Espadas en alto en la opa
Esta opa preocupa mucho. Al no estar consensuada, cada parte jugará sus cartas. El BBVA necesita el visto bueno de múltiples autoridades, incluyendo el Banco Central Europeo, Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y Gobierno español. Para conseguirlo, tiene que demostrar que la fusión beneficia al sistema financiero sin perjudicar a los consumidores. Además, tiene que convencer a los accionistas del Sabadell para que acepten la oferta, argumentando que el precio es atractivo, un 30% superior al valor de las acciones antes del anuncio. Un reto clave es mantener la valoración de sus propias acciones, ya que una bajada de precio de las acciones del BBVA podría hacer que la oferta sea menos atractiva, pues la opa se pagará con nuevas acciones que emitirá el BBVA.
Por su parte, el Sabadell, que se opone a la opa, se defiende destacando que el precio ofrecido es bajo y pone de relieve los beneficios de 1.300 millones de euros obtenidos en 2023, y también las buenas perspectivas de los próximos años, que permitirán aumentar mucho el dividendo. Intentará convencer a los accionistas de que el futuro del banco es mejor como entidad independiente. El Sabadell también cuenta, al menos de momento, con la ventaja de que los gobiernos catalán y valenciano, y el español, que es el que cuenta, se oponen a la opa. Hay que ver si los gobiernos dirán lo mismo después de las elecciones del domingo. Como hay otras partes interesadas, como los clientes que perderán oferta bancaria y muchos trabajadores que pueden perder el puesto de trabajo, falta que alguien defienda sus intereses y haga ver a los gobiernos los problemas de esta operación. Las espadas están en alto y, a pesar de que el precio de la opa podría ser interesante para los accionistas, hay muchos temas más, esencialmente de tipo social, que deberían incidir en el resultado final. Un banco es mucho más que sus accionistas.
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