«Soy el daño colateral de las obras de los tranvías»
«Me quedan cuatro años para la jubilación. Pero, la verdad, no los veo», suelta este tornero
«Con un muro delante, ¿cómo entras y sacas la furgoneta», se lamenta
Un negocio abierto hace 70 años ha visto decaer un 40% los ingresos al no poder encajar su vado a menos de 15 metros de la puerta. «Aquí ya no viene ni Dios», lamenta Daniel Plana, la tercera generación al frente de un taller de piezas mecánicas en el Fort Pienc.
El local lo abrió el abuelo de Daniel Plana en la avenida Diagonal, a principios de los años 50, y al nieto le toca vivir el ocaso del negocio familiar, donde aprendió el oficio que le ocupa desde los 16 años. Durante el encuentro de una hora, ningún cliente ni proveedor acuden al local, donde se manufacturan accesorios de tornillería, fresa y torno. «Me quedan cuatro años para la jubilación. Pero, la verdad, no los veo», suelta Plana, pesimista. Tras la puerta, tiene a la vista el motivo al que atribuye sus males: las obras de unión de los tranvías.
El tornero cuenta que se ve al borde del cierre desde que los trabajos para empalmar las líneas del Trambesòs y el Trambaix empezaron, hace ya más de dos años. Sin apenas trabajo, contempla el trajín de los operarios y el estrépito que atruena frente al bajo, próximo a la plaza de les Glòries, un tramo por el que circularán trenes a partir del último trimestre de 2024 para enlazar con la plaza de Jacint Verdaguer. Luego quedará por abordar una conexión aún sin fechas claras, la que debe culminar en Francesc Macià, meta final de la operación iniciada en marzo de 2022 para fusionar los dos circuitos.
Plana calcula que sus ingresos se han hundido un 40% desde que comenzaron las tareas para extender los raíles frente al trecho de acera que ocupa en la Diagonal. «El tranvía es lo que manda». La calzada se ha reducido de dos carriles a uno y, aunque el acceso está vallado a la altura de la calle Padilla, le ha quedado un paso para acceder con la furgoneta y aparcarla dentro del negocio. También podrían entrar furgonetas para surtirle de material, pero dejaron de hacerlo: «No quieren venir. El acceso es problemático… Esto me ha hundido. En el distrito me dijeron que les sabía mal, pero que yo era el daño colateral», sostiene.
Un obstáculo más que Plana señala que entorpece la continuidad del taller es que el vado ubicado enfrente del local desaparecerá. La reforma de ese punto de la avenida lleva a levantar la acera para que quede a la misma altura que las vías que atravesarán la calzada por el centro. Y, a su vez, salvar el desnivel que se forma en el cruce con la calle Castillejos. Al empinarse la acera, se formará un muro que imposibilitará seguir entrando con vehículo justo delante de la puerta del negocio.
Quejas del vecindario
El Ayuntamiento explica que el inicio de las labores para interconectar los tranvías «hizo aflorar quejas del vecindario por la diferencia de cotas que ya existía en la esquina» de la Diagonal con Castillejos. Las pancartas aún cuelgan de algunos balcones. «Atendiendo a las demandas y al interés colectivo, se ha planteado una solución que nivela de nuevo la calzada de los vehículos y las vías del tranvía y que obliga a desplazar el único vado existente», responde el consistorio.
El único acceso para vehículos es el del taller. Lo que el distrito ofrece es moverlo unos cuantos pasos a la izquierda, hasta un tramo donde la acera apenas se elevará sobre la calzada. “Son unos 15 metros. Tendré que pasar con la furgoneta por encima de la acera y maniobrar para entrar en el local. «Me dijeron que hay excepciones en Barcelona. Pero, con un muro delante, ¿cómo entras y sacas la furgoneta? ■