El Barça de Grimau, el otro declive
La mala deriva del fútbol se ha extendido al baloncesto. Como ocurrió con el equipo de Xavi, las puertas de las semifinales europeas se cerraron de golpe en el Palau. El derrumbe apela tanto a los ejecutivos como al técnico y su plantilla.
La mala deriva del fútbol se ha extendido al baloncesto. El declive deportivo del Barça se consuma con la desaparición de sus dos equipos principales de las últimas instancias europeas. El de Xavi Hernández sucumbió en los cuartos de final frente al PSG y el de Roger Grimau se ha despedido a la misma altura, en puertas de la Final Four. En ambas competiciones estará el Real Madrid para elevar el umbral del dolor culé.
El declive interpela desde la plantilla al palco, pasando, naturalmente, por los ejecutivos de la sección con Juan Carlos Navarro, otra vieja leyenda, elegida por Joan Laporta tras ganar las elecciones.
DOS ENTRENADORES CULÉS.
Xavi Hernández fue la segunda apuesta de Laporta –la primera consistió en mantener a Ronald Koeman- en base a su trayectoria como jugador del Barça. Se fichó a una leyenda con la construcción imaginaria que sería tan positiva como la experiencia con Pep Guardiola. Fue campeón de Liga en la pasada campaña y, semanas más tarde, despidió Laporta a Sarunas Jasikevicius para colocar en el banquillo a Roger Grimau. Son dos culés muy culés Xavi y Grimau, presumen en el club, convertida esa filiación sentimental en un sólido mérito para acceder al cargo. Superior incluso a la experiencia que, se supone, se exige para un banquillo de la exigencia del Barça. Esa condición de culés, sin embargo, les concede una vida extra.
PROYECTOS MENORES.
Una vida extra por dos razones: la falta de dinero impide abordar la contratación de entrenadores top y porque los dirigentes sabían que las rebajas aplicadas afectarían a las prestaciones de los equipos. También las del basket, pese a que la sección de Josep Cubells emprendió operaciones insólitas. Raro es el mundo del básquet, donde predominan los contratos cortos, que en épocas de carestía se pagaran traspasos por Joel Parra y Darío Brizuela (un millón costó cada uno). Además, se contrató a Willy Hernangómez, un ex-NBA, cuya ficha, sin embargo, sería sensiblemente menor que la de Nikola Mirotic. El pivot madrileño no ha respondido a las expectativas. El rendimiento no ha sido el propio de una incorporación tan simbólica. La actitud que mostró desde un principio, incluido un enfrentamiento con Grimau, le puso bajo sospecha y no ha marcado las diferencias de un jugador franquicia.
Apareció por el Palau otro exNBA, más discretamente: Jabari Parker. El ala-pívot estadounidense pasó incluso una prueba por los antecedentes de lesiones que habían frenado su carrera. La fiabilidad que ha exhibido y que convenció a la sección a renovarle el contrato estalló en el último partido: 4 puntos en 13 tiros (0 de 7 en triples y ningún tiro libre).
PÍVOTS DESGASTADOS.
Jan Vesely anotó 6 y Hernangómez sumó 9 en el desempate. Da Silva y Kalinic no se movieron del cero (siete tiros del serbio, uno del alemán). Enfocados a una serie de dureza física y esfuerzo para contener el juego interior heleno, muy superior al exterior pese a que anotaron más triples que el Barça, la aportación anotadora que se esperaba de las torres azulgranas descendió a
partir del menor acierto en los tiros. Parker fue eliminado por faltas, Da Silva, Kalinic y Vesely sumaron cuatro. En las filas griegas, solo Petrusev rozó el peligro de la exclusión. El 59-63 explica el tipo de partido que se jugó. Fue el que quería Olympiacos. El equipo griego pudo descansar y preparar mejor el partido; el Barça tuvo que remontar 20 puntos al Gran Canaria para ganar en la prórroga.
GESTIÓN DE RECURSOS. Bartzokas presumió de la rotación de sus hombres más altos. Utilizó a 11 de los 12 jugadores de la plantilla en dos de los partidos del Palau y en el primero recurrió a los 12 del acta. Grimau, en cambio, solo se ha fiado de un grupo de diez en tres partidos, salvo en la paliza del cuarto partido cuando acudió al fondo del banquillo con Brizuela y Nnaji, pívot olvidado en el rincón. El escolta, uno de los fichajes de la temporada, jugó solo los últimos tres minutos antes del descanso del tercer partido y casi 20 minutos en el cuarto. Cero en los demás encuentros. Cero en la última noche del Palau pese a ser un especialista en los triples. Grimau no pensó en él para reparar uno de los mayores defectos resaltados por el propio técnico: «Hemos tirado muchos triples y no hemos estado acertados». El otro fichaje, Joel Parra, ha sido un espectador.
Pocos puntos de los pívots, los habituales de los aleros (17 de Laprovittola, 13 de Abrines) y menos de los bases: 2 de Satoransky y Jokubaitis, 6 de Ricky Rubio. Otro ex-NBA que procede de un proceso de inactividad y, por tanto, una línea sujeta a altibajos. Brilló Rubio con cuatro robos en la primera mitad y una excelente disposición defensiva, pero con poco tino en la dirección. Igual que Satoransky.
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Los fichajes de Hernangómez, Parra y Brizuela no han tenido el papel esperado