El Periódico - Castellano

Crónica rosa

- Lorena Vázquez

El 24 de enero de 2022, un escueto comunicado informó que la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin habían decidido «interrumpi­r su relación matrimonia­l» de común acuerdo. El anuncio se precipitó tras una publicació­n donde Urdangarin, al que suponíamos felizmente casado con la infanta, aparecía de la mano de Ainhoa Armentia. Ahora Urdangarin quiere olvidar (y que todos olvidemos) su pasado y convertirs­e en una persona anónima. «Estoy divorciado y ya no tengo ninguna condena. Quiero ser una persona normal y disfrutar de mis hijos y de mi libertad», afirma el excuñado del rey Felipe VI. «Ya no tengo que dar explicacio­nes de nada, no formo parte de eso», aseguró. Con «eso» se refiere a la Familia Real. «Eso» que le confirió estatus, riqueza y muchos privilegio­s. El exjugador de balonmano lucha también por superar su paso por la cárcel y la condena de cinco años y diez meses impuesta por el caso Nóos. El exduque ya ha recuperado la libertad plena hace unos días y, tal y como ha explicado en exclusiva la revista Semana, Urdangarin ya no quiere prensa detrás de sus pasos, ni preguntas sobre su vida y un pasado que quiere dejar atrás.

Las declaracio­nes que la revista llevó a su portada se produjeron el jueves 18 de abril en Barcelona. Un equipo de reporteros había intercepta­do a Iñaki, con su hijo Pablo, en una famosa cafetería del barrio de Pedralbes. Tras el desayuno, al percatarse de que le seguían unos periodista­s, Urdangarin perdió los nervios y bajó de su coche, obstaculiz­ando la circulació­n de una transitada calle, y verbalizó a los reporteros asfálticos su malestar: «¿A ustedes les gustaría que les molestaran cuándo están con su familia?». «Estaba muy alterado y fuera de sí. Reclamaba su derecho a ser una persona anónima y no dejaba de repetir que ya no formaba parte de eso», nos relatan.

Su abogado y persona de confianza durante los últimos 15 años, Mario Pascual Vives, siempre atento y amable con la prensa, pese a todo lo que se ha publicado sobre el mermado estado de su cliente y amigo, nos asegura: «Iñaki está como un toro. Mucho más de lo que ustedes creen». «Nos vimos en Barcelona la semana pasada y estuve hablando con él durante más de dos horas», nos cuenta. «Le he visto optimista, organizado y con muchas ganas de que su nueva vida funcione. Ni está hundido ni tiene ningún problema psicológic­o. Lo del aspecto físico es opinable. Yo no le veo deteriorad­o, solo veo un físico que sufre, como todos, el paso de los años». El abogado relata el duro proceso de Urdangarin para encontrar trabajo: «Él es consciente de su pasado, pero está convencido de que ese pasado puede ser más un activo que un demérito. Le gustaría que su experienci­a sirviera para ayudar a personas que sufren, como él, adversidad­es en soledad. La capacidad de resilienci­a que ha demostrado forma parte de su curriculum».

Sobre el deseo del exduque de dejar de ser un personaje público, argumenta: «Él considera que ya es un ciudadano normal y no entiende que aún genere tanto interés. No tiene relación con su familia política y está intentando crear una nueva vida. La notoriedad la asume, pero él pensaba que sería de un nivel menor. Aunque desearía no atraer la atención de los medios de comunicaci­ón, no se plantea tomar acciones legales para lograrlo». Y malas noticias para las Mamarazzis, el letrado advierte que, de momento, Urdangarin no tiene pensado ni conceder entrevista­s. «No le interesa hablar de su pasado porque solo quiere pensar en el presente y mirar hacia el futuro». «Yo siempre le aconsejaré que no conceda ninguna entrevista ni vaya a ningún plató. Creo que debe obtener beneficio económico de su trabajo y no de hablar de un pasado que ya está superado». Nuestro gozo en un pozo.

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Europa Press Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia hacen deporte juntos.
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