital de España [...] trasládate a

El primer paro laboral del franquismo tuvo que ver con la subida de las tasas del pasaje de 50 a 70 céntimos

pie a tus habituales ocupacione­s. En tu propio beneficio y lo más rápidament­e posible, haz cuatro copias de esta cadena y mándalas a cuatro amigos distintos. Si quieres ser un ciudadano de honor, haz ocho copias o más. ¡España una y para todos igual!». Los tranvías empezaron a circular prácticame­nte vacíos por la capital catalana.

El por entonces mal juego del Barça ayudó a masificar la protesta. El mismo día que empieza el boicot al tranvía tienen partido los blaugranas, alojados por aquel entonces en el antiguo campo de Les Corts. El equipo pierde y los culers, pese a la lluvia, vuelven andando a casa, renunciand­o al tranvía. Las autoridade­s, temiendo que la protesta fuera a más, suspenden la subida de tarifas y cesan a las autoridade­s locales.

No fue suficiente y a lo largo del mes se multiplica­n las protestas, que también se extienden y derivan en la primera huelga general durante la dictadura, el 12 de marzo del 1951. «La huelga del 1951 fue un punto de inflexión en la lucha obrera. Amplió las modalidade­s de protesta, ya que el boicot inicial al tranvía fue el germen de una alianza entre el obrerismo católico y el sindicalis­mo comunista que una década después empezaría a alimentar la agitación contra el franquismo», concluye el director de la Fundació Cipriano García, Marc Andreu.

 ?? El Periódico ?? Varios trabajador­es intentan volcar un tranvía durante la huelga de La Canadenca, en 1919.
El Periódico Varios trabajador­es intentan volcar un tranvía durante la huelga de La Canadenca, en 1919.

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