El 12M y el botón nuclear de Sánchez
En un ‘estado judicial’ como el que rige en España dejar fuera de la ecuación poselectoral el tema de la ley de amnistía dando por hecho su aprobación cuando aún no lo está sería minusvalorar los recursos en liza. Hasta que no se dé el visto bueno a la norma, Puigdemont y el líder del PSOE están sentados en la mesa del dentista, los dos se tienen cogidos.
El sentido común te llevaba a entender tras el anuncio de su candidatura para el 12M que Carles Puigdemont haría una excelente elección. Porque Puigdemont es un candidato de la rabiosa actualidad política imperante en España y en el mundo. Es nuestro fenómeno vernáculo, así como en EEUU lo ha sido y vuelve a serlo Donald Trump o Javier Milei en Argentina, lo que no prejuzga la existencia de una especie de tripartito o identidad de los tres.
Puigdemont sería el retorno triunfal, a horcajadas de Pegaso, el caballo alado de Zeus, dios del cielo y de la tierra, que, en este caso, sería la ley de amnistía, por la que nadie daba un duro. Que esa excelente elección, además, sería un chute para la campaña dominada de antemano por una gris performance del partido bifronte de Pere Aragonès y Oriol Junqueras, ERC, sin un candidato a la moda americana o argentina. Y, claro, ese mismo sentido común dictaba que el PSC volvería a ganar con Salvador Illa esta vez con más fuerza.
Los sondeos, y parece que los votantes, van a confirmar ese cuadro con mayor nitidez. Un retorno triunfal de Puigdemont desde Waterloo hasta las mismas barbas de Illa, y un desfondamiento de Aragonès. Y, entonces, las conclusiones apuntan a la dificultad de formar Govern. Y al hecho de que Puigdemont pueda tener la sartén por el mango si iguala o se pone ligeramente por debajo de Illa.
Pero vayamos al grano. La ley de amnistía no es un hecho. ¿Querrán Pedro Sánchez y el PSOE aprobarla a una semana de las elecciones europeas del 9 de junio? Parece difícil. Imaginemos que según fuera el resultado el 12M y según como le vaya al PSOE en las europeas, la amnistía aún no se ha aprobado.
Situación hipotética
Figuremos: las elecciones del 12M las gana Illa en votos y escaños. Puigdemont dice: «Illa has ganado, pero yo me he quedado a dos escaños». Digamos: Illa obtiene
40 escaños y Puigdemont 38 (Illa ganará en votos porque la proporción de escaños no es la misma en todas las circunscripciones). Pues Puigdemont dice: «Si me vota ERC y la CUP, llegó a los 63 escaños. Esto no es evidentemente mayoría, Illa, pero tú te tienes que abstener porque no llegas a 63. La mayoría simple la consigo yo». Ergo, sigue Puigdemont: «O tú te abstienes o yo dejo de darte apoyo en Madrid. Porque está claro: tú, PSOE, no vas a unirte con Vox, PP, habida cuenta de que solo con los Comuns no llegas. Illa, prosigue Puigdemont, no te toca a ti gobernar la Generalitat. Me corresponde a mí, porque yo sí puedo sumar con ERC y CUP». Tenemos aquí un planteamiento de fuerza de Puigdemont. ¿Está inerme el PSOE? Pues nada inerme. Recordemos: la ley de amnistía no está aprobada. Y se puede retrasar poco o mucho. Depende. Tres diputados del PSOE, por ejemplo, se ausentan en la votación el día en que se somete la ley de amnistía. Salen 175. Pero no sirve. No se gana con más síes que noes. O sale 176, mayoría absoluta, o no hay ley. Se paraliza, pues, durante dos meses.
Cuadro imaginario
Y aquí es donde Sánchez le envía a Puigdemont: «Illa ha ganado, tenemos más escaños que nadie, deja que Illa sea presidente, por favor, sé razonable. Lo que estás pidiendo, la abstención del PSC en tu investidura, tiene un coste impagable, cuando he sacado más votos y más escaños». Porque eso es lo que afirma ahora Puigdemont:
«Me tenéis que investir por mayoría simple si hace falta, más sís que noes». Esto es: la abstención del PSC.
Este cuadro imaginario probablemente no va a ocurrir. Pero esta ecuación nos alerta de una cosa: hasta que la ley no esté en el BOE puede pasar de todo. Volvamos a la amnistía: tiene que estar aprobada. Y, una vez más, no parece que eso vaya a ocurrir antes de las elecciones europeas. El día que se publica en el BOE, Puigdemont vuelve. Por tanto, antes de las europeas es fatídico para las aspiraciones del PSOE. La fuerza del PSOE, el arma podría decirse, el botón nuclear, es tener los votos para aprobar la amnistía. Una vez aprobada el PSOE pierde fuerza de negociación. Cuanto más se demore, mejor.
Hasta que no se apruebe la amnistía están sentados en la mesa del dentista, los dos se tienen cogidos. En román paladino: «No me fastidies la investidura de Illa, si me la fastidias cuando ha sido claramente el más votado y puede formar un tripartito, no saco la ley de amnistía». Me diréis: «Es difícil para el PSOE no aprobar la amnistía porque sería también un desastre». Es muy cierto. Pero no le va tan mal demorar.
Y otra cosa: Puigdemont va a perder la inmunidad como diputado europeo del 13 de julio.
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