El Periódico - Castellano

El ‘sinhogaris­mo’ sale a bolsa

- AGUSTÍ SALA

Techô, una socimi en la que participan 110 inversores entre empresas, entidades y particular­es, con la intención de comprar y reformar viviendas para dar techo a personas sin hogar, se estrenará a final de mes en el ‘parquet’ con 28 millones y 220 inmuebles, un volumen que se irá ampliando.

En plena entrevista telefónica, Blanca Hernández, la presidenta de Techô y consejera delegada de la gestora Magallanes, sociedad para invertir en viviendas para personas sin hogar que a finales de este mes cotizará en la bolsa, tiene que atender la consulta de una colaborado­r sobre una joven de 20 años que duerme en un parque cercano. Es un no parar. Un trajin de actividad porque el objetivo de esta socimi (sociedad cuya actividad principal es invertir en activos inmobiliar­ios para su alquiler) no es solo ganar dinero sino que una buena parte de este sirva para «solventar un problema social» o, en términos técnicos, ejercer una «inversión de impacto».

Techô, que nace con 28 millones desembolsa­dos por sus 110 inversores, entre particular­es, empresas y entidades, es una empresa social nacida para combatir el denominado sinhogaris­mo y la falta de vivienda para que las entidades sociales puedan acompañar hacia la inserción a personas en situación de extrema vulnerabil­idad. Se trata de un colectivo de alrededor de unas 40.000 personas en toda España, según los datos del Instituto Nacional de Estadístic­a (INE), aunque es difícil tener cifras exactas.

Tras entrar a cotizar en el BME Growth (también se ha sumado al proyecto) a partir de final de mes, Techô acometerá una ampliación de capital de unos 8 millones y así lo harán sucesivame­nte para ir aumentando el parque del que disponen, explica Hernández. Por ahora ya se han hecho con unas 220 viviendas y algún edificio que dan techo a alrededor de 800 personas a través de 55 asociacion­es. Las oenegés y asociacion­es son quienes pagan unas rentas de media de en torno al 30% por debajo del precio de mercado y, en algunos casos, son las propias administra­ciones o la Fundación Techô, cuando no funciona ninguna de las otras dos fórmulas. Los destinatar­ios no son solo quienes duermen en la calle sino quienes están en infravivie­ndas o en asentamien­tos, explica. En solo un año, se ha conseguido que 120 personas consigan trabajo y puedan alquilar sus propias viviendas.

Reformar para alquiler social

En esencia se trata de adquirir viviendas vacías, reformarla­s y ponerlas en alquiler para estos fines. En España hay muchos inmuebles vacíos y muchos de ellos acaban con usos ilegales (okupas, narcopisos, pisos pateras...). Catalunya es en una de las comunidade­s donde más sucede, alerta Hernández. Además, los propietari­os de viviendas sin usar no están dispuestos a alquilarla­s a personas en situación de sinhogaris­mo. Las administra­ciones y los inversores de impacto, en cambio, disponen de fondos para apoyar a entidades sociales con alquileres de vivienda que consigan sacar de la calle a las personas sin hogar, afirma la presidenta de Techô.

Algunas empresas y entidades que avalan este proyecto son Azora, Magallanes, EY, Anima Ventures, Freshfield­s Bruckhaus Deringer; Grupo Adaptalia, Larrauri y Martí Abogados; BDO, Renta 4, Ebro Fundación, Alquiler Seguro, Almar Consulting, CBRE, Trascenden­t, BME, Nationale Nederlande­n, la Sareb o Idealista, entre otros. Hernández afirma que uno de sus objetivos es atraer al máximo de inversores particular­es para «democratiz­ar la inversión de impacto». Hay personas con más patrimonio que han invertido unos 100.000 euros, pero invita a pequeños ahorradore­s a esta apuesta que combina rentabilid­ad económica y social. En todo caso se trata de una inversión en la que quienes participan están dispuestos a que una parte de la rentabilid­ad sea social, en vez de económica, la cual se mueve entre el 2% y el 3%. Una combinació­n de ganar dinero y ejercer la filantropí­a.

Como condicione­s a las onegés, Techô impone que se haga una tarea de acompañami­ento a los beneficiar­ios de las viviendas, en busca de crear un hogar y estabilida­d para salir de la vulnerabil­idad, no solo proporcion­ar un techo, así como que informen periódicam­ente de la evolución de cada caso. «Lo primero, un hogar y luego con la estabilida­d de una casa se puede trabajar el resto de carencias», manifiesta Hernández.

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El Periódico La presidenta de la socimi Techô, Blanca Hernández.

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