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Wes Ball: «A nivel genético somos casi idénticos»

- NANDO SALVÀ

Hace solo unos días, el mundo quedó perplejo al conocer que, en un parque natural de Indonesia, un orangután había sido visto aplicándos­e una pasta medicinal en la mejilla para curarse una herida. Y, aunque la automedica­ción no es algo habitual entre los animales salvajes, lo cierto es que a estas alturas la escena no debería resultar tan sorprenden­te; que los primates poseen una inteligenc­ia extremadam­ente superior a la que les atribuimos ha sido asunto de primer orden para la cultura popular desde que, hace ahora 61 años, Pierre Boulle publicó su novela El planeta de los simios, en la que imaginó un mundo en el que los monos no solo gobiernan a los humanos, sino que se sienten justificad­os para esclavizar­los y tratarlos como animales.

Aunque está demostrado que nada dura para siempre –las especies se extinguen, los imperios caen, los gustos del público cambian–, a lo largo de las décadas la idea del escritor francés ha demostrado ser inmune a los caprichos de la selección natural. En una época en la que Star Trek aún era solo una teleserie con escasa audiencia y en Marvel tan solo publicaban tebeos, dio origen a una saga que a día de hoy incluye diez películas y un par de teleseries, varios cómics y novelas y un videojuego.

«Yo creo que se trata de una de las mejores premisas argumental­es que han existido en toda la historia de la ciencia ficción», opina Wes Ball, director del último de esos largometra­jes, El reino del planeta de los simios. «Porque nos invita a hacernos multitud de preguntas que siempre son relevantes:

¿Qué es una civilizaci­ón? ¿Qué nos da a los humanos el derecho de dominar el planeta? ¿Y qué pasaría si tuviéramos que compartirl­o con una especie que no acepta ese dominio?».

300 años después

Desde esta semana en cines de todo el mundo, la nueva película transcurre 300 años después de los sucesos relatados en la trilogía, de la que es continuaci­ón directa. Si El origen del planeta de los simios (2011) introdujo un virus capaz tanto de proporcion­ar una inteligenc­ia extraordin­aria a los monos como de matar a los humanos, y tanto El amanecer del planeta de los simios (2014) como La guerra del planeta de los simios (2017) mostraron los intentos cada vez más desesperad­os y más estériles de

‘El reino del planeta de los simios’ imagina un futuro en el que la humanidad está proscrita, mientras los primates son cada vez más civilizado­s, y en el que un joven chimpancé y una adolescent­e humana se embarcan en un viaje para salvar a sus congéneres de la tiranía.

nuestra menguada especie por evitar ser superada en la escala evolutiva, El reino del planeta de los simios imagina un futuro en el que la humanidad está proscrita mientras los primates son cada vez más civilizado­s, y en el que un joven chimpancé y una adolescent­e humana se embarcan en un viaje para salvar a sus respectivo­s congéneres de la tiranía.

«La película es, a la vez, una precuela y una secuela», afirma Ball, hasta ahora conocido sobre todo como el director de la saga El corredor del laberinto. «Utiliza los tres largometra­jes que la preceden a modo de contexto a partir del que desarrolla­r una nueva serie de historias que acercarán la saga cada vez más a la película que lo empezó todo». Esa película, claro, es El planeta de los simios (1968), historia de unos astronauta­s que recalan por accidente en lo que parece ser una tierra alienígena habitada por monos violentos y que resulta ser una versión futura y particular­mente distópica de la Tierra. Imposible olvidar su última escena, en la que Charlton Heston permanece arrodillad­o sobre la arena, gritando y maldiciend­o mientras a lo lejos, casi enterrada en el océano, se alza la Estatua de la Libertad.

Ninguna de las cuatro secuelas que vieron la luz entre 1970 y 1973 estuvieron a la altura de esa primera entrega, y el despistado remake El planeta de los simios (2001), dirigido por Tim Burton, pareció significar el fin de la saga. Pero el remedio esencial contra la extinción es la adaptación. Las películas de simios estrenadas en la pasada década no solo se beneficiar­on de los avances tecnológic­os, sino que además fueron ganando cada vez más en complejida­d y hondura emocional. Al mismo tiempo, eso sí, las nuevas películas de la saga han respetado la filosofía que dio fundamento a sus predecesor­as y que explica en buena medida su capacidad de seducción.

Tanto unas como otras, de entrada, hacen lo que se espera de la buena ciencia ficción: ponernos un espejo delante. Estrenada en pleno apogeo de los movimiento­s por los derechos civiles en Estados Unidos, la primera película fue entendida como alegato contra el racismo; Regreso al planeta de los simios

(1970) reflejó el miedo a una escalada nuclear, Huida del planeta de los simios (1971) reflexionó sobre la cultura de la celebridad, La rebelión de los simios (1972) abordó el trato a los inmigrante­s, y La conquista del planeta de los simios

(1973) resaltó el valor del pacifismo.

Y si la trilogía iniciada con El origen del planeta de los simios habló sobre todo de la arrogancia con la que el hombre se sirve de la ciencia para jugar a ser Dios, la nueva película tiene como principal villano a un gorila despótico que abusa de la retórica populista mientras somete a su pueblo. ¿A quién tendría Ball en mente cuando diseñó ese personaje? «No hemos querido hacer una película explícitam­ente alegórica, no era nuestra intención decirle al público: ‘Fijaos, es Donald Trump’», explica el director. “Pero vivimos en un presente en el que abundan las figuras autoritari­as que manipulan la verdad, y eso sí hemos querido reflejarlo».

En su opinión, de todos modos, el éxito de la saga se debe menos a su valor metafórico que al «simio acurrucado dentro de cada hombre» al que alguien aludía en una de las películas. «Los primates se parecen mucho a nosotros, a nivel genético somos casi idénticos», recuerda Ball. «Al mismo tiempo, ellos son salvajes y ni se ajustan a normas sociales ni razonan como seres humanos. Y esa paradoja resulta fascinante».

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 ?? ?? Arriba, fotograma de ‘El reino del planeta de los simios’. Sobre estas líneas, el inicio de la saga, con Charlton Heston.
Arriba, fotograma de ‘El reino del planeta de los simios’. Sobre estas líneas, el inicio de la saga, con Charlton Heston.

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