El Periódico - Castellano

La final que no existió

«No hubo partido». Fabio Capello relata en primera persona sus recuerdos de la final de la Champions entre el Barça y el Milan. El 4-0 se convirtió en el principio del fin de la era Cruyff.

- MARCOS LÓPEZ

Hace 30 años de una final. De una final que certificó el final del Dream Team de Johan Cruyff. Se cumplen hoy tres décadas de aquel partido que dejó las ruinas de un glorioso equipo, que había ganado para el Barça su primera Copa de Europa en Wembley 1992, junto a la Acrópolis de Atenas.

Aquella derrota, que reconstruy­e Fabio Capello, el técnico de Milan, para EL PERIÓDICO, precipitó la salida de Zubizarret­a (despedido en un autobús del aeropuerto), el adiós de Michael Laudrup («ya no le aguantó más», dijo el danés sobre Cruyff) y abrió la cuenta atrás del creador del Dream Team. En mayo de 1996, Núñez le despidió. Tiene Capello hoy 77 años y una memoria excelente que le permite retener lo que sucedió aquella noche en el Olímpico de Atenas. Y lo cuenta en primera persona:

(...) «Lo recuerdo todo de aquel partido. El día anterior a la final estuvimos en el estadio. Primero entrenamos nosotros; luego, el Barça. Yo dejé a mi segundo entrenador junto a otro ayudante mirando lo que hacían ellos. Me dijeron que Cruyff se puso estirado sobre el césped apoyando su cabeza en el balón. Luego se fijaron en que habló con los árbitros, que estaban en el campo, pidiéndole­s que se regara el césped».

«QUERÍAMOS QUE EL BALÓN SALIERA POR FERRER.

Preparamos la final muy bien. No podíamos permitir que Guardiola estuviera tranquilo iniciando el ataque del Barça. Lo mismo pensamos con el holandés… ¿Cómo se llama? ¡Koeman, ese! Sus pases verticales y rápidos que nos podían hacer mucho año. Queríamos frenar la salida del balón a través de ellos y que saliera por la banda derecha donde estaba Ferrer. De ahí que pusiera a Albertini sobre Guardiola y a Massaro y Savicevic sobre Koeman.

Teníamos mucha presión en el centro del campo con Marcel [Desailly]. Me ayudó mucho el partido que perdimos con la Reggiana en casa justo antes. Tenía que hacer cambios en la defensa. No tenía a Baresi y Costacurta. Decidí poner a Maldini de central con Filippo Galli y colocar a Panucci de lateral izquierdo. ¿En la derecha? Tassotti, claro. Era fijo. Era el capitano. En la final, ellos solo tuvieron una oportunida­d. No más. Nosotros jugamos mucho mejor».

«VI UN BARÇA MUY NERVIOSO, HACIENDO MUCHAS FALTAS.

El Barça nunca tuvo el control del partido. En realidad no hubo final. A los 58 minutos, y con el gol de Desailly, ya estábamos 4-0. Recuerdo, por ejemplo, que en el segundo gol hicimos 23 toques antes de que Massaro marcara. Estuvimos muy, muy bien...Vi un Barça nervioso, muy nervioso, cometiendo muchas faltas.

Todo lo que habíamos preparado se vio. Los jugadores hicieron todo lo que habíamos trabajado. Fue un partido casi perfecto. Ah, por cierto, no me gustó al final la declaració­n que hizo Cruyff: ‘Hemos perdido porque hemos hecho fallos’. ¡Por favor! ¡Por favor! Hay que tener respeto por el contrario. Cuando pierdes, pierdes. Cuando ganas, ganas. Pero no fue así como dijo Cruyff.

Me ayudó mucho que Michael Laudrup no jugara. ¿Por qué?

«‘Vamos a quitarle la pelota a Cruyff’, dije a mis jugadores. Nos fue todo muy, muy bien» «No podíamos dejar que Guardiola estuviera tranquilo. Ayudó mucho que no jugara Laudrup»

Pienso que él podía meternos en problemas debido a su velocidad mental, a su regate, a su desequilib­rio en el uno contra uno. Habría necesitado doblar su marcaje para evitar problemas. Me quedé más tranquilo, sin duda. Y el Barça no tenía otro jugador con esa misma calidad. Pero era un equipazo: Zubi, Koeman, Guardiola, Stoichkov, Romário...».

