Cinco niños murieron ahogados en 2023 en piscinas catalanas
Ante los datos de siniestralidad en los recintos, Protecció Civil insta a incrementar las medidas de protección y focaliza sus consejos en los menores.
Los niños son los más vulnerables en las piscinas. Ante este riesgo, Protecció Civil insiste en focalizar en los menores sus consejos de autoprotección en estos recintos para evitar ahogamientos y otras incidencias. Y es que en la pasada campaña de verano, entre el 15 de junio y el 15 de septiembre de 2023, se registraron 11 ahogamientos mortales en las piscinas catalanas, de los que tres fueron menores: una niña de 2 años en una piscina de L’Ametlla de Mar (Baix Ebre), otra de 8 años en las piscinas municipales de Can Zam en Santa Coloma de Gramenet y una de 4 años en las piscinas municipales de Granollers.
Fuera de temporada, Protecció Civil tiene constancia de otro menor, de 3 años, fallecido en una piscina de Begur a principios de octubre. Según datos de este organismo, entre junio y diciembre de 2023 murieron 14 personas en piscinas catalanas, tanto particulares, como municipales, de cámpings, hoteles o comunitarias. De estos fallecidos, 4 eran menores, lo que supone un 28,5% del total. Esas cuatro muertes son el doble de las registradas en 2022. Y no incluyen los posibles incidentes que haya habido entre enero y junio. Entre
ellos, por ejemplo, el caso de una niña que falleció en marzo tras quedar atrapada en una piscina de Platja d’Aro, que eleva a cinco los fallecidos.
Las cifras son más elevadas por lo que respecta a ahogamientos no mortales en estas piscinas. De los 28 incidentes (leves, graves o críticos), 20 fueron de niños de entre 2 y 11 años, lo que supone un 71,4% del total. La mitad de estos ahogamientos no mortales de menores tuvieron lugar en poblaciones del área metropolitana de Barcelona.
En 2022, fallecieron en piscinas un niño en Móra d’Ebre y una niña en
Terrassa, los dos de 4 años. En total se registraron 13 víctimas mortales en piscinas catalanas ese verano.
Más alto es el de ahogamientos no mortales: de los 35 registrados, ya sean leves, graves o críticos, 27 fueron menores, lo que supone el 77,1% del total. Mejor fue la temporada 2021: no falleció ningún menor en las piscinas catalanas y hubo 12 ahogamientos no mortales, de los que seis fueron menores. Todos tenían menos de 8 años.
En la temporada de 2020, año de la pandemia, hubo siete ahogamientos mortales en piscinas catalanas y de ellos, dos fueron de menores: dos niños de 4 años, uno en Santa Susanna y otro en Vila-seca. De los 16 ahogamientos no mortales, 10 fueron menores, en su mayoría entre 2 y 4 años, lo que supone un 62,5% del total.
Baño seguro
Ante estos datos, Protecció Civil ha puesto especial relevancia en ofrecer consejos para que el baño de los niños sea seguro. Se insta a los adultos a enseñarles a nadar lo antes posible; poner flotadores adaptados para cada edad y que la cabeza esté fuera del agua; no dejarles solos en ningún momento y evitar los juegos a darse empujones al borde de la piscina, a saltar uno por encima del otro, a hundirse, o echarse en cadena por los toboganes.
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La educación sexual nunca ha sido un tabú en casa de Mònica Blasco, administrativa de Barcelona de 50 años. Cuando su hijo era pequeño, le hablaba con naturalidad y con un lenguaje adaptado a su edad sobre el cuerpo, los genitales, la autoestima, los límites y el respeto a los demás. El chaval tiene ahora 17 años y Mònica no sabe «absolutamente nada» de su vida sexual. Lo único que tiene claro es que es heterosexual, pero desconoce si le gusta alguna chica o si mantiene relaciones. «No me cuenta nada, ha construido un muro», se lamenta Mònica, que no sabe cómo acompañar a su hijo en una parte de la vida tan importante como es la sexualidad.
El caso de Mònica no es aislado. La media de edad para la primera relación sexual coital es de 16,2 años, según el informe Juventud en España 2020, elaborado por el Instituto de la Juventud. Sin embargo, muchas familias afrontan la adolescencia de sus hijos e hijas con un desconocimiento absoluto sobre su vida íntima. O con desconcierto, como el que sintió Marta, empresaria de 51 años, cuando su hija, de 17 años, le informó de que iba a dormir en casa con una amigo después de una noche de fiesta.
