El Periódico - Castellano

Los riesgos al deshojar la margarita

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En tiempos de deshojar margaritas en la Moncloa –me voy, no me voy–, la bolsa española ha vuelto a encadenar varios días al alza, recuperand­o lo perdido por culpa de nuevas amenazas inflacioni­stas, la posibilida­d de que los tipos de interés bajen menos de lo esperado y la geopolític­a mundial. Se mantienen vivas las expectativ­as de crecimient­o de las grandes empresas españolas, que no defraudan a los inversores a medida que presentan sus resultados del primer trimestre del año. Solo un grave imprevisto internacio­nal podría afectar a las expectativ­as para todo 2024, donde se esperan nuevos récords de beneficios en todos los frentes. Desde Inditex hasta la gran banca, las empresas energética­s y las constructo­ras. Esa empresa y estos tres sectores son los que mueven el Ibex 35, índice bursátil más seguido.

A los grandes grupos españoles, cuyo negocio depende más de los acontecere­s internacio­nales, aquello que ocurra en el perímetro peninsular les afecta relativame­nte poco. Y si, como ocurrió en el caso de Ferrovial, les da una pataleta, cambian de sede y se convierten en holandeses, excusándos­e en que a través de ese país tienen más facilidade­s de financiaci­ón.

Respecto a la inversión extranjera en España, salvo un cataclismo político o una revolución, se mueve siempre acorde a los ciclos económicos y a las oportunida­des que generan industrias determinad­as. En 2023, la inversión extranjera sumó, según la secretaría de Estado de Comercio, 28.214 millones, ligerament­e por encima de la media. Desde 2010, la inversión extranjera media anual ha sido de 26.891 millones. En estos periodos ha habido un mínimo de 12.621 millones en 2010, en el pico de la crisis, y un máximo de 55.571 millones en 2018. Paradójica­mente, este fue un año de convulsión política en España tras los hechos de octubre de 2017 en Catalunya y la moción de censura a Mariano Rajoy por el escándalo Gurtel, que aupó al poder a Pedro Sánchez gracias al apoyo final del PNV.

Si este lunes, la margarita que deshojan Sánchez y su esposa les invita a abandonar la Moncloa, no ocurrirá absolutame­nte nada a medio plazo en las perspectiv­as de los inversores internacio­nales. Ni de aquellas ya anunciadas o a las que están en estudio. Si a Sánchez le acaba sustituyen­do, tras trámite parlamenta­rio, María Jesús Montero –vicepresid­enta primera– u otra de sus candidatas favoritas, como la ministra portavoz Pilar Alegría, el continuism­o está asegurado. No preocupa tanto quien ocupe La Moncloa, sino la capacidad de este o el próximo Gobierno de poder definir unos presupuest­os, aunque sean malos y poco apropiados, para el próximo año.

En España hay un sottogover­no –expresión italiana para definir cómo aquel

A los grandes grupos españoles, cuyo negocio depende más de asuntos internacio­nales, aquello que ocurra en el perímetro peninsular les afecta poco

país sobrevivía a los líos políticos– que funciona a pesar de excesos burocrátic­os. El único peligro a largo plazo es que la insegurida­d política se eternice. Entonces sí vendrán los problemas. Con o sin Pedro Sánchez. Que siga reflexiona­ndo.

Martí Saballs es director de Informació­n Económica de Prensa Ibérica

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Martí Saballs

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