«SI SUFRES LA PRESIÓN, LA MENTE TE QUEMA.

A mis jugadores en el vestuario antes de empezar solo les dije: ‘Vamos a jugar tranquilos y a quitarle la pelota a Cruyff, ¡que la tenía debajo suyo en el día antes de la final!’. Parecía que estaba como durmiendo, estirado en el césped. ‘¡Vamos a quitarle el balón de su cabeza!’. Lo hice porque todo el mundo decía que no habría partido. Que la Copa sería suya.

No había vuelto a ver el partido desde 1994, pero cuando llegó la época del covid lo repitieron en un canal de televisión. Lo vi después de 27 o 28 años… ¿Qué pensé? Me encantó verlo.

Debo reconocer que todo lo que dijo Cruyff antes me sirvió a mí para llenar de motivación a mi equipo. Recuerdo que él dijo: ‘Ellos tienen a Desailly, pero nosotros tenemos a Romário’. Se lo comenté a Marcel. En este tipo de partidos la mente es fundamenta­l. Te ayuda o te quema. Si tú sufres la presión de una final, la mente te quema. Y a nosotros nos ayudó porque nadie creía que podíamos ganar. Salimos frescos y muy limpios. Al acabar, había una alegría inmensa porque habíamos ganado un partido que todo el mundo decía que no podíamos hacer nada».

I

zar a entrenar el martes en Roland Garros y jugar sets con posibles rivales en el torneo, como ha hecho en los últimos que ha participad­o. «Le falta aún un poco de ritmo», aseguró Carlos Moyà en unas declaracio­nes a IB3 el miércoles. El entrenador de Nadal se mostraba optimista sobre la presencia de su amigo en Roland Garros. La gran duda es saber si «será capaz de aguantar partidos de cinco sets con un día de descanso por medio», decía consciente de que ha llegado el momento de la verdad, que ya no quedan torneos para afrontar el gran reto.

Seis partidos en tierra

Nadal no juega un torneo con partidos a cinco sets desde que ganó su último Roland Garros en 2022, cuando ganó la final al noruego Casper Ruud. En ese largo paréntesis el tenista balear solo ha disputado seis partidos en tierra, con derrotas en Barcelona ante Alex de Miñaur (segunda ronda), en Madrid ante Jiri Lehecka (octavos) y en Roma frente a Hubert Hurkacz (segunda ronda).

«No me veo entrar en la pista sabiendo que no tengo ninguna opción. Pero si hay un 0,01 % de opciones, las quiero explorar, lo voy a intentar», había dicho Nadal antes de jugar en Roma en una entrevista a la televisión pública francesa France 2 sobre su participac­ión en Roland Garros.

Las sensacione­s de Nadal para afrontar el Grand Slam parisino le animan a darse una oportunida­d en un torneo muy abierto en esta edición por los problemas de rivales directos que optan al título como el actual campeón, Novak Djokovic, que aún no ha ganado un título esta temporada; la lesión en el antebrazo de Carlos Alcaraz, que tiene previsto llegar a París el miércoles, un día antes del sorteo del cuadro; las dudas de Jannik Sinner, el gran dominador de la temporada, hasta que una lesión en la cadera le obligó a retirarse de Madrid y no jugar en Roma, el torneo de su país.

El sorteo del cuadro puede ser más decisivo que nunca para un Nadal que desde 2005, cuando ganó por primera vez, siempre ha sido cabeza de serie. En esta ocasión podría tocarle en la primera jornada cualquiera de los 32 primeros favoritos y cruzarse incluso con cualquiera de los cuatro primeros cabezas de serie. Un duro y complicado camino para pensar afrontar el reto, partido a partido y punto a punto, como es la filosofía de Nadal.

El sorteo del cuadro será más decisivo que nunca porque el balear no llega como cabeza de serie

 ?? Jordi Cotrina ?? La mirada al vacío de Guardiola, con el hundimient­o de Zubizarret­a el fondo, sobre el césped de Atenas.
Jordi Cotrina La mirada al vacío de Guardiola, con el hundimient­o de Zubizarret­a el fondo, sobre el césped de Atenas.

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