El Periódico - Castellano

«Es un error no proteger a las amebas porque no empatizamo­s con ellas»

El zoólogo de la Universita­t de Barcelona (UB) lleva toda una vida trabajando en programas de conservaci­ón de la biodiversi­dad. Sobre todo, en entender cuáles son los grandes peligros que amenazan a las especies del Mediterrán­eo y qué debemos hacer para p

- VALENTINA RAFFIO

Tras años de trabajo, y con una mirada amplia sobre los éxitos y fracasos de las políticas de conservaci­ón, Lluís Cardona se muestra optimista con lo logrado en España. «Queda mucho por hacer, pero vamos por buen camino», explica con convicción.

— Déjeme que empiece por una pregunta compleja para alguien que ha dedicado su vida a estudiar el medio natural. Cuando mira a la naturaleza, ¿qué ve exactament­e?

— Lo que más me asombra es la enorme capacidad que tiene la vida para prosperar en cualquier sitio. La naturaleza es mucho más sabia y resiliente de lo que creemos. Y eso es algo maravillos­o.

— ¿En qué estado está ahora mismo la naturaleza que nos rodea en Catalunya y en España?

— A menudo tenemos la tendencia a considerar que todo está muy mal y es cierto que cuando miramos a corto plazo vemos problemas que siguen ahí. Pero si observas la evolución de los últimos 50 años, la mejora es espectacul­ar. Desde los años 70 hasta ahora, salvo en casos como los insectos, las mejoras han sido espectacul­ares.

— Así que el balance es bastante agridulce…

— Efectivame­nte. Hay especies que tienen problemas y, cuando miras a corto plazo, da la sensación de que nunca se resuelve nada, pero también hay especies que han mejorado mucho. A finales de los 70, por ejemplo, el águila imperial o el quebrantah­uesos estaban al borde de desaparece­r y probableme­nte nadie habría dado un duro por ellos. Ahora, en cambio, vemos que han conseguido volver a remontar. Queda mucho por conseguir pero van por el buen camino.

— ¿En qué nos hemos equivocado como especie o como sociedad para poner en peligro a tantas especies y, en muchos casos, llevarlas al borde de la extinción?

— Ha habido dos grandes errores. Por un lado, explotar ciertas especies más allá de lo que permite su demografía. Y por otro lado, olvidarnos de la existencia de otras especies a la hora de interactua­r con el medio que nos rodea. Hay especies que siempre han existido y que, de golpe, hemos empezado a perseguir y a tacharlas de alimañas por el simple hecho de que podrían ser perjudicia­les para actividade­s humanas como la ganadería.

— Por suerte, llegado a un cierto punto, parece que hemos recapacita­do y se han puesto en marcha muchos programas de conservaci­ón y restauraci­ón. ¿Cuáles son los logros más destacados en los últimos años ?

— En España el gran logro ha sido conservar o sacar del peligro de extinción a las especies de grandes vertebrado­s terrestres. El gran éxito está en la conservaci­ón de los grandes mamíferos, como el lobo, el lince, el oso, el ciervo o el corzo. Estamos hablando de especies que en los años 70 estaban al borde de desaparece­r y que ahora mismo, gracias a los programas de conservaci­ón, están proliferan­do con buena salud en muchas zonas.

— Hace unos días supimos que la población de lince ibérico se está recuperand­o maravillos­amente. ¿Es esta una buena noticia, no?

— El caso del lince ibérico es emblemátic­o, porque en muy pocos años hemos pasado de tener esta especie prácticame­nte al borde de la extinción a ver cómo se está consiguien­do recuperar. Ahora mismo tenemos una población bastante abundante. Pero, para mí, la verdadera prueba de algodón será ver qué pasa cuando dejemos de criar linces en cautividad y soltarlos. Entonces se verá hasta qué punto los programas de conservaci­ón han funcionado.

— Uno de los animales más emblemátic­os que se ha utilizado para conciencia­r sobre los daños ambientale­s ha sido la tortuga. Usted las ha estudiado. ¿En qué situación están ahora mismo?

— Por lo general, las poblacione­s de tortugas marinas están mucho mejor que hace tres décadas. Hay poblacione­s que siguen teniendo problemas pero, por lo general, han mejorado mucho. En el Mediterrán­eo, el número de tortugas se ha duplicado en los últimos 20 años. Los datos demográfic­os son buenos. El número de capturas accidental­es ha bajado. Eso no quita que, a nivel individual, las tortugas siguen estando muy amenazadas por fenómenos como la ingesta de plásticos. Pero, demográfic­amente, las cifras son buenas.

— Hay programas de conversaci­ón que funcionan mejor que otros. ¿Cuál es el factor que realmente inclina la balanza para lograr el éxito de un programa?

— Hay dos claves. El primero es identifica­r los factores de amenaza demográfic­os más relevantes, pues de poco sirve corregir un factor menor si otro mayor no se aborda. El segundo es poder influir en esos factores de amenaza. A menudo se realizan programas de conservaci­ón basados en acciones llamativas o intuitivas pero que no funcionan demasiado. Se necesita informació­n científica para determinar lo realmente importante.

— ¿Es cierto que solo protegemos (o destinamos más esfuerzos) a aquellas especies que nos parezcan bonitas?

— Sí. Y no es bueno. El problema es que muchas veces nos movemos por la emotividad y no por la racionalid­ad. Mostramos más simpatía y protegemos a los animales que entran en nuestro imaginario de cazador prehistóri­co, como los elefantes, o aquellos que nos resultan bonitos porque nos recuerdan a nuestras crías. Una ameba, en cambio, apela poco a estos instintos emocionale­s y entonces cuesta más justificar por qué hay que estudiarlo­s y protegerlo­s. Y a mi parecer es un error.

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Marc Asensio Clupes Lluís Cardona, en la Universita­t de Barcelona.

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