Pérdida de control
El último estudio internacional HBSC, de 2018, asegura que, en España, el 20% de los chicos y chicas de 15 y 16 años ha mantenido relaciones coitales. El porcentaje aumenta hasta casi la mitad (48%) entre los jóvenes de 17 y 18 años. La sexualidad va más allá del coito, el cuerpo y los sentimientos. Es, en palabras de la OMS, un aspecto de la vida que incluye «las ideas, las identidades, el deseo, las creencias, las actitudes, los valores y las conductas». Siendo una dimensión tan importante, ¿cómo hacer frente a la sexualidad de los hijos e hijas adolescentes?
Primero, teniendo claro que la adolescencia no tiene nada que ver con la infancia. La complicidad y el fuerte vínculo de antaño se van difuminando. «La etapa más complicada en lo que a maternidad y paternidad se refiere no es la primera infancia ni la juventud, sino la adolescencia. Se sufre un duelo, un miniabandono. La relación con tu hijo cambia. El vínculo que tenías se va alejando. Eso cuesta mucho de
La media de edad en España para la primera relación coital es de 16,2 años «El vínculo que tenías se va alejando. Hay que aceptar y asumir la pérdida de control»
aceptar, pero es fundamental hacerlo. Hay que asumir la pérdida de control y admitir que ahora tu hijo se encierra en su habitación y te prohíbe entrar», explica Núria Jorba, sexóloga y terapeuta de pareja.
Sexólogas y especialistas en educación sexual desaconsejan utilizar la presión y las preguntas directas y continuas para que los hijos cuenten algo. «Eso les cerrará todavía más», advierte Jorba. La buena noticia es que los adolescentes, aunque no lo parezca, necesitan a los adultos y les escuchan. La receta es informar en lugar de preguntar.
«No hay que dar charlas. Y tampoco esperar un diálogo con ellos. Nuestro papel es el de ofrecer información a pequeñas dosis. Información objetiva, fácil y positiva, y nunca desde el miedo. Que tengan claro que no les vamos a juzgar, que no tengan nunca pánico a llamar a nuestra puerta», añade Jorba. «Tu hijo te sigue necesitando como cuando era un niño, pero ahora debes estar en la retaguardia», concluye.
La educación sexual comienza desde la primera infancia, donde no hay erótica sino una dimensión afectiva y social. «Si una madre jamás ha hablado de esto con sus hijos y se pone a hacerlo cuando son adolescentes... llega tarde», sentencia la sexóloga, terapeuta sexual y divulgadora Sonia Encinas, autora de Sexo afectivo (editorial Montena), un ensayo dirigido a jóvenes sobre amor, empoderamiento, relaciones sanas, consentimiento y placer.
En muchos hogares se pasa de puntillas sobre la sexualidad pensando que hablar de eso implicará que los hijos e hijas aceleren sus relaciones sexuales. Todo lo contrario. «Hay evidencia que demuestra que las personas que han recibido educación sexual suelen retrasar sus primeros encuentros eróticos», subraya Raquel Hurtado, subdirectora de Sedra-Federación de Planificación Familiar.
Las familias tienen sensación de seguridad cuando los chavales les cuentan cosas. No hacerlo es, para muchos, sinónimo de problema. Pero no es así. «Tus hijos no están en la obligación de contarte nada. Es su intimidad. La pregunta no es cómo puedo hacer para que me cuente, sino cómo puedo hacer para estar», insiste Hurtado. Se trata, según la especialista en educación sexual, de no avasallar a preguntas sino de «tirar cañas». Y pone algunos ejemplos: «Puedes decirle cosas como ‘si le pasara esto a un amigo tuyo, ¿tú qué pensarías’?, ‘¿a ti esto, qué te parece?’».
Aprender a llamar a la puerta
Hurtado también recomienda a las familias «aprender a llamar a la puerta» para evitar momentos tensos como pillarlos masturbándose y saber generar espacios de intimidad a los chicos y las chicas. «La educación sexual es una carrera de fondo, no se trata de entregarle preservativos y pensar que ya está todo solucionado», advierte la responsable de la Federación de Planificación Familiar, que ofrece charlas en institutos y colegios y sigue calificando de “asignatura pendiente» la educación sexual tanto en los hogares como en las aulas.
