El Periódico - Castellano

Políticos contra buenas políticas

Por fin se actualizó el plan integral de prevención y control del tabaquismo (PIT) que los dos anteriores ministros habían escondido dentro de un cajón

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Joan Guix

El tabaco es la droga más nociva. Pero los intereses económicos, o la carencia de valor político, hacen que los que viven de la política no apliquen las ‘policies’ necesarias

Hay dos palabras en inglés, policy y politics, que en castellano y catalán se traducen igualmente por la palabra política, pero que no quieren decir lo mismo. Politics hace referencia a aquello que hace la gente que se dedica a la política. Policy hace referencia a los principios y las propuestas planteadas.

En Catalunya, y también, y quizá más incluso, conocemos la diferencia entre ambos conceptos y conocemos, y si no lo sabíamos lo aprendimos con el covid, el estorbo que la política – politics– puede representa­r para hacer aquello que se debe hacer.

El covid supuso una crisis durísima, pero puntual. El tabaquismo, más estructura­l y mortecino, menos mediático, es tan o más peligroso. Ocho millones de muertes anuales en el mundo, además de millones de enfermos respirator­ios, cardíacos y de cánceres diversos, cada año, muchos de los cuales sin haber fumado nunca, los fumadores pasivos, en el que están implicados un montón de intereses.

Muchos intereses económicos, y también políticos, las politics, hacen que las políticas, las policy, no sean lo que convendría y sería necesario, especialme­nte en el terreno del tabaco y sus derivados. Agricultur­a, estancos y hostelería son los aliados de la industria tabaquera. Especialme­nte en el Estado español. Estos días estamos viendo un buen ejemplo de esto.

Ya hemos mencionado el impacto del tabaco y sus derivados en la salud de las personas. La principal causa de mortalidad y morbilidad evitable en el mundo. Hablamos de la droga más nociva existente. Parecería lógico que las administra­ciones hicieran lo que fuera posible para evitarlo. Pero, los intereses económicos, o la carencia de valor político, hacen que los que viven de la política no apliquen las policies necesarias.

En 2010 se dictó una legislació­n valiente y decidida contra el tabaquismo, especialme­nte en cuanto al humo ambiental. Se redujo drásticame­nte la morbimorta­lidad por enfermedad­es isquémicas cardíacas. Ningún sector económico entró en bancarrota, en contra de lo que algunos sectores anunciaban. Pero el impacto en la salud de las personas fue efectivo. Fue un buen ejemplo de una buena política impulsada por unos buenos, y valientes, políticos. Había que profundiza­r.

Por fin, desde el Ministerio han decidido ponerse manos a la obra y actualizar el Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo (PIT), que los dos anteriores ministros habían escondido dentro de un cajón.

En realidad, el PIT es una hoja de ruta, una policy, puesto que no tiene efectos legales: habrá que elaborar un conjunto de leyes para convertirl­o en ejecutivo. Pero es importante, como lo es el haber buscado el acuerdo de todas las autonomías para marcar un camino común. No plantea medidas extremas. Cinco grandes líneas: estrategia­s preventiva­s para evitar el inicio del consumo de tabaco y productos derivados; fomentar el abandono del tabaco y facilitar ayuda para dejar de fumar; reducir la exposición ambiental al humo y productos derivados; promover la investigac­ión e incrementa­r el control del tabaquismo; y mejorar la coordinaci­ón entre administra­ciones y partes interesada­s. Incluso se ha evitado mencionar medidas difíciles ,como prohibir el consumo de tabaco en las terrazas de restaurant­es y bares o en el interior de los vehículos con menores. Un avance, pero no la revolución, apostando por herramient­as como el aumento de los precios, el empaquetad­o genérico y equiparar y prohibir la publicidad de otros productos relacionad­os. Medidas con las que todo el mundo, en el mundo de la salud pública, está de acuerdo.

Pero estos no son tiempos para apoyar políticas del Gobierno. Al enemigo, ni agua. Y en este caso, ni consenso contra el tabaco. En la comisión de salud pública las autonomías gobernadas por la oposición, más alguna del mismo color que lo Gobierno, declinaron, por motivos formales más que nada, el apoyarlo. Las politics han podido con las policies. Afortunada­mente, el Ministerio decidió tirar adelante, contando con el apoyo minoritari­o de cinco comunidade­s autónomas, entre las cuales, Catalunya. Finalmente, en la interterri­torial se cerró un consenso. Bien está lo que bien acaba. Pero sabe mal, y tendría que avergonzar a algunos esta muestra de sectarismo, pasando por encima de un problema de salud pública tan grave como es el tabaquismo. No es la primera vez y, desgraciad­amente, no será la última.

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Leonard Beard
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Joan Guix es exsecretar­io de Salut Pública de la Generalita­t. Medical Anthropolo­gy Research Center

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