«No necesitamos saber todo sobre su intimidad, pero sí debemos dejarles claro que, si nos necesitan, ahí estaremos. No desde la angustia. Les hablaremos de prevención, claro que sí, pero también de placer. Les podemos decir ‘mira, aquí tienes preservativos si los necesitas’ y ‘aquí tienes este ensayo sobre sexualidad por si te lo quieres leer’», añade Encinas, quien recomienda a las familias que se vean superadas e incapaces que llamen a la puerta de una profesional.
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La educación sexual no es hablar de posturas y orgasmos. Es prevenir abusos, fomentar la autoestima e inculcar el respeto a los demás. También es evitar que tu hijo desconozca tanto el cuerpo humano que pregunte cosas como «¿cómo pueden hacer pis las mujeres con un tampón puesto?». La pregunta es real. La recibió en redes el farmacéutico y divulgador Álvaro Fernández, que terminó escribiendo el ensayo Nadie nace sabiendo, manual de sexualidad para jóvenes y no tan jóvenes. ¿Cómo, cuándo y por qué educar sexualmente a nuestros hijos e hijas? Por partes.
DESDE BEBÉ.
Teniendo en cuenta que la sexualidad infantil no es la adulta, la comunidad científica y educativa recomienda empezar desde los 0 años con algo tan básico como llamar a los genitales por su nombre y no con eufemismos. En la infancia no hay erotismo, ni acción, ni deseo, ni reproducción. De hecho, los expertos hablan de educación afectivo-sexual, una asignatura transversal incluida también en la actual ley educativa. Tener 4 años no es lo mismo que 10, 13 o 17. Cada edad tiene sus características propias. Pero no solo eso. Cada persona es un mundo, con independencia de su edad. «Es importante partir de la individualidad. Cada chaval tiene su historia y las realidades son muy diversas, como las vivencias y los cuerpos», advierte Raquel Hurtado, subdirectora de Sedra-Federación de Planificación Familiar. La primera regla de cara a impartir educación afectivo-sexual en casa es tener en cuenta la edad de tu hijo y su forma de ser y su madurez. También tus valores como madre y padre.
DE 2 A 5 AÑOS.
«Si se toca, no te rías. No le ridiculices ni le regañes. Recuerda que es algo normal y estupendo. Puedes aprovechar para explicarles conceptos como la intimidad y la privacidad», recomienda la psicóloga y sexóloga Mamen Jiménez en Yo te lo explico. Qué, cuándo, cómo y dónde hablar ‘de eso’ con tu peque. La experta recuerda que jamás hay que obligar a los niños y las niñas a besar a nadie que no quieran para inculcarles la idea de que el cuerpo es suyo y nadie lo toca si no quieren.
DE 5 A 9 AÑOS.
«Respeta la intimidad de tu peque y establece una relación de confianza y seguridad, que sepa que puede contar contigo para sus cosas, que las vas a recibir sin juzgar ni ridiculizar ni menospreciar», continúa Jiménez, que anima a padres y madres a que, a esta edad, los niños y las niñas ya sepan, por ejemplo, qué es la regla y qué significa.
DE LOS 9 A LOS 12.
«Adelántate a su explosión hormonal y ve explicando los cambios», recomienda Jiménez. Que el porno no se convierta en educador sexual también depende de las familias. El porno no mola, de Anna Salvia y Cristina Torrón, es un didáctico manual recomendado a partir de los 11 años que explica qué es la pornografía y qué maneras hay de evitar que se convierta en el educador sexual a esta edad.
DE LOS 15 EN ADELANTE.
Llega el momento de comprar manuales adaptados a su edad y dejárselos encima de la mesa por si los quieren leer. La adolescencia ya está aquí y los padres y las madres son necesarios, pero en la retaguardia. La sexóloga y terapeuta Sonia Encinas plantea y responde preguntas clave en Sexo afectivo, todo lo que debes saber para disfrutar de un sexo consciente desde el primer día.
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«Respeta la intimidad de tu peque y establece una relación de confianza»